martes, 11 de octubre de 2016

Cuando los hijos se van

No se los había platicado antes porque aún no se materializaba, pero hoy que es toda una realidad, se los cuento.

Tengo un cuate de toda la vida desde que estudiábamos en La Salle, la prepa confesional que obviamente conocen. Estudiábamos es un decir, estudiaba yo, ya que este tipo era bien flojo, siempre sin un centavo en la bolsa y viviendo en casa de un amigo. Le encantaban las apuestas, pero, como les digo, nunca tenía un duro en la bolsa (dirían los gachupines), se las ingeniaba para apostar con alguien en contra de lo obvio pero solicitando ventaja, es decir, una apuesta 2 a 1, vamos que si ocurría lo obvio el perdía 1, pero si se daba la "chica", él ganaba 2. Por otro lado, se agarraba a alguien más ingenuo y apostaba 1 a 1 por el mismo evento, pero apostándole ahora al opuesto de su primera bet, de tal forma que si ocurría lo obvio, ganaba el 1 con el que pagaba esa primera apuesta, pero si se daba la "chica", ganaba 2, de los que 1 le servía para pagarle al "ingenuo" y el otro era ¡ganancia neta, sin haber tenido nunca un peso en la bolsa!

Vamos, lo que hacen las casas de apuestas en la actualidad, supongo, pero aplicado por este tío (y dale) hace casi ¡50 años! ¿Cómo ven? Era un güevón, les digo (sin albur), pero era bueníiiisimo para las matemáticas, tan así, que cuando nuestro titular de prepa, que era a la vez nuestro maestro de cálculo y temas selectos de matemáticas, nos ponía un problema "irresoluble" nos aguijoneaba: bueno, ¿ya?, o le pedimos a su compañero (mi amigo) la respuesta.

Pues bien, frecuenté mucho a este cuate durante las décadas de los 70s, cuando estudiamos Actuaría en la UNAM, y los 80s. Seguía siendo el mismo, viviendo en la misma casa del amigo en la que sobrevivió por lustros. Un par de veces hasta a Acapulco nos fuimos juntos, él pagando todos sus gastos ¡de las apuestas! Después le perdí la pista, hasta que un día, hará unos 7 u 8 años, le seguí el rastro por Internet ¡y lo encontré! No perdió su tiempo, pues había obtenido su máster y doctorado, pero por supuesto, en probabilidad y estadística, por la Universidad de Warwick, en Inglaterra.

Para no hacerles el cuento largo, el señor es ahora un próspero y rico "especulador" (hedge funds manager, manejador de futuros, pues), con oficinas en Hoboken (el famoso Nueva York de Frank Sinatra) y Miami. Le dio mucho gusto volver a saber de mí y prácticamente me invitó dos veces a la primera ciudad. Digo, me invitó literalmente.

Hace menos de un año le insinué, casi casi de broma, la posibilidad de que el júnior fuera a pasar con él una especie de internship tan pronto se graduara... ¡y que acepta! 

Todo este rollo para decirles que el júnior llegó hace más de un mes a Miami a ponerse a las órdenes de mi amigo por el tiempo que su visa de turista se lo permita (no más de 6 meses, creo), más lo que de dicha relación pudiera resultar. Estoy casi tan contento como Raúl, digo, porque el güey verdaderamente enloqueció, y creo que personal y profesionalmente le va a resultar una experiencia inolvidable. ¡Qué bueno, ¿no?!

OK, quería compartir con alguien y ustedes fueron los primeros que se me ocurrieron.

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