En febrero del año pasado caí en el ridículo de creer que no todo estaba podrido en Dinamarca ( http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2021/02/no-todo-esta-podrido-en-dinamarca.html ) e hice el patético elogio de la Condusef por, según yo, haber puesto fin a un acoso telefónico de meses por parte de un despacho de cobranza de una financiera (Adelanto Express, S.A. de C.V., Sofom E.N.R o Adex, en corto) por una deuda de una conocida a la que en mala hora referí. El instrumento de la Condusef de que me valí para denunciar a estos mercenarios fue el Redeco (Registro de despachos de cobranza), y la financiera se comprometió a no molestarme nunca más al no estar yo en su base de datos de clientes.
Ingenuo de mí. Estos desgraciados fueron vendiendo mi información a distintos despachos de cobranza a lo largo del tiempo y me siguieron dando lata, y yo de necio reportándolos en Redeco una y otra vez hasta completar no menos de diez denuncias, y Adex siempre comprometiéndose a no molestarme nunca más. La razón por la que me molestaban a mí y no a mi conocida era porque ella, más inteligente, cambió varias veces de número telefónico, y yo, más idiota, me aferraba a no tener que cambiar mis datos personales presionado por esta sarta de buitres.
Fue así como tomé la decisión a principios de este mes de denunciar ante el Inai a Adex por la venta delictuosa de mis datos personales a diversos despachos de cobranza a través del tiempo. Pero ya imaginarán, el tiempo no corre para estos burócratas y después de casi un mes sigo esperando que den señales de vida. Pero no cejaré, la impunidad está presente en toda la vida nacional y es el principalísimo mal que está corroyendo nuestra estructura social. Estos delincuentes hicieron un uso criminal de mis datos personales y tienen que pagar por ello.
Mientras tanto, sólo el sábado, el tercer despacho en el tiempo manipulando mis datos personales marcó ¡dieciséis veces! a mi casa, comenzando a las seis de la mañana y finalizando a las 11:30 de la noche.
Fue demasiado. Esta mañana a primera hora cambié de número telefónico, pero, insisto, estos infelices tendrán que pagar.
Este artículo, además de publicarse, está siendo enviado a toda la plana mayor del Inai y la Condusef para que tomen cartas en el asunto, habiendo enviado ya al Pleno del primero y a la alta burocracia de la segunda la queja correspondiente.
¡Al diablo con sus instituciones!