lunes, 30 de agosto de 2021

Escribir como un idiota y un deprimido

“La vida es un historia narrada por un idiota, llena de ruido y furia, que nada significa.”

Macbeth, William Shakespeare

No, no me refiero a mí, aunque muy bien podría estarlo haciendo, sino al portentoso genio creativo de Faulkner en su novela El ruido y la furia, en la que tiene que meterse, primero, en la mente de un retrasado mental, y, después, en la de un deprimido. Todo esto para relatarnos las peripecias de la familia Compson y de la numerosa familia negra que los atiende, empezando por la abuela, Dilsey, que ha estado con ellos toda la vida, los hijos de ésta, Versh, Frony y T.P., y el nieto, Luster, hijo a su vez de Frony.

Los Compson, por su parte, están encabezados por el padre, Jason, alcohólico, y la madre Caroline, hipocondríaca, quienes procrearon a Quentin, el más inteligente y que sufre de depresión, y que con grandes sacrificios es enviado a Harvard a estudiar; Caddy, que mantiene una relación secreta, casi incestuosa, con aquél; Jason, el maldito y avaro de la familia; y Benjy, el retrasado mental, que a los 33 años de edad se comporta como un crío de tres. Además de Quentin, la niña bastarda nacida de Caddy, nombrada así en honor de su tío y que terminará siendo una perdida, a la que la madre abandonó cuando la matrona Caroline expulsó a su propia hija de la casa. Ambas, pues, bien putillas.

Quizá si uno supiera todo esto con anterioridad, disfrutaría muchísimo más el libro, pues el primer capítulo es relatado en primera persona por Benjy, el idiota, y aunque se titula 7 de abril de 1928, abarca prácticamente toda la vida del cronista, con numerosos flashbacks y escenas confusas de la existencia de la familia. El segundo, intitulado 2 de  junio de 1910, es en cambio narrado por el polo opuesto de Benjy, Quentin, hasta volverse prácticamente ininteligible, incluso más que el primero, pues es producto de las correrías de éste, deprimido, por los alrededores de la ciudad donde ha sido enviado a estudiar. Si uno se mete en la mente de ambos, Benjy y Quentin, es claro que disfrutará enormemente la lectura, que se ve coronada con los capítulos tres, 6 de abril de 1928, narrado por Jason, el maldito de la familia, y en el que éste nos hace saber muchos más detalles de sus parientes y gente con la que se relaciona, y el cuarto y último, 8 de abril de 1928, que es narrado por un autor omnisciente -el mismísimo Faulkner-, pero desde la perspectiva de la fiel y leal Dilsey.

Estos dos últimos capítulos son absolutamente lineales en el tiempo y, a diferencia de los dos primeros, escritos en un lenguaje por demás accesible, pero, todos, con la excelsitud de la prosa que caracteriza al autor.

Por fuera de la novela se entera uno del suicidio de Quentin, precisamente dos meses después de que su hermana Caddy se casara, y quizá, especulo yo, por eso mismo.

En fin, una novela deliciosa, disfrutable y placentera, muuuy placentera, aunque Marx se encabrone y desde ultratumba me reprenda.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Gobernar es fácil

Cómo no iba a serlo si ningún esfuerzo hago por mantener las cifras de criminalidad a niveles que no se habían padecido nunca antes, a pesar de las desmañanadas que me doy todos los días con mi gabinete de “seguridad” para revisarlas y, acto seguido, desenvainar la guadaña para blandirla contra todos mis enemigos, digo, perdón, adversarios durante mis interminables conferencias matutinas, una vez terminadas las cuales, y después de un opíparo refrigerio, irme a echar una cascarita beisbolera a cualquier barriada, para, después de tan intensa labor de gobierno, esperar a que se llegue el fin de semana y viajar a todo lo largo y ancho de México con el fin de detenerme en cuanta fonda se cruce en el camino para tragar como cuino cuanto se me antoje y mi generoso abdomen permita. Quién coños dijo que gobernar no era fácil. Algún politólogo neoliberal y conservador, seguramente. Y qué tal la música con la que me ha dado por amenizar mis tertulias, ¡n’ombre!

¿De veras es esto gobernar? El otro día llegué al punto de la náusea viendo un resumen del sermón cotidiano de este sujeto en el que trinaba contra Ricardo Anaya y Javier Lozano, y me preguntaba a mí mismo: ¿en serio de esto vive el idiota? Porque no es que sea casualidad, es cosa de todos los días, que suman ya cientos. Y la desesperación de que no haya nadie entre la audiencia de indignos que lo escuchan que lo ataje cuando dice que quién le manda a Anaya andar  haciendo lo que hace, que Lozoya lo acusa de haberlo sobornado. ¡Óyeme, imbécil, espérate!, y por qué entonces no metes primero en la cárcel a éste antes que al otro si ya llevas más de un año consintiéndolo en su residencia como testigo protegido. ¡Un poco de congruencia, por favor! ¿Y todos los corruptos de los que te has rodeado, incluyendo tu numerosa parentela? Pero nadie del rebaño de paleros pregunta, mucho menos rebate.

¡Déjale todas estas labores al Ministerio Público y ponte a trabajar, carajo! Porque además estás violentando el debido proceso y la presunción de inocencia. Con tu proverbial estulticia llegas al extremo de retar al que acusas a que pruebe su inocencia, estupidez jurídica en la que ni siquiera un tinterillo de oficio incurriría. Con tu ilegal intromisión los estás exonerando a todos antes de que los juzguen.

Pero en fin, al final siempre te sales con la tuya, haciendo prevalecer tu recochina voluntad para cuanta decisión descabellada se te ocurra. ¿Pero es que no tiene asesores?, preguntaría un asombrado extraterrestre. Sí, claro que los tiene, está por ejemplo su secretario de Hacienda Ramírez de la O, también tenemos a Ramírez de la O, y ya un poco menos, aunque igual influye, Ramírez de la O; ah, perdón, y se me olvidaba el que le recomendó que utilizara los Derechos Especiales de Giro para pagar deuda, de apellido, creo, Ramírez de la O. Único técnico aparentemente capaz entre toda la ralea a su alrededor.

Todo lo anterior de nada sirve, pues al final el lunático terminará haciéndole caso únicamente a su dedito. Y es que todos le tienen pavor, incluido, en primer término, su criado personal Jesús Ramírez Cuevas, que se presenta, con plumero en la mano, mandil y cofia, como Vocero de la Presidencia.

Y nosotros, tan campantes, viendo cómo el país se precipita en el despeñadero. ¿De verdad no hay nada  que podamos hacer por salvar a la nación, si no ya con la revocación de mandato, sí con un diagnóstico médico irrefutable sobre la insania del orate, para el que gobernar ciertamente no es sólo fácil, sino es chingón, pero, sobre todo, es chingar?

¡Qué tristeza y conmiseración me da nuestro querido México!

domingo, 22 de agosto de 2021

Jorge F. Hernández

Hace más de trece años recibí este correo de mi amigo Jorge F. Hernández -el ahora internacionalmente famoso escritor- como agradecimiento por la foto (adjunta) que le envié y con la que le ilustraron el correspondiente artículo periodístico. Me resultó curioso que Jorge hiciera la alabanza de Suecia y, sin embargo, en la foto se viera a dos personas caminando por el carril exclusivo de las bicicletas y a punto de ser alcanzadas por un ciclista, foto que provocó nuestro júbilo.


-----Mensaje original-----
De: jorge f. hernandez [mailto:jfhdz@yahoo.com]
Enviado el: viernes, 27 de junio de 2008 04:02 AM
Para: Raúl Gutiérrez y Montero
Asunto: de la invasión de carriles....

gracias, querido amigo, por el envío de la foto... desde luego, que no la conocía, pues veo que es del periódico a.m. donde enrique gómez reproduce, a veces, mi columna sin autorización de mileniodiario y sin pagarme ni un peso..pero bueno, es primo segundo mío, hace diez años que no lo veo y salir publicado en guanajuato, aunque sea por invasión de carriles, me permite saberme leído por algunos de los muchos familiares que tengo en esa bendita tierra y por lo menos, un lector atento y amable como tú...

la foto es genial,

saludos

jorge f. hernández

miércoles, 18 de agosto de 2021

Anne Applebaum

En enero del año pasado leí Hambruna roja / La guerra de Stalin contra Ucrania, de Anne Applebaum, libro prolijo que se centra en la crisis humanitaria provocada por el tirano entre 1931 y 1934 en toda la Unión Soviética, pero especialmente en Ucrania, donde murieron de hambre 3.9 de los al menos cinco millones que lo hicieron en todo el país, fenómeno que entonces -y aun ahora- se conoció como Holodomor (del ucraniano hólod, hambre, y mor, exterminio, nunca mejor empleados ambos términos).

Obra sobrecogedora para todos, empezando por la autora misma, como ella lo reconoció personalmente en una dramática confesión. Pero lo será para cualquiera que se adentre en su lectura. La magnitud de la tragedia le permitió a ella recabar infinidad de datos y testimonios que incluyen, en algunos casos desesperados, hasta el canibalismo, de ese tamaño el genocidio del déspota. Por lo mismo, el texto se vuelve cansino y reiterativo, pero no por ello menos aterrador.

El libro que acabo de leer ahora de ella misma, El Ocaso de la democracia / La seducción del autoritarismo, resulta, en cambio, encantador, a pesar del fatalista título, pues está escrito con un estilo desenfadado que atrapa al lector desde el inicio. Se lee de un tirón de principio a fin. Resulta interesantísimo enterarse -como si no lo supiéramos ya- del parecido que guarda nuestro siniestro presidente con tiranos de la calaña de los Kaczyński, en Polonia (donde la autora norteamericana reside, casada con un diplomático del país) o de Viktor Orbán, en Hungría, Matteo Salvini, en Italia, y Santiago Abascal, en España. O hasta de Donald Trump y Boris Johnson. Todos ellos miembros egregios del conservadurismo, que nuestro héroe dice odiar tanto y contra el que despotrica todas las mañanas.

Me causó particularmente gracia enterarme que Kaczyński valoraba más la lealtad que la capacidad técnica. Pero, por favor, lean el libro para que no les quede ninguna duda de que contamos con un “líder” autoritario, nacionalista, populista, derechista, conservador y pende…nciero, como diría el ínclito Héctor Aguilar Camín.

Por cierto, y para finalizar, ya no me envíen el libro ¡Absalón, Absalón!, de mi admirado William Faulkner, pues ya me hizo el favor de conseguírmelo mi yerno Juan Martín, el cual atesoraré con el mayor de los cariños toda la vida (el libro, ¿eh?).

jueves, 12 de agosto de 2021

Fogosa venganza

Coleccionista de agravios como era, el director del periódico local no podía ser la excepción como fuente de varios de ellos contra su persona, por lo que tomó la decisión sin pensarlo mucho. El primer problema sería conseguir una pistola lo bastante discreta como para burlar la endeble vigilancia en las instalaciones del diario. La consiguió con un amigo con el pretexto de mostrársela a un armero para que le consiguiera una igual y así hacer frente a la creciente inseguridad en la ciudad.

El siguiente escollo resultaba más difícil, habida cuenta de los agravios antedichos: conseguir una cita con el director del rotativo. Difícil, pero no insalvable, pues sólo era cuestión de armarse de cinismo y hablarle por teléfono para acordar un encuentro con el pretexto de rememorar los viejos tiempos cuando el “agraviado” escribía para el periódico y, en base a ello, tratar de limar asperezas, aun cuando dicho agraviado hubiese hecho hasta lo imposible en el pasado por hacer que la relación se volviese irreversible. No obstante, su cínica llamada resultó tan convincente que el director aceptó, intrigado, el ofrecimiento. Quedaron para un miércoles al mediodía.

Cuando se llegó la fecha, el agraviado ocultó el arma lo mejor que pudo debajo del cinto, junto al abdomen, y se presentó puntual a la cita. No representó ningún problema el guardia de seguridad que resguardaba el gran portón hacia los inmensos jardines del rotativo, pues éste ya tenía en sus registros marcada la visita del interfecto. Aparcó su auto en el gran estacionamiento y se dirigió a las oficinas. La pistola estaba tan bien disimulada bajo sus ropas que la secretaria no sospechó nada y lo anunció con el director, quien lo hizo pasar casi de inmediato.

El director lo invitó a sentarse enfrente de él al otro lado de su escritorio. Una vez que se hubo repantigado en el mullido asiento y después de intercambiar algunas palabras banales, el agraviado interrumpió el incipiente diálogo y dijo:

- Antes de empezar, permítame mostrarle -y moviendo su abdomen ligeramente hacia el frente y de manera muy discreta, desenfundó el arma.

Su interlocutor, al verla, quedó paralizado, y en su rostro se dibujó una mueca de terror indescriptible. Se hubiera arrojado al suelo pecho-tierra de buena gana, pero su temor de ser acribillado por la espalda en la nuca y su gran EGO se lo impidieron, y apenas pudo balbucear con voz trémula y casi inaudible:

- No cometa usted una locura, siéntese por favor y conversemos, quizá hasta pudiéramos hablar de su regreso a nuestras páginas y una buena paga.

- Es por demás -respondió el otro, sin dejar de apuntarle-, usted mejor que ningún otro conoce la situación, y yo he estado buscando al sujeto ideal al cual hacer responsable, mediante su testimonio, de no culpar a nadie más de la decisión que estoy tomando.

Acto seguido, el agraviado dirigió el cañón de la pistola a su propia boca y de un certero disparo en el velo del paladar, segó su vida, y se desplomó cuan largo era en las alfombras del despacho tiñéndolas de rojo y atragantándose con sus propios sesos.

viernes, 6 de agosto de 2021

Singularidades

En matemáticas decimos que se presenta una singularidad cuando el valor de una expresión o ente de este tipo no sigue ninguna de las “reglas” establecidas. Por ejemplo, la función f(x) = 1/x es válida para cualquier número real excepto 0, pues la expresión 1/0 no tiene sentido, 0 es una singularidad de f, decimos. Esta función tiene la forma de un búmeran en los cuadrantes uno y tres del plano cartesiano, con brazos asintóticos a los ejes x y y.

En física, la singularidad por todos conocida es el big bang, pues, a semejanza de la expresión 1/x, nos podemos acercar al origen lo más que queramos, pero sin nunca llegar a él. Otra singularidad que se nos aproxima a pasos agigantados sin nosotros quererlo, según Yuval Noah Harari, es la sustitución del humano por seres inorgánicos, cuando menos nos demos cuenta ya estaremos ahí (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2020/09/felicidad-y-futuro.html).

Pero ¿a qué viene todo esto? A que existe otro tipo de singularidad más interesante de cuantos conocemos hasta ahora. Todos hemos oído mentar los agujeros negros, pues bien, el premio Nobel de física 2020 se les otorgó a tres científicos “por el descubrimiento de que un agujero negro es una predicción robusta de la teoría general de la relatividad”, a uno, y “por el descubrimiento de un objeto compacto supermasivo en el centro de nuestra galaxia”, a los otros dos.

“Ni siquiera Einstein, el padre de la relatividad general, pensó que los agujeros negros existieran. Sin embargo, diez años después de la muerte de Einstein, el teórico británico Roger Penrose -uno de los galardonados- demostró que los agujeros negros se pueden formar y describió sus propiedades. En su corazón, los agujeros negros esconden una singularidad, una frontera en la que todas las leyes conocidas de la naturaleza se derrumban.”, establece un comunicado de la Real Academia Sueca de Ciencias.

Y nosotros que habíamos vivido tan tranquilos en un universo determinista en el que todo podía ser predicho, hete aquí que hay cuerpos dentro de ese universo que esconden secretos estremecedores aún por descubrirse, donde conceptos clásicos como espacio y tiempo se desmoronan. Y por estremecedores quiero decir fascinantes, como aquel otro de que a nuestro sol le lleva 200 millones de años dar la vuelta alrededor del centro de la Vía Láctea, lo que significa que aún existían dinosaurios sobre la Tierra cuando el sol comenzó la vuelta que ahora mismo damos.

Como quien dice, todavía tenemos tiempo de echarnos una tacita de café antes de que termine.

Quizá todo esto esconda el secreto de la unificación de las cuatro fuerzas de la naturaleza conocidas hasta ahora (interacción nuclear fuerte, interacción electromagnética, interacción nuclear débil e interacción gravitatoria) -tan buscada por Stephen Hawking, hasta que Gödel lo desengañó con su célebre primer teorema de “incompletez”, que reza que un sistema finito de axiomas no es suficiente para probar todo problema matemático, pues, razona Hawking, quizás no es posible formular la teoría del universo en un número finito de postulados (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2017/11/)-, pero sobre todo la unificación de la física clásica (determinista) con la mecánica cuántica (incertidumbre), en algo así como la teoría cuántica de la relatividad.

¡Lástima que ya no estaremos para vivirlo!

martes, 3 de agosto de 2021

Escribir, un placer orgásmico

Mi amigo Gonzalo se carcajeó cuando le dije hace muchos años que yo ordenaba los billetes en mi cartera por denominación (de mayor a menor), de nuevos a viejos, con el anverso al frente, la ilustración “de pie” y, cuando dos piezas coincidían en estas características y fueran igualmente nuevas o estuvieran igualmente desgastadas, por número descendente de serie, “virtud” que conservo hasta la fecha. Ya imaginarán ustedes las manías que en otros “órdenes” de la vida observo yo, pero ninguno tan marcado como en la escritura.

Es un verdadero gozo -para nada abyecto como el descrito en el párrafo anterior- ir acomodando en una hoja en blanco letra tras letra, palabra tras palabra, frase tras frase y, por yuxtaposición, ideas completas que previamente hemos ido ordenando en nuestra mente. El resultado puede llegar a ser repelente, como en el presente caso, pero para el amanuense constituye un juego seguir estos dictados del espíritu, consolidando con ello un escrito que muy probablemente nos alejará de nuestra depresión, y por qué no, tal vez hasta produzca una felicidad auténtica.

Por lo menos es como yo me la proporciono de vez en cuando, y en ocasiones me suele durar varias horas, vamos, como una droga, a pesar de que sé que no han de ser muchos los que me lean, como sí ocurría cuando escribía para el periódico, pero nada le hace, pues el lector más fiel que tengo soy yo mismo, sobre todo cuando siento que algo no me ha salido del todo mal, ya que así me leo y releo hasta la náusea, compensando con ello los lectores de que carezco. Quizá sea yo muy onanista, pero desde que esto dejo de ser pecado hace varios Concilios, lo practico con singular entusiasmo, pues a nadie le hago daño, ni siquiera a mí mismo. Por el contrario, mi ego y confianza en mí se fortifican.

No quiero imaginar todo lo que lo anterior representa para un gran artista o, imaginándolo, no los culpo por desembocar ello no pocas veces en una gran fatuidad, su trabajo les ha costado. Ha de ser difícil también obtener placer de escribir a diario sobre temas manidos de los que decenas o cientos escriben al mismo tiempo. Leer el periódico debería ser tarea obligada una vez a la semana, no más. Pocas excepciones de tanta solvencia intelectual como Aguilar Camín, íntimo “amigo” de nuestro Presidente, columnista cotidiano y autor de esplendorosas novelas. Pero párenle de contar.

Bueno, no le sigo, sólo quería transmitirles el gusto que representa para mí el tratar de escribir bien. Además, estoy urgido de empezar a leerme.