Es un hecho probado que el Presidente de México Felipe Calderón violó la ley para nombrar a su muy cercana “amiga” Purificación Carpinteyro Calderón directora general del entonces Servicio Postal Mexicano (Sepomex), al que ésta cambió su denominación por el rancio Correos de México. Tengo las pruebas documentales que irrefutablemente lo demuestran, como lo adelanté en el número 1592 del 6 de mayo de 2007 de la revista Proceso.
Qué arrepentido ha de estar Calderón de haber criado este cuervo que no sólo le sacará los ojos sino que, como chivo en cristalería, está causando daños irreversibles a su Gobierno en momentos tan difíciles en que lo mínimo que podría reclamar a sus colaboradores es lealtad. ¿Sabrá la ambiciosa Carpinteyro como se escribe esta palabra?
Joven, guapa, inteligente, instruida, acomodada, con facilidad de palabra, poderosa y con relaciones envidiables, estoy seguro de que ella ya se veía despachando en Los Pinos en el 2018, si no es que mucho antes. Qué manera de dilapidar este enorme capital.
Y por favor, que no se me malinterprete. Ni Calderón ni Téllez, que por azares del infame destino se había convertido en jefe de la susodicha, son dignos de todas las lealtades, pero de los “amigos” es lo único que se puede esperar, en las buenas y en las malas, así sea uno execrable demonio o santo de todas las devociones.
En el pecado lleva Calderón la penitencia, esperemos que sea para su purificación y no para su putrefacción.
jueves, 19 de febrero de 2009
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