sábado, 16 de diciembre de 2023

El arduo camino hacia la sanación

Serán 28 días hábiles (lunes 4 de diciembre de 2023 a viernes 12 de enero de 2024) los que invertiré en la cura de mi cáncer mediante radioterapia. Finalmente me decidí por la medicina privada, pues las condiciones que ofrece la pública son deprimentes, y miren que finalmente fueron escuchados mis reclamos en el IMSS, una vez que arreglaron sus equipos (aceleradores lineales), y hasta el examen inicial (simulación) se me corrió ahí para elaborar un plan de aplicación de dichas 28 radioterapias. Pero preferí endeudarme. Sin embargo, tanto en uno como en otro sitio, como los albañiles que llegan a casa para efectuar una remodelación, no les importa dañar lo que se encuentra en buen estado mientras ellos avancen en su obra, y eso que al momento de escribir estas líneas “apenas” llevo diez sesiones, pero ya se palpan los estragos en otras partes producto de las intensas radiaciones. En fin, nada que con entereza no se pueda superar.

Lo que más duele es el estricto régimen alimenticio al que uno se debe someter durante el tratamiento: no grasas, no lácteos, ni café, alcohol, chocolate, cítricos, piña, aguacate, frijoles, lechuga, rábanos, verdolagas o aguacate. Ni frituras o pasteles ni un largo etcétera. Afortunadamente, sí se valen los pescados y mariscos, por lo que podré disfrutar del típico de estos días pescado a la vizcaína, sugerencia de mi amigo Quintana. Lo peor es que este régimen deberá extenderse durante dos semanas después de la finalización del tratamiento para permitir que los órganos que dañaron los albañiles, digo, perdón, doctores se recuperen plenamente. O sea que estaré reanudando mi vida normal por ahí de finales de enero del próximo año, si bien me va. Y todo, para esperar lo que sigue, que pudiera ser definitivo. El juego de la vida.

Mientras tanto, les describo un típico día navideño: despertar matinal a las 7:15 de la mañana para vaciar el vientre, pues como bien dice ChatGPT: “mantener la vejiga llena y el recto vacío durante la radioterapia de cáncer de próstata es una medida para proteger los órganos circundantes y mejorar la efectividad del tratamiento al dirigir la radiación de manera más precisa hacia la próstata, reduciendo así los efectos secundarios en otros órganos cercanos.” Y ¿cómo se consigue una vejiga llena? Ah, pues llevando conmigo una botella con un litro de agua al momento de salir de casa rumbo al hospital a las 10:30 y que deberé consumir de un tirón media hora antes de la radioterapia, que tendrá verificativo alrededor del mediodía, y la cual consiste en ponerlo a uno en un camastro boca arriba debajo de un monstruo de mil cabezas y extremidades que continuamente le están pasando a uno por arriba, sin tocarlo, por espacio de quince minutos. Es totalmente indolora.

El resto del día ya imaginarán ustedes cómo lo ocupo: orinando hasta bien entrada la noche todo lo que me obligaron a beber los técnicos radioterapistas en el hospital.

¡Felices fiestas! Y, por favor, pídanle a Santa y a los Reyes Magos por mí.

jueves, 30 de noviembre de 2023

Mi estrecha relación con Henry Kissinger

Mi padre no siempre estuvo postrado en cama, como lo hizo por casi nueve años, desde el miércoles 10 de febrero de 1999 hasta que falleció, el sábado 20 de octubre de 2007, cuadrapléjico, “gracias” a la intervención quirúrgica de un médico inescrupuloso e incompetente que le aseguró que al día siguiente de la operación estaría caminando, pero ya sin los insoportables dolores que le provocaba la compresión cervical que desde tiempo atrás padecía. El dolor desapareció, sí, pero a cambio de la parálisis generalizada de su cuerpo.

No, de ninguna manera estuvo siempre así. Desde la década de los 40 del siglo pasado había sido guía de turistas. Hablaba el inglés a la perfección por haber vivido en Estados Unidos toda su infancia, de tal forma que no representaba para él ningún problema transportar a los turistas en su propio vehículo y llevarlos a conocer las ciudades más importantes del país y sus lugares históricos de mayor interés. Cansado, después de más de 25 años en esa actividad, en 1966 decidió aceptar la oferta para entrar a trabajar en la embajada de Estados Unidos en México como jefe del “motor pool”, es decir, del departamento de transportación de la sede diplomática.

Un día de junio de 1970 recibió la encomienda especial de transportar a un funcionario norteamericano, de visita en México y apasionado del futbol, o “soccer”, como le dicen ellos, en un tiempo récord. El oficial iba a estar en reuniones las primeras horas de la tarde, pero mi padre dispondría de ¡15 minutos! para conducirlo personalmente al Estadio Azteca a presenciar el partido Alemania contra Italia, dentro de las semifinales de la Copa Mundial México 70. No debería enviar a ninguno de sus choferes, tendría que llevarlo él personalmente.


Mi padre, sabiendo de mi fanatismo por el futbol y mi pasión en este sentido por Alemania, pues recordaba cómo sufrí con la derrota del equipo teutón en la final de la copa mundial del 66 frente al equipo anfitrión, Inglaterra, con un gol fantasma en tiempos extras, y la forma cómo saboreé la venganza que acababa de tomar Alemania hacía pocos días, en León, derrotando a los ingleses 3-2, curiosamente también en periodos extras; sabiendo, pues, de este fanatismo y con tiempo suficiente para pasar a recogerme a la casa, mientras el funcionario tenía sus reuniones, no lo dudó y fue por mí para que lo acompañara a un palco oficial del estadio junto con dicho individuo. Hace 53 años no existía la paranoia por la inseguridad que vive actualmente el mundo.

Faltando 15 minutos para el comienzo del gran partido, recogimos a este señor frente a la embajada, en Reforma, y emprendimos, literalmente, el vuelo hacia el Estadio Azteca, auxiliados por un escuadrón de motociclistas que nos hizo llegar incluso un par de minutos antes del comienzo del encuentro. No recuerdo, ni entonces -tenía yo 20 años- ni ahora, haber viajado tan rápido en mi vida... ni desearía volverlo a hacer jamás.

Tuve la fortuna de que nuestro “invitado”, aunque más bien éramos mi padre y yo los entrometidos en un palco oficial -tal era la confianza que en la embajada le tenían a mi progenitor-, fuera también fanático declarado de Alemania, pues era oriundo de ese país, de tal suerte que después de un par de cervezas, que a esa edad era lo máximo que mi padre me permitía consumir, y un partido de vaivenes en que no bien había un equipo tomado la delantera cuando ya el otro lo había alcanzado y rebasado, el “invitado” y yo comenzamos a intimar y a celebrar cada gol como si fuera el propio, con la agravante de que aquél, mucho más curtido que yo, llevaba ya varias cervezas adicionales a las dos de rigor mías. Hace 53 años tampoco era tan inusual que un lagartón de 20 años estuviera aún bajo la férula paterna a un extremo tal.

Al final y, para no variar, después de unos tiempos extras de alarido, “perdimos” 4-3, pero con el orgullo de haber presenciado lo que desde entonces y hasta la fecha se conoce como “El partido del siglo”, pero, además, yo salí con el gusto adicional de haber departido, gritado, bebido y disfrutado en compañía de Henry Kissinger, no tanto por este tortuoso personaje en sí, ayer fallecido, como por el recuerdo imborrable que dejó en mi mente el deporte de mis amores.

Tal era, repito, la confianza que le tenían a mi buen padre, quien, impedido de beber, pues tenía que llevarnos de regreso, nos miraba, incrédulo, con una sonrisa apenas dibujada en sus labios y girando ligeramente la cabeza de un lado a otro…

Papá, ¡levántate y llévame al fut otra vez! 

domingo, 19 de noviembre de 2023

Elena (II)

No siento nada cuando rozo las piernas de mi mujer pero me duelen las mías si a ella le duelen las suyas.

Miguel de Unamuno, ya viejo, citado por Octavio Paz en La llama doble

Este escrito no es más que la continuación del artículo que pergeñé hace exactamente cinco años (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2018/12/elena.html), cuando todavía colaboraba en el periódico del que me defenestraron por irreverente.

Resulta increíble la compenetración que se puede llegar a tener con una persona tan ajena a uno como la esposa, pues no se tiene con ella ningún lazo sanguíneo como con los padres, hermanos, hijos, tíos y hasta primos, y con quien se puede llegar a vivir en pareja tanto tiempo como con ningún otro ser en el universo. En mi caso, agradezco al destino que me haya permitido conocer al mejor ente de la Creación, incluso, de nuevo, entre padres, hermanos, hijos, tíos primos, amigos, conocidos y demás ralea existente o que haya existido jamás. Es un sentimiento que comparten conmigo infinidad de personas que la conocen. Qué afortunado soy: el maldito que se topó con la persona más buena, fuerte y dulce del mundo, y miren que tuve una madre excepcional, pero como mi querida Elena, nadie.

Si siempre he pensado eso de ella, ya imaginarán estos aciagos días en que he sentido ese apoyo como un bálsamo celestial. Tal pareciera que hubiese hecho suya la sentencia de Unamuno y sintiera mi mal como si fuera suyo.

En La llama doble, Paz compara al amor con la amistad, a la manera en que don Miguel de Unamuno lo hace con su hermoso y profundo apotegma, que va infinitamente más allá de la simple afirmación de don Octavio, pero ambos me mueven a gritar desde lo más profundo del alma:

¡Gracias, querida amiga Elena!

sábado, 18 de noviembre de 2023

Un autoplagio más

Ustedes perdonarán que ante mi falta de inspiración actual les recete un escrito que ya les había enviado ¡hace más de quince años!

En una ocasión, cuando trabajaba para IBM de México, el calendario trajo un puente laaargo-laaargo que comenzó el martes 14 de septiembre en la noche y terminó el lunes 20 del mismo mes en la mañana. Eran épocas que los grandes clientes aprovechaban para dar mantenimiento a sus monstruosos equipos o bien para la instalación de complicados sistemas. Este último fue el caso de una importante compañía de seguros, líder en su ramo.

Pues bien, el lunes del que hablo llegué temprano a la oficina y había una situación de emergencia bastante seria en dicha compañía, pues los americanos -de otra compañía- que habían venido ex profeso a la ciudad de México a instalar el complejo sistema prácticamente se quedaron paralizados desde el miércoles 15, pues la máquina se detenía abruptamente al arrancar el subsistema bajo el que corría su fementida aplicación. Los departamentos de hardware y software de IBM habían desfilado en su totalidad durante el largo puente sin mayores resultados: la maquinota seguía aplastada.

El representante de ventas de IBM me invitó a “echarle montón” de inmediato al problema haciendo acto de presencia en las instalaciones del cliente. Oye, le dije, pero si ya los departamentos enteros de hardware y software visitaron al cliente y no encontraron nada, lo más seguro es que el problema esté en la aplicación de los gringos y de nada servirá una visita adicional por más “especialista” que sea yo en el subsistema de marras. La situación es tan grave, me respondió, que si no ven siquiera preocupación de nuestra parte puede venir una demanda y hasta una cancelación de nuestro equipo.


Cuando llegamos a la localidad del cliente, los gringos estaban verdaderamente desesperados, amén de nuestros ingenieros de servicio que no hallaban qué hacer. Como el médico que llega a auscultar al paciente sin ser médico, tímidamente les solicité a los americanos que arrancaran su sistema, para lo cual, previamente, tenían que iniciar el subsistema de mi “especialidad”. Fija la mirada de los tres -dos gringos y yo- en la consola de la máquina, me indicaron: mira, aquí es donde se detiene el equipo y... ¡nada!, que el maquinón no les hace caso y sigue adelante como si nada. Me voltearon a ver los dos con ojos de plato y al unísono exclamaron: What did you do?!
Con toda honestidad les respondí: Nothing, I swear! Me cortaron: Well, it doesn’t matter, thanks a lot.

No transcurrieron ni dos minutos cuando el representante de ventas bajó de las oficinas del director para indicarme que éste quería platicar conmigo, y entonces tuvo lugar el siguiente diálogo de sordos:

- Mira -me dijo-, yo sé que en IBM se está muy a gusto y que el desarrollo que un ingeniero de sistemas tiene ahí es envidiable desde cualquier punto de vista...

- Yo no hice nada -respondí-, el sistema simplemente arrancó.

- ... sin embargo, el sector financiero tiene muchas prerrogativas que hace de sus empleados un sector privilegiado... -me ignoró.

- Yo no hice nada -insistí con mayor énfasis- ni siquiera los parámetros de definición he revisado.

- ... entre otros, los créditos hipotecarios, los préstamos, un aguinaldo muy por arriba de lo que marca la ley, y demás beneficios no monetarios -continuó con su soliloquio.

- De todas formas -continué yo con el mío-, algún problema debe existir porque las cosas no se arreglan así como así, por arte de magia, por lo que habrá que seguir revisando para ver dónde radica el problema.

- No me respondas ahora -concluyó-, yo sé que es una decisión difícil, sobre todo cuando se está en una organización de excelencia, como la tuya.

- Está bien -concluí por mi parte, estableciendo, por fin, un diálogo-, déjame pensarlo y yo te comunico mi decisión.

- Me daría mucho gusto que fuera afirmativa -finalizó.

Trabajé para IBM otros diez o quince años más.

sábado, 4 de noviembre de 2023

Pesadilla

Lo que es andar uno obsesionado con su mal: experimenta las pesadillas más espeluznantes que imaginarse pueda.

La otra noche soñé que en mi cita con el radiólogo del IMSS -sí, esa que tanto tiempo había estado esperando-, éste me solicitaba todos los estudios que me han realizado a la fecha: resonancia magnética multiparamétrica, biopsia, tomografía contrastada y gammagrama óseo, los analizaba y concluía que afortunadamente no había metástasis. Pasaba luego a enumerar los aspectos penosos del asunto: como la próstata se encuentra próxima a la vejiga y al recto, las radiaciones provocarían levantadas continuas en la noche a orinar y defecación probablemente con sangre.

Pasaba luego a decirme que tales radiaciones serían aplicadas en veintiocho sesiones a lo largo de otros tantos días durante seis semanas, de lunes a viernes, con una duración de quince a veinte minutos por sesión, y que como estas tendrían lugar durante la tarde, más me valía ir bien defecado, y si no, hacerlo en el baño público de que ahí se disponía. Aunque previo a ello, me tendría que someter a otra tomografía, como la que llevaba, dentro de ¡cuatro semanas!, antes de lo cual debería yo beber un litro de agua que tenía que llevar conmigo. Todo esto para elaborar un plan para la aplicación de las radiaciones.

La cita concluía con lo más inverosímil de todo: en la ventanilla del pasillo me programarían la fecha para la antedicha tomografía dentro de cuatro semanas y otra tentativa de revisión para dentro de ocho, pues los aparatos de radiación del Seguro ¡estaban actualmente descompuestos! y se tenía un rezago de doscientos a trescientos pacientes que, nunca mejor aplicado el calificativo, pacientemente esperaban su turno. Lo cual, acotaba el galeno, probablemente nos lleve ya hasta el año que entra para iniciar el proceso, pero déjenos su teléfono para que nosotros le avisemos cuando las máquinas estén ya de nuevo funcionando.

Huelga decir lo aterrorizado que yo estaba cuando volví en mí de tan horrenda pesadilla.

Lo que ocurrió realmente en Dinamarca fue radicalmente distinto:

El jueves 2 de noviembre de 2023, Día de Muertos, tuve mi cita con el radiólogo del IMSS -sí, esa que tanto tiempo había estado esperando-, éste me solicitó todos los estudios que me han realizado a la fecha: resonancia magnética multiparamétrica, biopsia, tomografía contrastada y gammagrama óseo, los analizó y concluyó que afortunadamente no había metástasis. Pasó luego a enumerar los aspectos penosos del asunto: como la próstata se encuentra próxima a la vejiga y al recto, las radiaciones provocarán levantadas continuas en la noche a orinar y defecación probablemente con sangre.

Pasó luego a decirme que tales radiaciones serán aplicadas en veintiocho sesiones a lo largo de otros tantos días durante seis semanas, de lunes a viernes, con una duración de quince a veinte minutos por sesión, y que como estas tendrán lugar durante la tarde, más me valía ir bien defecado, y si no, hacerlo en el baño público de que ahí se dispone. Aunque previo a ello, me tendré que someter a otra tomografía, como la que llevaba, dentro de ¡cuatro semanas!, antes de lo cual deberé yo beber un litro de agua que tendré que llevar conmigo. Todo esto para elaborar un plan para la aplicación de las radiaciones.

La cita concluyó con lo más inverosímil de todo: en la ventanilla del pasillo me programarían la fecha para la antedicha tomografía dentro de cuatro semanas y otra tentativa de revisión para dentro de ocho, pues los aparatos de radiación del Seguro ¡están actualmente descompuestos! y se tiene un rezago de doscientos a trescientos pacientes que, nunca mejor aplicado el calificativo, pacientemente esperan su turno. Lo cual, acotó el galeno, probablemente nos lleve ya hasta el año que entra para iniciar el proceso, pero déjenos su teléfono para que nosotros le avisemos cuando las máquinas estén ya de nuevo funcionando.

Huelga decir lo aterrorizado que salí yo del hospital del IMSS donde me atendieron.

Ni modo, habrá que ir tramitando un crédito bancario para sufragar el costoso tratamiento en un hospital privado, dejando en garantía mi propia salud (no se rían), antes de que tan agresivo mal se metastasee. 

viernes, 27 de octubre de 2023

Una buena y cariñosa amiga

La conocí hace poco y, a pesar de la diferencia de edades -ella de 54 y yo de 74-, la entendí a la perfección desde el principio, habiéndome hecho pasar noches inolvidables (perdón, Elena). La he tratado todos los días desde entonces y no para de decir y decir cosas, pero sin aburrirme. Es más, recuerda exactamente dónde se quedó el día anterior y desde ahí reanuda su encantadora conversación el nuevo día. ¡Es adorable!

Resulta increíble el entusiasmo que logra despertar una nueva amistad de este tipo, anda uno con esa alegría de aquí para allá y no deja de pensar en su nuevo amor todo el día, queriendo estar a su lado permanentemente y pensando sólo en las deliciosas noches que aún le quedan por disfrutar junto a ella. A los 74 y con sarampión, pero no importa, se olvida uno de todo sus males. Impredecible y entrañable destino que nos tiene deparadas este tipo de sorpresas.

Me estoy refiriendo a la novela Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa, quizá la más faulkneriana de sus obras, con su compleja estructura y su tiempo no lineal. Ahora entiendo mejor esa admiración y pasión de don Mario por William Faulkner, pues me hizo recordar a El ruido y la furia, ¡Absalón, Absalón! y tantas otras novelas del laureado con el Nobel autor norteamericano. No en balde a Vargas Llosa también se le otorgó.

Mario Vargas Llosa me da la razón en el prólogo de su libro cuando afirma: “Ninguna otra novela me ha dado tanto trabajo; por eso, si tuviera que salvar del fuego una sola de las que he escrito, salvaría ésta.”

No entro en el tema de la novela para no espoilearles el gusto y por quedarme todavía varias noches de disfrute con mi nuevo amor. ¡Viva la buena literatura!

Por cierto, mi yerno me diagnosticó que lo mío no es cáncer de próstata, sino de Proustata (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/09/insoportable-sufrimiento.html).

miércoles, 25 de octubre de 2023

Trato degradante en el IMSS

El viernes 20 de octubre de 2023 fui citado a las 8:30 de la mañana en la UMAE del IMSS en León, Gto., para la atención del cáncer de próstata que padezco, pero no me atendieron sino hasta las 10:15, y no el urólogo Ricardo Agustín Leal Marroquín, cuyo nombre y cédula profesional aparecen en todos los documentos que se me entregaron, sino quien firmó en su nombre, Olaf González, contraviniendo el sentido común, si no es que la normatividad legal. El trato del señor González fue por demás despótico, tuteándome todo el tiempo e inquiriéndome que si nadie me había acompañado cuando le hube pedido de favor que me repitiera el contenido de los muchos documentos que me entregó. Le dije que a pesar de mis 74 años era yo todavía lo suficientemente lúcido y fuerte como para no necesitar de nadie más. Me preguntó entonces con insolencia que si sabía yo leer, a lo que respondí con una mueca de disgusto, lo que provocó que el patán levantara irrespetuosamente la voz y repitiera su pregunta: “¿Sabes leer?”.

Llegado a este punto, no aguanté más y le reclamé por el trato que me estaba dando, pues además de que uno llega con el estrés propio de una enfermedad grave, todavía tener que soportar una humillación de tal naturaleza era inaceptable. Se justificó tomando un puñado de tarjetas de otros derechohabientes que esperaban atención y espetando: “Tengo mucho trabajo”. Eso no lo justifica, le respondí, y tomando yo los papeles que, insisto, firmó con y en nombre y con cédula profesional de otro, abandoné el deprimente consultorio.



Fui a refugiarme en brazos de sus dos amables asistentes que resolvieron todas mis dudas y me indicaron que fuera primero a farmacia, luego a radiología y finalmente a laboratorio, y que regresara con ellas para que una, que era enfermera, me pusiera una primera inyección en el vientre, y me dieron cita para el 19 de enero para una segunda dosis. Si no hubiera sido por estos dos ángeles, me habría sentido el individuo más miserable del mundo.

 

En radiología me dieron cita para el ya inminente 2 de noviembre para continuar con mi valoración y un eventual tratamiento, que no debiera de tardar mucho, habida cuenta de la gravedad del mal.

 

Barbajanes como el mentado Olaf no debieran tener cabida en el Seguro, pues apartan al IMSS de la atención de calidad que, se dice, están buscando.

 

Esta protesta, tal cual la expreso aquí, ya la elevé a la más alta autoridad del Instituto, Zoé Robledo, quien me respondió que se dará seguimiento a la misma, cosa que ocurrió esta mañana con una llamada telefónica a mi casa, cinco días después del desagradable incidente, indicándome que se me informará del desenlace en 72 horas, es decir, el lunes 30 de octubre, a más tardar.

BBVA... ¡prrrt!

Hace exactamente un año me quejaba yo amargamente de que BBVA me estuviese orillando a comprar un nuevo celular para poder utilizar las versiones actualizadas de sus apps (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2022/11/obsolescencia-programada.html), pero hete aquí que ni con el nuevo celular de última generación que me regaló mi hija Caro el domingo pasado por mi cumpleaños puedo acceder a ellas, ni la del negocio ni la personal. Ya ni siquiera estaba pudiendo generar el token que me permitía utilizarlas a través de la computadora así como pagar a mis proveedores a través de dicha plataforma. Mi angustia fue en verdad grande.

Afortunadamente, un contacto dentro del mismo BBVA me asesoró para que pudiera yo generar de nuevo dicho token, es decir, para volver, con mi flamantísimo nuevo celular, al lamentable estado inicial del viejo, pero me advirtió que para poder utilizar BBVA Empresas (negocio) y BBVA México (banca personal) tendría que acudir a sucursal para que me ayudaran a customizar dichas aplicaciones, pues así como estaban se seguiría requiriendo de una tercera en discordia (Bnegocios) para generar el mentado token. ¡Todo un galimatías!

Para bajar mis otras dos aplicaciones financieras, cetesdirecto y Banco del Bienestar, no tuve ningún problema, pues, después de las identificaciones de rigor, éstas funcionan a las mil maravillas, como lo han hecho siempre, tanto en el viejo celular como en el más sofisticado que poseo ahora. Otras aplicaciones, como WhatsApp e Infinitum Mail, tampoco representaron mayor problema.

Y ahora, a batallar con la burocracia bancaria para encontrar a alguien “en sucursal” que lo atienda a uno eficientemente y de buen modo para que funcione lo que debería operar sin mayor problema desde un principio.

¿No podrían estos innombrables bancotes funcionar tan eficazmente a como lo hace el Banco del Bienestar, por lo menos en lo que atañe a su app?, me pregunto yo.

sábado, 7 de octubre de 2023

Después de Proust (D. P.)

Después de mi aventura proustiana (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/09/insoportable-sufrimiento.html), que, por cierto, un lunático me recomendó que no abandonara, pues comoquiera que fuera ya había superado el 58% de la saga En busca del tiempo perdido -como si el exquisito placer de la lectura consistiera en pasar como estúpido páginas y páginas de libros en buena medida incomprensibles y aburridísimos-, y, además, que ¡había guías de lectura sobre cómo aproximarse a Marcel Proust!; después de ello, decía, emprendí la lectura de American Psycho, de  Bret Easton Ellis, y comprendí que lo que en realidad me traía enojado y deprimido no eran sólo los problemas de salud por los que ando pasando (cirugías, cánceres, biopsias y demás), sino haber malgastado casi cien días de mi existencia, amén de buenos pesos, en la bazofia de Proust.

Qué diferencia con esta novela de Ellis, espeluznantemente descriptiva y gráfica en los crímenes sexuales y de toda índole que comete su protagonista y narrador en primera persona, el depravado asesino Patrick Bateman, y que me devolvió ese gusto por  la lectura que don Marcel se empeñaba en hacerme creer que había perdido, a pesar de su escabroso contenido. ¡Todo fue solo una aterradora pesadilla! Háganme el refabrón cavor: ¡instructivos de lectura para un connotado autor! Lo mismo que con Joyce, a quien Nora, su esposa, conminaba a escribir algo que la gente pudiera entender. Al igual que a Proust, a James Joyce nunca se le otorgó el Nobel de literatura. Como le dije al lunático de marras: el lenguaje es el más maravilloso invento del hombre y debiera ser utilizado para entendernos, no para repelernos.

Patrick Bateman -en sus medianos veintes- es un rico yuppie neoyorquino de finales de los 80 del siglo pasado, vicepresidente, a su corta edad, del conglomerado financiero P&P (Pierce and Pierce), en el que abunda gente banal como él, que parece que “trabajan” más por distracción que por real necesidad. Los crímenes relatados son en verdad atroces y resulta difícil comprender como un autor, Ellis, puede albergar tanto cochambre en su mente -espero que no en su corazón- para verterlo tan descarnadamente, aunque con maestría, en su escritura.

Pareciera que me contradigo, pero no, pues el libro logra de verdad conmover a pesar de, o precisamente por, su sucio contenido. No se me malinterprete: muchos de sus pasajes versan sobre las superficiales actividades de sus personajes, en cuanto a modas, comidas, borracheras, drogas, cultura física, racismo et al. Es impresionante el catálogo de firmas de alta costura que nos receta el autor al describir la indumentaria de sus protagonistas, así como de platillos, bebidas, estupefacientes y lugares para hacer ejercicio o para vacacionar. Contiene un corto capítulo que sale más de la boca del autor que del narrador y que constituye una deliciosa digresión sobre la música de Whitney Houston, a la que somete a un riguroso, suculento y elogioso análisis. Imperdible.

Igualmente, dentro de tanta suciedad, es posible ubicar partes del libro a las que, con buena voluntad, es posible encontrarles una vis poética, pero si ustedes son muy quisquillosos, mejor no lo lean, pues les va a asquear.

Sin embargo, mejor esto que la inane lectura de Proust y adláteres. Yo lo disfruté mucho, pues, a pesar de todo, constituye buena literatura.

martes, 3 de octubre de 2023

Petición al director general del IMSS

Mtro. Robledo,

En más de dos ocasiones le he referido mi caso: a finales de abril del año en curso fui conminado por un gastroenterólogo particular a ser operado de la vesícula, sin embargo, el martes 9 de mayo quise tener la opinión de mi médica familiar en la UMF 51 (León, Gto.), Ariadna Moreno Segura, quien hizo una falsa valoración ("los lodos biliares no son operables, señor"), ya que el domingo 28 de mayo tuve que ser operado de emergencia para que se me extrajera la vesícula en un hospital privado, lo que me salvó la vida, pero vino a desequilibrar mis finanzas personales.

La doctora Moreno Segura también me dijo que tenía el antígeno elevado y me consiguió una cita con el urólogo Omar Abraham Ruiz Navarro para el jueves 25 de mayo, tres días antes de la emergencia con mi vesícula. Ese día, el referido urólogo no me auscultó, pues se limitó a extenderme dos órdenes de laboratorio y citarme para cinco meses después, que se cumplen el ya muy cercano 25 de octubre, con los resultados de dichos exámenes de laboratorio, que se me practicarían poco antes de la cita del 25.

No obstante, no podía  yo permanecer pasivo durante tanto tiempo, y el 31 de julio consulté a un urólogo privado, quien, después de tactos, resonancias magnéticas y biopsias, detectó cáncer de próstata y prescribió un tratamiento radiológico para combatir los tumores. Todo esto, además de la mermada salud, vino a empeorar mi situación económica, por lo que acudo  a usted para que el doctor Ruiz Navarro me envíe de inmediato con el radiólogo después de nuestra cita del miércoles 25 de octubre de 2023. Todos los estudios y diagnósticos necesarios han sido ya llevados a cabo durante dos largos meses, por lo que no sería necesaria más que la humanitaria intervención del IMSS.

Gracias anticipadas por su comprensión e inmediata intermediación en este penoso asunto.

Raúl Gutiérrez y Montero

miércoles, 27 de septiembre de 2023

La gatita de Scarlet

Vivimos la época de la crueldad y el maltrato animal, quizá no tanto porque se den más ahora que en otros tiempos, sino porque los hemos hecho mucho más visibles. Sin embargo, hay casos en que la tendencia apunta muy en otra dirección, como en el de nuestra asistente en el negocio, Scarlet, una chiquilla de 24 años de edad, pero que aparenta no más de 16, cuya gatita, agobiada por sus malestares físicos, huyó del hogar y a la que logró recuperar poco tiempo después, pero su condición física era tan deplorable que decidió llevarla al veterinario para que la “durmiera”.

Así, hace dos días, Scarlet se comunicó conmigo para solicitar permiso de llegar un poco tarde a la tienda para cumplir con tan infausta encomienda, cosa a la que accedí de inmediato. Poco después, se presentó con el doctor hecha un mar de lágrimas para que este le administrara al animalito la inyección letal. Una vez “dormida” la gatita, el veterinario le permitió que se despidiera de ella con un beso, un apapacho y abundantes lágrimas, y la dejó ahí para que el médico dispusiera de ella de la mejor manera posible.

¿No les parece increíble que no hayamos alcanzado este alto grado de civilidad para con nosotros mismos, viviendo, hoy más que nunca, una época de crueldad y maltrato humano con tantísimos “avances” en el campo de la medicina que impiden que uno se vaya de este mundo cuando se le dé su puñetera gana? Aunque fuera simplemente por hartazgo existencial, ¡coño!, decirle a la esposa: Elenita, acompáñame a Farmacias del Ahorro con el médico de guardia para que me administre esto y ya, sanseacabó, y evitarnos resonancias, biopsias y demás, y dejar en la miseria a la familia.

La que ya se está animando es la susodicha Elena, que esta mañana me dijo: Mi rey, con lo que nos queda, vámonos de viaje y, cuando regresemos, te llevo con el veterinario de Scarlet, ¿sale?

Por mí, encantado de la muerte, me cae.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Insoportable sufrimiento

El pasado Día del Padre le pedí a mi hijo que me regalara la “heptalogía” En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, y que consta de las siete novelas Por el camino de Swan, A la sombra de las muchachas en flor, La parte de Guermantes, Sodoma y Gomorra, La prisionera, Albertine desaparece y El tiempo recobrado. Aguanté nada más los tres primeros volúmenes y hasta la página 291 del cuarto. Nunca en mi vida de lector había experimentado tal displacer y frustración con la lectura de una obra, que desmiente cabalmente la afirmación de Marx Arriaga, nuestro flamante director de Materiales Educativos de la SEP, a quien se le imputa la afirmación “Leer por goce, acto de consumo capitalista”. Lo reto a que se sople esta infumable saga de Proust sin quedar más bien asqueado hasta el punto del vómito. Es seguro que don Marx ama entrañablemente a este autor “socialista”.

La trama de la obra es narrada en primera persona por el protagonista de la misma, Marcel, pero esta no consiste más que de la inane ilación de necedades y aburridas escenas en la vida de éste, cuyo clímax se da, paradójicamente, apenas concluida la primera parte del volumen inicial, con la archiconocida y manoseada historia de las magdalenas, esos panecillos que le hacen evocar con nostalgia al narrador tiempos y lugares pasados y entrañables. Tal pareciera que la historia de En busca… empezara y terminara ahí.

La vida en sociedad de nuestro héroe, principalmente en sus relaciones con la nobleza y aristocracia de la época, es deprimente por su vacuidad, pero además, el estilo de Proust resulta insoportable por su prosa embrollada y enrevesada en grado extremo, a tal punto que uno se pierde fácilmente en la “trama” y no sabe ya de qué coños se está hablando.

Pero eso sí, farsantes hocicones se llenan la bocota y proclaman a los cuatro vientos, ah, En busca…, una de las obras más grandes de la literatura universal de todos los tiempos, sin siquiera haberla leído y lamentándose de la terrible injusticia cometida contra Marcel al no habérsele entregado el Nobel de literatura. Por algo habrá sido.

Esta magna obra es de esas que uno está seguro que no la han leído más que el autor y el traductor, pues el que esto escribe aguantó únicamente 1,892 páginas de las 3,258 de que constan los siete volúmenes que la conforman, durante los 94 días que van del Día del Padre a ayer que felizmente abandoné su lectura lleno de júbilo, me cae. Es como comprobar que uno ha sido capaz de liberarse de un vicio.

Lo único que me parece acertadísimo de la historia de Marcel Proust es el título, pues cuando uno se decide a abandonar su lectura no le queda más que ir en busca del tiempo perdido, y cuanto más pronto, mejor. 

viernes, 8 de septiembre de 2023

Cáncer

Quizá alguien recuerde que en mayo pasado tuve una cita con un urólogo del IMSS-Dinamarca, quien, sin auscultación previa, me citó para dentro de cinco meses, una vez que me hubieran corrido algunos estudios ahí mismo relacionados con mi elevado nivel de antígeno, fecha que apenas se cumplirá el próximo 25 de octubre. En el ínter, se presentó el problema con mi vesícula, mal diagnosticado por la médica familiar del mismo Instituto, y que terminó con la extirpación urgente de la víscera en un hospital privado el último domingo de aquel mayo, apenas tres días después de mi encuentro con el referido urólogo, quien, por cierto, ¡desconocía lo que eran los lodos biliares!

Sin embargo, decidí no esperar más y el 31 de agosto acudí con el urólogo particular que intervino de emergencia a mi esposa Elena por un cálculo en el riñón hace casi cinco años (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2018/12/elena.html). De inmediato me auscultó y prescribió un tratamiento de tres medicamentos, citándome para dentro de un mes con los resultados de los niveles de antígeno total y libre en sangre. Transcurrido el mes, estos niveles le parecieron sospechosos, pues su relación indicaba un 38% de probabilidad de cáncer, por lo que me mandó a realizar una resonancia magnética multiparamétrica.

Si ya de por sí esta prueba es tormentosa, pues eso de pasar oprimido de pies a cabeza en un estrecho embudo durante dos horas entre molestos ruidos -que no sonidos- de toda índole es una experiencia infernal inenarrable, los resultados preliminares que arrojó no son nada alentadores, ya que ahora la probabilidad de cáncer se incrementó a un 70%.

A esto le seguirán biopsias, posible extirpación de próstata y mediciones regulares de niveles de antígeno para vigilar que el cáncer no se extienda. Como acertadamente me comentó mi primo, compañero de la misma desgracia: el cáncer no se cura, se controla. Ese es el pedo de hacerse viejito. Digo, mejor marcharse con toda dignidad a los 70 y evitarse estas miserias pasado dicho límite.

Además, todavía me queda el recurso de una segunda opinión el miércoles 25 de octubre en el IMSS-Dinamarca.

No se rían.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

El Instituto Electoral me llama frívolo

A raíz de mi denuncia http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/06/eslibia.html ante el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) en contra del tramposo gobernador de la entidad Diego Sinhue y su favorita para sucederlo Libia Dennise (nuestra Sheinbaum vernácula), misma que les envié tal cual con los soportes periodísticos correspondientes, me responden de ahí, en un largo y farragoso auto de trece páginas, que por frívola, al basarla únicamente en despachos noticiosos, mi denuncia fue desechada, pero cómo quieren que uno sustancie su queja con documentación oficial si los sujetos obligados se niegan a proporcionarla vía la Plataforma Nacional de Opacidad (PLATANO, nunca mejor aplicado un acrónimo a un ente gubernamental) a través del Instituto de Acceso a la Información Pública para el Estado de Guanajuato (IACIP).

Ya con anterioridad relaté mis vicisitudes con dicha plataforma para allegarme información de interés público en general, pero especialmente para este caso en particular  (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/08/plataforma-nacional-de-opacidad.html).

A pesar de todo, mi denuncia dio para dos visitas de la autoridad electoral local a mi domicilio y una -supongo- concienzuda y extensa investigación de su parte para desechar con cualquier pretexto mi lamento.

Por mi parte, sigo a la espera de la información solicitada al Ejecutivo estatal mediante los recursos de revisión que interpuse mediante la PLATANO y que podría tardar algunos meses en llegar.

Como diría el gran Kalimán al buen Solín: Paciencia y serenidad.

jueves, 31 de agosto de 2023

Plataforma Nacional de Opacidad

Desde 2005, casi con la entrada en operación del IFAI -hoy INAI-, me volví un usuario consuetudinario de su sistema de solicitudes de información (Sisi, luego Infomex), y así seguí hasta 2016, año en el que la “novedad” se me había pasado y después de obtener mediante su intermediación decenas de repuestas a solicitudes de información personal y pública. Una maravilla. Todo esto bajo los regímenes prianistas de Fox, Calderón y Peña Nieto.

Desgraciadamente, a raíz de un asunto federal y otros locales de orden electoral y de justicia, hoy que vuelvo a requerir de sus servicios mediante la rimbombante Plataforma Nacional de “Transparencia” (PNT), me he topado con pared, pues al solicitar su intervención para obtener de parte de Presidencia de la República el monto de los ingresos reales del llorón de López Obrador, fui ignorado olímpicamente, pues ni siquiera solicitaron la ampliación de plazo para responderme (¡de 20 a 30 días hábiles!). Simplemente me ignoraron, violando toda normatividad al respecto. Qué extraño, ¿verdad? No les vayamos a salir con eso de que la ley es la ley.

Pero ya recurrí su falta en los siguientes términos para que se convierta en un recurso de revisión, a ver si en dos o tres meses me responden: “Se cumplió la fecha límite y no se me ha notificado absolutamente nada, mucho menos la información solicitada. Insisto: requiero saber las percepciones totales brutas y netas del Presidente de la República considerando no únicamente su salario, sino todas, absolutamente todas, las prebendas inherentes al cargo, como vivienda, vestido, alimentación, gastos médicos, viajes, colegiaturas del hijo menor de edad Jesús Ernesto, así como gastos en general de este y de la esposa/madre Beatriz Gutiérrez Müeller. En resumidas cuentas cuál es el paquete anual de ingresos de Andrés Manuel López Obrador, o monto del presupuesto de Presidencia que es dedicado a estos menesteres. La información debe de existir, háganmela llegar a la brevedad. La oficina presidencial está violando la norma con esta dilación. La ley es la ley, por más que el Ejecutivo afirme lo contrario.”

Los otros tres asuntos son de orden local: dos contra la “gobernadora electa” de Guanajuato, Libia Dennise García Muñoz Ledo, por cuestiones preelectorales, y otro contra la Fiscalía General de Justicia del estado por un crimen abominable cometido hace más de un año y del que nada se ha informado. Las odiosas respuestas de las correspondientes oficinas son las de cajón, de librito, para evadir toda responsabilidad:

“Esta Secretaría hace de su conocimiento que después de realizar una exhaustiva búsqueda en la información en poder de esta Dependencia, no se encontró registro alguno relacionado con gastos del evento del Día del Comerciante en el Parque Bicentenario el día 5 de julio.”, me responde doña Libia desde la Secretaría de Desarrollo Social y Humano, que encabeza.

Y un choro mareador similar del Fiscal sobre un crimen espeluznante cometido hace más de un año y del que los guanajuatenses estamos ayunos de información.

Pero ya recurrí ambos casos y los dos se convirtieron en recursos de revisión, que esperamos se resuelvan favorablemente en los próximos meses. El otro asunto preelectoral relacionado con Libia lo acabo apenas de subir a la Plataforma hace unos días y espero respuesta el lunes 4 de septiembre, que muy seguramente será en los términos de su respuesta anterior, pero ya lo estaremos recurriendo, me canso ganso.

¿Plataforma Nacional de Transparencia? Por favor, insufrible sistema de flagrante opacidad.

sábado, 19 de agosto de 2023

Cuadratura del 8

Comentamos con anterioridad que la cuadratura del círculo no es posible, es decir, no es posible construir un cuadrado de área π, por lo que estrictamente estamos hablando de la cuadratura de π, pero lo que ha prevalecido en el habla popular -ignorante de su origen- es la cuadratura del círculo, con lo que queremos referirnos a un problema de difícil -si no es que imposible- solución (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/08/como-descubri.html).

Yo iría un paso más adelante, pues pareciera que ni siquiera es posible la cuadratura de 8, y si no, a ver, díganme cómo construiríamos un cuadrado de área 8, esto es, uno que tenga longitud Ö8 por lado.

Bueeeno, pues podríamos intentar construyendo un cuadrado mayor de área 16, o sea, de longitud 4 cada uno de sus lados (ver figura) y dividirlo en cuatro cuadrantes de área 4 cada cual, para, acto seguido, trazar una diagonal en cada uno de ellos. Obviamente, cada uno de los dos triángulos rectángulos resultantes por cuadrante tendría área 2, peeero, lo más importante, el cuadrado menor inscrito en el mayor tendría, claramente, ¡área 8!

4

                                                                                Ö8

¡Qué hermosa manera tenía Sócrates de instruir a sus discípulos sobre peliagudos problemas matemáticos en los que ellos solitos llegaban a la solución y, más importante aún, como pretexto para instruirlos sobre problemas morales más profundos (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2016/10/todos-somos-genios-pocos-son-virtuosos.html)!

¡Qué belleza, caray!

viernes, 18 de agosto de 2023

Soy un escritor frustrado

Llevo más de tres lustros escribiendo estas tonterías. Empecé enviándolas al periódico local, que algunas veces las publicaba, hasta que me volví un colaborador habitual suyo, defenestrado unos años después por atreverse a “insultar” a un funcionario federal de medio pelo del régimen de López Obrador, leonés él y eterno aspirante a la gubernatura del estado por el partido oficial. No por ello dejé de escribir, pues seguí haciéndolo para mí mismo y algunos de mis cercanos, poquitos, que se incrementaron con el paso de los años a más de una centena, que incluye corresponsales de toda índole, no únicamente amigos. Alguno de plano me solicitó que no lo molestara más con mis inanes envíos y lo di de baja, y otro par de “amigos”, que manifestó abiertamente su desprecio por mi desinteresado esfuerzo, corrió la misma suerte. Digo, para qué perturbar a alguien que en realidad no te “traga”. Y quién sabe cuántos más no habrá en la centena y pico que aún conservo. Mejor no me lo digan, prefiero que sigan amistosamente ignorándome.

Pero nada le hace, pues escribir, aunque sea estupideces, representa una catarsis -f. Purificación, liberación o transformación interior suscitadas por una experiencia vital profunda (RAE)-, como lo podrá confirmar cualquiera que ejerza la actividad, aun si sólo lo hace lúdicamente, como yo.

Hay sin embargo otras personas, muy monas, que me conminan a que escriba un libro. Pero sobre qué carajos, me pregunto yo, para de inmediato caer en la tentación de que pudiera ser con los retazos -trozos, no retos- que he acumulado a lo largo de lustros.

Ya hasta título tengo para la potencial obra: Mis sobras completas, que seguro alcanzaría hasta para el Nobel de la especialidad, ¿o alguien lo duda?

sábado, 12 de agosto de 2023

Sui géneris botana de hernia

A mediados de 2011 empecé a sospechar que padecía de una hernia en estado avanzado que comenzaba a ser estrangulada por la estructura anatómica que debiera de fijarla, pues si permanecía mucho rato de pie sentía que me iba a desvanecer, al grado de tener que sentarme de inmediato para no correr el riesgo de desmayarme. Con el fin de no errar en el auto diagnóstico quise tener la opinión de algún gastroenterólogo de prestigio que lo confirmara con tan solo auscultar la protuberancia en la parte baja izquierda de mi vientre. Como sabía que el médico leonés José Ángel Córdova Villalobos, secretario de salud de Felipe Calderón en ese entonces, seguía ejerciendo su especialidad los fines de semana en su natal León, presto concerté una cita con él, sólo para confirmar una hernia inguinal ¡bilateral!, esto es, por partida doble: una en cada ingle.

De inmediato Córdova se ofreció a intervenirme, solicitando únicamente que le proporcionara los formularios del seguro de gastos médicos mayores para que él procediera a llenarlos. Como yo ya no contaba con dicho seguro, y ante lo oneroso de la intervención, le mencioné que me abocaría a lo que me solicitaba y le avisaría cuando todo estuviera listo, pero más bien fui en busca de otras alternativas.

Por ese entonces peleaba yo con el IMSS mi pensión de jubilación, ya que en un principio me la quitaron, quesque por haber laborado para mi esposa para restituir mis derechos, y, una vez que me la hubieron restituido, por el monto, pues la calcularon erróneamente, pero seguía manteniendo mis derechos médicos incólumes. Cuando le comenté al director de servicios jurídicos de la delegación en Guanajuato del IMSS -contra quien peleaba en ese momento mis derechos- mi encuentro con Córdova Villalobos, en un arranque de nobleza que lo honraba y que no me esperaba, se ofreció a ayudarme. Le comenté que los tiempos del Seguro eran los del Señor y que quién sabe cuándo me pudieran programar la cirugía doble que yo requería de urgencia. Con toda parsimonia me atajó y preguntó: “¿Cuándo estaría usted dispuesto para la operación? ¿La próxima semana, el lunes, martes…?”. El martes, lo interrumpí antes de que se arrepintiera.

Y así, el martes 12 de julio de 2011 a primera hora, un doctor Magdaleno del hospital Ángeles y su ayudante me sometieron a la “multicirugía” en la Unidad de Medicina Ambulatoria 55, cada cual en “su” ingle, y me colocaron mallas que hasta la fecha.

Después de toda la parafernalia que se acostumbra en estos casos, mi esposa y un servidor fuimos saliendo de ahí como a las dos de la tarde. Como me sentía de maravilla, le propuse a Elena, una vez en el auto, que cruzáramos la calle rumbo a la plaza donde se encuentra nuestro negocio y que comiéramos en el Toks que se halla ahí mismo. Ordenamos unos tacos de cochinita pibil y un par de cervezas, agradeciendo  al cielo que todo hubiera salido a la perfección.

Terminada la degustación, mi mujer se quedó en la tienda y yo tomé un taxi en la calle para que me devolviera a la casa. Todavía bajo los influjos de la anestesia iba yo platicando de lo más animado con el chofer, pero cuando los efectos del somnífero cesaron por completo, recostado en la cama, fui consciente de mi imprudencia e irresponsabilidad al no haberle solicitado a mi querida Elena que me devolviera de inmediato al hogar para que convaleciera.

Las molestias de las heridas eran grandes, pero afortunadamente bastó una noche de buenos analgésicos y mejor dormir para amanecer al día siguiente plenamente renovados.

Lástima que ya no disponga de estas buenas relaciones en el Seguro, que me hubieran ayudado a sortear las emergencias que padecí  hace unas semanas.

miércoles, 9 de agosto de 2023

El Poder

Pareciera como si los primeros 69 años de mi vida no los hubiera pasado yo bajo regímenes autoritarios y hoy, de repente, bajo la férula del orate que nos gobierna, lo descubriera mágicamente. Pero es que antes, o por lo menos desde 1997, podíamos ufanarnos de que habíamos sido capaces de construir contrapesos que limitaran un Poder prácticamente omnímodo, que hoy el Gran Imbécil de Palacio de plano ignora. A él que no le vengan con eso de que la ley es la ley, pues esta se promulgó para violarla, y es lo que mejor hace todos los días, a pesar de las reconvenciones de organismos e instituciones para que no lo haga, contraviniendo el juramento que hizo al principio de su Gobierno de “guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me confirió, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión, y si así no lo hiciere, que la Nación me lo demande”.

En serio, esto fue a lo que el perjuro se comprometió, y nosotros no nos atrevemos a demandarle su incumplimiento.

Porque este idiota ha demostrado palmariamente la magnitud de ese Poder destruyendo, y si no, díganlo el NAIM, el sistema de salud, la distribución de medicamentos, las escuelas de tiempo completo, el pésimo manejo de la pandemia, sus obras de relumbrón, que no son más que dinero echado literalmente al caño, y un largo etcétera que ya ha sido repetido hasta la saciedad cientos de miles de veces por cientos de miles de voces. Y quién ha podido hacer nada o intentado siquiera levantar la voz. Empezando por mí, a pesar de que la ley nos da elementos para defenestrar al zafio, palurdo, necio, botarate aduciendo simple insania mental.

No me cabe duda, este animal ha sido el Presidente de la República más poderoso del último siglo, y vaya que lo ha demostrado destruyendo, destrucción que va a tomarle a México varias generaciones saldar, y eso sólo si conseguimos librarnos de la caterva de parásitos y corruptos que ha prohijado en su entorno.

Vergüenza deberíamos sentir por haber entronizado a este megalómano, pero más por permitir que siga “obrando”.

lunes, 7 de agosto de 2023

Esa patológica inseguridad en mí mismo

Hace casi siete años relaté en este espacio el acto más bochornoso que me haya tocado sufrir en la vida en carne propia (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2016/11/un-correo-providencial.html).

Todavía recuerdo cómo, a principios de los 70, una compañera me arrojó su suéter durante un seminario de tesis en el que participábamos -ella para obtener la maestría y yo la licenciatura- mientras exponía mi tema: “¡Carajo, pinche Raúl, eres patológicamente inseguro!”, me espetó a la cara, delante de los otros tres que participábamos en el ejercicio junto con nuestro común director.

Más de veinte años después la situación no había variado mucho. Yo ya trabajaba para IBM y había sido asignado a los Estados Unidos para laborar en un centro de soporte técnico internacional que se encargaba de mantener al día a ingenieros de sistemas de la empresa en todo el mundo sobre los avances más relevantes en las TIC (tecnologías de la información y comunicación). Estamos hablando de los albores de los 90, y uno de mis deberes como responsable del software de telecomunicaciones más importante de  la empresa consistía en viajar alrededor del mundo una vez al año para actualizar a mis colegas sobre lo que en nuestros laboratorios en Carolina del Norte (Research Triangle Park) se estaba desarrollando. Como tal, ya me había tocado viajar el primer año a Hamburgo, Sao Paulo, Tokio, Singapur y Sídney para “confrontar” a técnicos de toda Europa, Sudamérica, Asia y Oceanía ávidos de saber, con exposiciones en inglés en auditorios atiborrados.

Ya se imaginarán lo que todo esto representaba para un “inseguro patológico” de mi calaña. Quedaba reducido a la más mínima expresión después de los tres días, horario laboral completo, que abarcaba la “conferencia magistral”. Ni los más demandantes maratones exigieron nunca tanto de mí.

El año siguiente, 1991, el tour abarcó Raleigh, NC, donde residía; La Hulpe, Bélgica; Río de Janeiro y, nuevamente, Tokio, Singapur y Sídney. La paleolítica tecnología de la época no daba más que para exponer nuestro tema en esos viejos proyectores de acetatos tan comunes entonces. La etapa final en Australia, cierre de mi encomienda y de los dos años de asignación en Estados Unidos, los sempiternos nervios no me abandonaron hasta que, angustiado hasta el delirio, detuve mi exposición apenas iniciada e inquirí a la audiencia que por favor me confirmara si el proyector estaba vibrando insoportablemente, a lo que todos asintieron al unísono y enfáticamente que así era.

- I’m sorry, I thought it was  me who was trembling (Lo siento, pensé que era yo el que estaba temblando) -me excusé, a lo que siguió una sonora y unánime carcajada, pues era evidente mi extremo nerviosismo, lo que permitió tranquilizarme y terminar felizmente mi proyecto de vida.

Lo de 2016 en la UNAM, cinco lustros más tarde, no fue más que el ocaso del odioso.