Ayer todavía funcionaba la app bancaria de mi celular a la perfección; hoy, ya no. Lo mismo ocurrió hace tres meses con la app de negocios de nuestra tienda. En esa ocasión me conformé con que la pantalla inicial me permitiera todavía la generación del token para poder entrar a la aplicación bancaria desde la web. ¡Todo un celular únicamente para eso! Esta vez ya no aguanté y me quejé con el banco, pues aunque el token también funciona en este caso, mi tarjeta de crédito está ligada a la aplicación y ya no puedo utilizar la tarjeta dinámica y el CVV (card verification value) correspondiente, además de que como por seguridad la traigo apagada, ahora no puedo encenderla y desde la web no se tiene la opción. En pocas palabras, de la noche a la mañana, me quedé sin tarjeta de crédito, como si la hubiera extraviado o me la hubieran robado, ¿se imaginan?
Intenté reinicializando la app, y nada; actualizando dicha aplicación mediante Play Store y ésta ya no me lista la BBVA app que yo tengo, como alternativa válida, como si dicha aplicación detectara que mi teléfono es ya obsoleto para esa nueva versión y ni siquiera me la desplegara. Esto es, un caso flagrante de obsolescencia programada. ¿Por qué las cosas dejan de funcionar y sin previo aviso? Somos cautivos de la tecnología y pareciera que ella nos maneja a nosotros y no al revés. ¡Qué impotencia y qué rabia!
¿No será que existe una colusión entre grandes consorcios comerciales (bancos, tiendas en línea y demás) y telefónicas para hacer obscenamente redituable un negocio que ya de suyo lo es. Probablemente terminen recomendándome que cambie de celular. No, ¡espérame!, este todavía funcionaba ayer de maravilla, y ahora me sales con que tengo que comprar uno nuevo y costoso nada más porque tus aplicaciones (personal y de negocios) ya decretaron su obsolescencia entre muchas otras que sí funcionan. No me parece nada ético.
Por más de veinte años trabajé en una empresa tecnológica y sé muy bien de qué lado mascan las iguanas. Yo creo que por eso hoy en día todo lo tecnológico se me indigesta y prefiero, por sobre estar jugando con uno de esos estúpidos adminículos llamados inteligentes, dedicar mi tiempo al estudio y la lectura, por más mamón que suene, ah, y a ofrecer como el medio de contacto más confiable y seguro para localizarme el teléfono fijo del que me he valido toda la vida.
Lo demás, es sólo una pérdida de tiempo, ya lo dije antes (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2022/10/los-buenos-viejos-tiempos.html).
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