miércoles, 28 de noviembre de 2007

Cuando Banderas estuvo en México

Fui con la familia un par de días a San Luis Potosí. Carolina, mi hija, insistió en que quería retratarse con Antonio Banderas, que ahí filma Legend of Zorro 2, y ahí vamos. Poco antes de llegar a la capital nos desviamos hacia una localidad llamada El Gogorrón, donde se graba la mentada película, y en el camino encontramos un enigmático letrero carretero LOZ, hecho con todas la de la ley. La intuición de mi esposa acertó: Legend of Zorro. ¡Ooohhh!

Seguimos esa brecha y un guardia de seguridad nos detuvo al final. ¡Imposible!, dice. ¿Ni por medio de Dios padre?, pregunté yo. Ni así, responde el abnegado portero. En eso salió un carro negro y nos dimos a la tarea de seguirlo. Varios kilómetros adelante se desvió en una señalización bastante chafa que sólo rezaba Cortez Ranch. Otros cuantos kilómetros de camino muy sinuoso y polvoriento, con el cuate de adelante oliéndoselas ya de atrás tiempo de que lo perseguían. Sin nuestra camioneta hubiera sido imposible la travesía. En el camino varios lugareños nos saludaban emocionadísimos: nos hacían con guarura y toda la cosa. De nuevo, al llegar a la entrada de, esta sí, locación fílmica en toda la hollywoodesca extensión de la palabra, el guardia en turno nos pregunta, después de haber dejado entrar al guarura: ¿y su cartón naranja? Nos mandaron acá para que nos lo dieran, le respondo, venimos siguiendo a nuestro guía. ¡Ah, pues, pásenle! Nos estacionamos, y ahí, a cincuenta metros: ¡Antonio Banderas!

En eso, el guarura ya había ido con el chisme con el jefe de seguridad y ¡mole!, que nos cae. ¿Qué hacen ustedes aquí? No, pus nomás pasábamos y se nos hizo buen detalle entrar a saludar al señor Banderas y a que la niña se tome una foto con él.

No hubo manera de hacerle entender a este otro cancerbero que veníamos desde Carolina del Norte sólo a eso (la caminoneta lo aparentaba bastante bien), que la niña era una enferma terminal que seguramente no llegaría al final del año, que la señora que la acompañaba estaba también bastante mal (calentura elevadísima, entre otros preocupantes síntomas), vamos, que hasta al niño y a mí nos encantaría subirnos al caballo de Catherine Zeta Jones-Douglas.

No hubo manera, repito. Lo más que sacamos fue el ofrecimiento de una fotografía autografiada que será enviada a nuestra casa en León (¡qué idotas, finalmente nos confesamos de León, hágame usted el favor!), y la promesa de que Carolina será la primera en retratarse con Toño cuando éste cierre la filmación de su bodrio en Guanajuato capital (22-25 de noviembre)... si la niña sobrevive a fecha tan lejana, claro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TE AGRADEZCO, PAPI, POR ESE VIAJE TAN MARAVILLOSO. COMO SIEMPRE, HACES TODO POR AYUDARME A CUMPLIR MIS SUEÑOS.

GRACIAS.