Cuánta megalomanía se esconde en la frasecita ésta. Como quien concede paternalmente: “Yo soy de todos ustedes, Yo soy todos ustedes, ¡Yo soy Dios Todopoderoso!”, y enseguida -para infinita vergüenza ajena de “todos ustedes”- sacar su pañuelito blanco y, agitándolo estúpidamente, repetir como tarabilla: “Ya no hay corrupción en México, se acabó la corrupción”, mientras Lozoya, corrupto entre los corruptos, cena en el Hunan y los sabuesos del “incorruptible” persiguen a científicos aterrados, más que culpables.
No dudo ni tantito que las voraces compañías energéticas se hayan enriquecido obscenamente -entre ellas, su “consentida”, Iberdrola- a costa de todos los mexicanos, y que los científicos hayan resultado, por decir lo menos, torpes y descuidados en el manejo de sus presupuestos, pero de aquí a reformar el mercado de la energía de manera tan lesiva que acarreará a todo el país ingentes daños que tardaremos una generación en corregir, si no es que de plano se vuelven irreversibles, y perseguir a nuestros científicos con una saña que ya quisiéramos que aplicara sobre sus impresentables hermanos, Lozoya y adláteres, media una maldad enfermiza.
Por qué mejor no regular el mercado de la energía; sí, sí, con tus aborrecibles CRE, CNH y Cenace, para lo cual tendrías que respetar su autonomía, y dejas de perseguir a nuestras mujeres y hombres de ciencia, que lo único que le pueden acarrear a México son bendiciones, para decirlo en el único lenguaje que parece que entiendes. Y conste que en este escrito me he referido tan sólo a un par de problemas, pero son incontables los que ha ocasionado tu supina ignorancia.
“Yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes”. Si ya no sabes qué hacer con tanta basura, no quieras endilgárnosla a nosotros, pues corres el riesgo de que, por asepsia, la incineremos.
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