El colmo
Todos estos años de derechohabiente utilizando los servicios del IMSS me han permitido darme cuenta de las miserias de nuestro sistema de salud. Para no ir más lejos, esta mañana tenía yo cita de revisión con el proctólogo que me prescribió la colonoscopía de la que hablé la vez pasada, cita programada desde hace más de dos meses para hoy, 16 de diciembre, en la mañana. Me levanté a las 6 para estar ahí lo más temprano posible y, llegada la hora, relatarle al médico tratante la experiencia vivida el día de la guadalupana.
Me apersoné en la clínica a las 8:30 de la mañana para la cita de las 9:30, entregué mi cartilla, carnet o tarjeta (como le llaman ellos) de salud a la asistente, que no me informó de ninguna eventualidad, y me dispuse a esperar. Finalmente, a las 10:30, tras dos horas de espera, me llamó dicha asistente para informarme que el médico de marras no vendría, pues “estaba de incapacidad”, y anotó en un papelito el teléfono y la extensión a la que debía yo llamar el 5 de enero de 2026 para que se me asignara una nueva cita, ya que para este año no se dan más citas.
Ya imaginarán ustedes mi frustración al no poderle plantear al médico personalmente todas las inquietudes despertadas en mí por la amarga -por decir lo menos- sesión colonoscópica.
A todo esto, me pregunto yo, ¿hasta qué punto es Zoé Robledo accountable por todo el desmadre que trae en “su” sistema de salud?, y eso que lo mío es juego de párvulos comparado con la distribución de medicamentos, las muertes de todo tipo por negligencia del Seguro y las tan traídas y llevadas criaturas con cáncer.
Esta vez buscaré consuelo en la medicina privada este mismo año.

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