¡A la chingada con la tecnología!

Hace dos meses exactamente comentaba que mi blog era un desastre, razón por la que me decidí a modernizarlo durante los pasados sesenta días, a lo largo de los cuales las visitas a mi sitio se incrementaron exponencialmente, pasando de 2123 en octubre, que ya me parecían exageradas, a 4047 en noviembre, y ¡a 8259 en lo que va de este diciembre de 2025!

Mi espacio adquirió un aspecto muy profesional y atractivo. Eso sí, plagado de anuncios, como cualquier otro de los que abundan en la red y que tanto desesperan a las audiencias, empezando por mí. Dos sitios que visito regularmente todos los días son los de los diarios nacionales El Universal y El Financiero, pues hagan de cuenta, el mío quedó igual que el de ellos, muchas veces hasta con anuncios idénticos. Claro, los de ellos con decenas de miles de visualizaciones, si no es que millones, y con el concomitante negocio en Jauja.

Lo que primero me hizo sospechar de que algo no marchaba bien fue que la lectura de mis artículos no se incrementaba en la misma proporción, ni mucho menos, y, más evidente aún, que mis ingresos crecían al ritmo de míseros pocos pesos, si no es que de centavos.

Así que me decidí a entrar en charla con ChatGPT e inquirirle al respecto, y me confirmó lo que yo ya sospechaba desde un principio: ese tráfico absurdo está siendo provocado por inocuos -hasta ahora- bots que incluso con el solo nombre del blog, sin necesidad de entrar a él, incrementan desmesurada y artificialmente las ¡estadísticas, que no el tráfico!, y me recomendó, una vez que me recetó complicados mecanismos técnicos con los que podría liberarme de estos bárbaros ciberdelincuentes y que yo me hubiera rotundamente negado a aplicarlos, que mejor me olvidara de todo y que simplemente siguiera escribiendo por el simple placer de hacerlo, sin esperar retribución alguna a cambio.

Me pareció un consejo de lo más prudente y mesurado, por lo que hoy he optado por mandar a la tecnología al mismo sitio donde la historia tiene recluido al Supremo imbécil, y seguir llenando mi espacio con este tipo de tonterías.

A ver cuántas visitas y centavos me genera este escrito.

¡Pero, mejor, que vivan la libertad y la independencia!

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