Da
pena decirlo, duele escribirlo; pero la corrupción ha perturbado los tres
Poderes sobre los cuales pesa la responsabilidad constitucional de dirigir la
buena marcha de la Nación Mexicana.
Édgar Ulises Báez Gutiérrez (Tesis profesional, capítulo V
–único no plagiado- , p. 206)
Édgar Ulises Báez Gutiérrez nunca supo que su tesis profesional había sido plagiada en favor de la actual ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) Yasmín Esquivel Mossa. No fue sino hasta que se destapó la pestilente cloaca, que él se enteró. En 1986 se recibió de licenciado en derecho por la UNAM con el trabajo Inoperancia del sindicato de los trabajadores de confianza del artículo 123 constitucional apartado “A”, que es idéntico en contenido, aunque de título diverso –Inoperancia de los sindicatos en los trabajadores de confianza del artículo 123 apartado A-, al que sirvió a Esquivel Mossa para titularse en 1987, también en derecho, pero en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón, de la misma UNAM.
La “licenciada” Esquivel alegó desde un principio que era ella la plagiada, pues había concluido su trabajo en 1985, incluso hasta levantó una denuncia por plagio ante el ministerio público. La que en ningún caso salía bien librada era la asesora de ambos, Martha Rodríguez Ortiz, pues necesariamente supo la verdad desde que se cometieron los ilícitos, pero de inmediato manifestó su apoyo por la ministra, aunque la evidencia condenara a ésta irremisiblemente.
Sin embargo, como doña Yasmín era una seria contendiente a ocupar la Presidencia de la Corte a partir de 2023 y totalmente afín al actual régimen y principalísimamente a su líder López Obrador, además de esposa de José María Riobóo Martín, uno de los mayores contratistas del Gobierno federal -del Presidente, pues-, éste de inmediato calculó el riesgo de perder a su alfil en el Poder Judicial, si no ya como Presidenta por obvias razones, al menos como “simple” ministra, y puso en marcha su malévola maquinaria. En primer lugar, por medio de interpósita persona, instruyó al rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, a que sus tribunales institucionales se declararan incapacitados de llegar a una verdad jurídica, pues nadie aceptaba culpa alguna, vamos, ¡ni siquiera la delincuente que asesoró a los pasantes, Martha Rodríguez Ortiz! El representante presidencial fue tajante: el rector aceptaba su propuesta y cesaba fulminantemente a Rodríguez y ésta obedecía sin chistar, o el presupuesto anual de la UNAM se vería seriamente afectado y Rodríguez Ortiz sujeta a un proceso penal perdido de antemano.
Por lo que se refiere al plagiado, Báez Gutiérrez, López Obrador fue menos benevolente: le envió únicamente un emisario o achichincle a notificarle que por ningún motivo intentara defender sus derechos, pues estaban prestos a desempolvar los dos expedientes que existían en su contra por denuncias de agresión sexual, así como a abrirle uno nuevo por posesión de dos actas de nacimiento diferentes.
Y se llegó enero de 2023, y con él la estrepitosa derrota de Yasmín Esquivel Mossa en la elección entre pares para la Presidencia de la SCJN, que quedó en manos de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, pero con el triunfo inobjetable de López Obrador por haber mantenido su cabeza de playa en el máximo tribunal de la nación, que le garantiza un voto seguro, entre varios otros, a sus desquiciadas reformas y leyes, como la de la industria eléctrica, que no fue declarada inconstitucional gracias al voto de último momento de ¡Gutiérrez Ortiz Mena, precisamente!, que junto con el de Yasmín, permitieron dejar el marcador 7-4 a favor de declararla inconstitucional, pero como se requerían al menos 8, la ley de AMLO quedó incólume y éste salió fortalecido y triunfante.
De todo lo anterior, el empeño del Presidente por conservar a Esquivel en la Corte, además de hacerle un favor a su amigo y contratista favorito Riobóo Martín, esposo de la plagiaria.
Es vergonzoso admitirlo: lo que en cualquier país desarrollado del mundo -Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania- sería motivo de deshonra, defenestración y hasta cárcel, en México es pretexto de pelea por el Poder. Un japonés en circunstancias similares optaría incluso por el suicidio.