Empezando por mi esposa Elena, por supuesto, que en el primer trimestre de 2023 cumplirá 15 años con su negocio, el cual es ya un referente en la ciudad de León. De ella fue la idea original de adquirir esta franquicia de una reputada firma a nivel nacional, pero la ha cuidado y hecho crecer a lo largo del tiempo como si ella fuera el franquiciante, con todo el amor y cuidado que le son característicos. No en balde los clientes se refieren a su tienda en los términos más elogiosos. Pero no sólo eso, atiende ya a una vasta clientela a todo lo ancho de la república que ha sabido agenciarse a través de sus redes sociales y a quienes hace llegar sus productos en tiempo y forma a través de empresas de mensajería. La pandemia y la modernidad la obligaron a ello, sin necesidad de constituirse en un negocio formal en línea, pero atendiendo a todos los consumidores con los más altos estándares de calidad y servicio, incluidos, claro, los que presencialmente acuden al establecimiento.
Yo no he sido más que una estatua de sal en todo esto. Mi única responsabilidad ha sido, desde un principio, pagar en tiempo y forma a nuestros proveedores de bienes y servicios… con los recursos que ella genera, obviamente. En buen romance, soy un mantenido.
Un espécimen aparte lo constituye mi hija Carolina, que después de una exitosa carrera de seis años en una reconocida empresa marroquinera internacional como diseñadora y publicista, es hoy en día directora de marketing de la que quizá sea la inmobiliaria más grande y famosa de León. Esto, sin demérito de su destacada carrera académica en el Tec de Monterrey, donde se distinguió como la mejor graduada de su generación de todas las carreras y pronunció un impresionante discurso a nombre de todos sus condiscípulos que dejó arrobados a los presentes, incluido el Presidente del Consejo del campus León, y que fue rubricado con un estruendoso aplauso y hasta con sonoros vítores. Qué orgullo, caray.
Y una tercera mujer de la que quiero dejar testimonio -aunque no lo crean- es mi dentista, sobre todo a raíz de lo que me ocurrió hace algunos días con el sujeto que solía desempeñar esta función sobre mi incontinente bocaza, y que ignominiosamente me corrió de su consultorio cuando le reclamara su falta de formalidad (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2022/12/yo-soy-puntual.html). Pues bien, no se imagina el inmenso favor que me hizo, pues, para no variar, Elena me recomendó a la suya y resultó ser ésta una profesionista sin par. Una dama muy joven, guapa y agradable, a pesar de ser ya madre y esposa, pero con una capacidad, destreza y seguridad en sí misma que ya quisieran los más viejos. Trabajó intensamente sobre mi dentadura por casi hora y media, y la dejó a mi entera satisfacción. Ah, y resultó ser tan puntual como yo.
Con mujeres como las anteriores, cómo dudar que el mundo les pertenece… o debiera pertenecerles. Es cosa de unos pocos años más. ¡Vivan las mujeres!
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