miércoles, 9 de junio de 2021

Simple, rudimentario, pedestre

¡Como México no hay dos!, más que jubiloso grito de orgullo, suspiro de alivio al cielo.

Propio

Cada vez me avergüenzo más de López Obrador, y no sólo por la “cordial” bienvenida al Presidente de Estados Unidos Kabala, pues en una sola frase le cambió cargo, sexo y nombre, sino por la inconmensurable estupidez que todos los días pone de manifiesto. Y la estupidez, ya lo sabemos, es directamente proporcional al poder que se detenta. Si el señor fuera un simple ciudadano, allá él y su congénita idiotez, pero si es Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, la magnitud de sus dislates crece exponencialmente.

La escritora Sara Sefchovich dice que pareciera que AMLO quiere tirar ya la toalla y por eso su insistencia con la revocación de mandato, y que no debiéramos permitírselo, pues fue elegido para ser Presidente por seis años y que ahora estamos obligados a exigirle que desfaga todos los entuertos que ha provocado. En el mismo sentido se manifiesta el ex presidente del IFE (hoy INE) Luis Carlos Ugalde, pero él apunta que no hay que hacerle el caldo gordo al déspota permitiéndole que se haga publicidad con la mentada revocación y que mejor cumpla, simple y llanamente, con lo que le resta de gestión.

Yo más bien soy de la opinión del académico Macario Schettino, que le sugiere al tirano que por fin haga algo bueno por México y se marche ya, y qué mejor manera de lograrlo, digo yo, que con una revocación de mandato bien manejada. Y estaríamos apenas a nueve meses de lograrlo. ¿Que habría una especie de caos en la rebatinga por el Poder?, cómo negarlo, pero sería mucho menor que con una desaparición repentina del Señor, que nadie desea.

Y es que no debemos permitir que un ignorante supino siga haciendo las cosas a su antojo, y hacer valer nuestro derecho -plasmado en los ocho numerales de la fracción IX del artículo 35 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y debidamente reglamentados por el Congreso de la Unión- de revocarle el mandato a un inepto, incompetente y corrupto.

Así que preparémonos desde ahora, con entusiasmo e inteligencia, para la llegada de la fecha mágica: marzo de 2022, y no permitamos que el tirano la tome como una oportunidad de manipular a las masas para mantenerse en el Poder o, peor aún, para conformar una plataforma de lanzamiento para una inconstitucional extensión de su mandato o hasta una ominosa reelección. Ojalá surjan líderes en la sociedad civil -esa que tanto desprecia nuestro “héroe”- que lideren este titánico empeño.

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