viernes, 11 de septiembre de 2020

Remordimiento

Mi amigo RS me visitó intempestivamente la otra noche y me preguntó que si me encontraba solo, pues tenía necesidad de platicarme algo.

Resulta que el día anterior por la tarde fue a visitar a su amiga X, ya que ella, en su ansiedad, quería conversar con él. X actuaba de manera extraña y, en efecto, parecía muy ansiosa. Estuvieron hablando de cualquier cosa durante un buen rato hasta que los sorprendió la noche, sin dejar ella de manifestar ese extraño comportamiento. De repente, se acercó a mi amigo y con un actuar un tanto grotesco producto de su estado, lo besó y se le insinuó. RS, que nunca había tenido una proximidad tal con X, sutilmente la rechazó, no queriendo en su situación abusar de ella, pero que tampoco se ofendiera por su negativa. La mujer le insistió en que no lo tomara a mal, que conocía a Ch, su esposa, y que jamás se atrevería a traicionarla de esa manera, que lo único que quería era intimar con él esa única vez.

RS se mantuvo firme en su suave negativa, la tranquilizó como pudo y, creyéndola a salvo, la dejó a buen recaudo y emprendió la marcha hacia casa para reunirse con Ch y los hijos. Se olvidó como pudo del asunto y, después de cenar frugalmente, se retiró a la cama a tratar de conciliar el sueño, que difícilmente consiguió.

La mañana siguiente, sin embargo, fue de terror para él, ya que se enteró por las noticias que, la misma noche que había departido con ella, X, cual espectro nocturno envuelta en su camisón de dormir, se arrojó por la ventana, muriendo al instante al chocar contra la banqueta varios metros abajo.

Todo ese día, RS deambuló como espectro por las calles de la ciudad hasta que se decidió a visitarme para confesarme su “pecado”. Procedió a relatarme todo y concluyó:

- No sé, quizás si hubiera aceptado complacerla, ella estaría viva todavía-, se lamentó casi sollozando.

- . . .-, respondí yo, tan compungido como él y no sabiendo qué otra cosa agregar.

Al notar mi consternación, no quiso decir nada más y sólo añadió:

- Perdón, tú no te preocupes, en todo caso fue mi culpa, pero necesitaba platicarle esto a alguien para descargar mi conciencia. Gracias por escucharme, amigo, me ha servido de mucho, como siempre que he acudido a ti para contarte mis cuitas.


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