lunes, 14 de septiembre de 2020

Apología del papel

Me llevó a recordar mis apuntes de análisis complejo de hace cincuenta años en la Facultad de Ciencias de la UNAM, esos que con tanto empeño, dedicación y cariño pasaba en limpio en casa cada tercer tarde, y que constituyen ahora un auténtico incunable personal. En estos tiempos hubieran desaparecido entre el cúmulo de basura electrónica que desechamos todos los días. Entonces no: una pluma, un lápiz, un compás y decenas de hojas blancas de papel escritas por los dos lados los hicieron inmortales, junto con el recuerdo de aquel sabio que me enseñó a amar la materia, de tanta utilidad hoy día en que he decidido adentrarme en el tópico para desentrañar el misterio que se esconde detrás de la conjetura de aquel genio de hace más de siglo y medio, que versa sobre el tema y nadie, jamás, ha podido probar.

Me sirvió, también, para hacer consciente el placer de leer el papel periódico todos los días junto con el desayuno, placer que para nada brindan una tableta o un celular: mancharse los dedos de negro y en seguida apurar con las mismas manos el pan que se devora con gula y riesgo de contraer el coronavirus. No en balde Hegel decía que “La lectura de los diarios por la mañana era el rezo matutino del hombre moderno” o Luis Buñuel en su autobiografía: “Si volviera a nacer seguiría fumando y temprano por la mañana, lo primero que haría sería ir a comprar el periódico”.

Me hizo, también, ordenarlo el sábado pasado por Internet a Amazon, poco después de la hora de la comida. El gigante de Jeff Bezos no dejó de informarme constantemente mediante diversos correos electrónicos el curso de mi pedido, hasta que el domingo, temprano, a menos de 24 horas de haberlo ordenado, me informó que estaba a punto de entregármelo, cosa que hizo a las 4 en punto de la tarde, lo cual representa un auténtico mentís para los libros electrónicos, pues los de papel se pueden obtener con una velocidad que los equipara, aunque nunca podamos equiparar el placer que unos y otros producen, ya que los de papel son incomparablemente superiores.

¿Que de quién hablo? Nada menos que del nuevo libro de Arnoldo Kraus Apología del Papel (Sexto Piso, 2019), con ilustraciones de Vicente Rojo, y de donde tomé la citas de Uumberto Eco citando a Hegel y de Buñuel.

El libro de Kraus tiene las características de un libro infantil, tanto en sus dimensiones como en su formato. Es un libro de pasta dura, en caracteres grandes, con una extensión de 45 páginas y profusamente ilustrado con los preciosos trabajos en papel (¡pero por supuesto!) de Vicente Rojo.

Un libro que provocó en mí todas las reacciones anteriores y con las características recién descritas es un libro no únicamente para leerse, sino para atesorarse.


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