sábado, 15 de diciembre de 2007

¿De qué se quejan los zapateros mexicanos?

Desde hace varios años los zapateros mexicanos sabían que las cuotas compensatorias al calzado chino de importación se acabarían. ¿Por qué indignarse al cuarto para las doce por su falta de previsión, irresponsabilidad y nula innovación? Si ahora piden cinco años más de plazo, una vez transcurridos volverán, como críos, a las andadas.

Tengo en León un buen amigo de Taiwán que se dedica a la industria de la construcción y a la del calzado. En ésta no tiene más grados de libertad que su manufactura, pues la ley hasta ahora -y muy seguramente durante 18 meses más, por lo menos- únicamente le permite esto. Aun así, los chinos se las han ingeniado para mantenerse dentro del mercado mediante la innovación e incluso con decisiones radicales, como trasplantar sus centros fabriles al país que les cierra las puertas a sus productos elaborados. Y decimos que son radicales estas medidas porque mudan sus fábricas con todo y sus trabajadores, connacionales de ellos, a los que brindan una oportunidad a la que quizá ya no tengan acceso en sus lugares de origen, y les crean “granjas” habitacionales junto a sus centros de trabajo.

Pero, sobre todo, son innovadores. Me cuenta mi amigo que si un distribuidor le pide un diseño nuevo y original de calzado, cosa que a un leonés le tomaría semanas o aun meses llevar a cabo, él envía de inmediato las especificaciones y un esbozo del modelo por correo electrónico a China, un colega lo recibe allá, trabaja en el diseño formal y manufactura un modelo de prueba. Todo esto de un día para otro, laborando incluso de noche si se requiere. A las 72 horas a lo sumo, mi amigo recibe por mensajería el zapato requerido. A partir de aquí, proceden a la elaboración masiva si el modelo es finalmente aceptado por el consumidor final.

Nosotros ponemos el mercado, los chinos las ganas y el coraje para satisfacerlo.

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