miércoles, 17 de septiembre de 2008

Rapiña de la banca "gachupino-mexicana"

El viernes 5 de septiembre de 2008 en la tarde, mi esposa giró un cheque contra su cuenta fiscal en Bancomer por 10,934.43 pesos para el pago de la renta de nuestro local comercial. El saldo en ese momento en la cuenta era de 10,675.92 pesos, pero con las ventas por tarjeta de crédito que tuvimos ese fin de semana el saldo superó con mucho el monto de la renta, llegando a 12,974.21.

Nuestro arrendador, por otra parte, procesó el pago vía cámara de compensación a través de Banorte ese mismo fin de semana.

Cuál no sería, pues, nuestra sorpresa al revisar nuestro estado de cuenta por Internet el martes 9 y toparnos con un cargo de 850 pesos más 127.50 de IVA por sobregiro. Por una elemental regla de equidad financiera y ética de negocios los abonos deberían ser procesados antes que los cargos. Por lo menos, eso creía yo.

Pero no. Los abonos por ventas de tarjeta de crédito quedan reflejados en el saldo hasta el día hábil siguiente en que éstas ocurren a las ¡9 de la mañana!, de tal suerte que las ventas a crédito de viernes, sábado y domingo no son abonadas sino hasta bien entrado el lunes. Es decir, el banco jinetea el dinero de sus clientes tres largos días, en tanto que los cargos por cheques vía cámara de compensación los procesa la misma noche del día de su depósito. ¡Maravilloso!

Peor aún, el banco receptor, en este caso Banorte, el único cien por ciento mexicano, según se anuncian, hace a su vez otro cargo por sobregiro de 150 pesos más 22.50 de IVA.

Esto es, los cargos por comisión de estos rateros ascienden a un total de 1,150 pesos, con el absoluto beneplácito de nuestras “autoridades” financieras. Y no es que defienda yo la repugnante cultura mexicana de girar cheques sin fondos, que se acrecienta en ciudades como en la que actualmente resido, pero “comisiones” (ganancias inmorales, les llaman otros) mucho más moderadas resultarían igualmente ejemplares, sobre todo en casos en que de ninguna manera se obra de mala fe, como el nuestro.

¿Habrá alguien que dude todavía de la voracidad de estos inmorales usureros? Yo creo que ni ellos mismos.