jueves, 28 de marzo de 2024

Escalofriante acción a distancia

Hace un año y medio escribí un eufórico artículo a raíz del premio Nobel de física 2022 otorgado a un trío de sabios por sus experimentos con fotones entrelazados (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2022/10/nobel-de-fisica-2022-dios-si-juega-los.html). Recién le pegunté a ChatGPT que me explicara en términos simples los hallazgos de estos hombres y esto fue lo que me respondió:

El experimento de partículas entrelazadas, que fue fundamental para el Premio Nobel de Física 2022, es un poco complicado de explicar en términos simples, pero aquí va una versión simplificada:

Imagina que tienes dos partículas muy pequeñas, como electrones, que están “entrelazadas”. Esto significa que las propiedades de una partícula están relacionadas de una manera especial con las propiedades de la otra, sin importar cuán lejos estén.

Ahora, los científicos llevaron a cabo un experimento donde separaron estas dos partículas a una gran distancia, pero mantuvieron su conexión entrelazada. Luego, hicieron algo a una de las partículas, como cambiar su dirección de giro (un concepto llamado "espín" en física cuántica). Lo sorprendente es que, instantáneamente, la otra partícula también cambió de la misma manera, aunque estuviera muy lejos. Esto es lo que se llama "acción a distancia" y desafía nuestras intuiciones sobre cómo funciona el mundo.

Este experimento, que muestra la conexión misteriosa entre partículas entrelazadas, es crucial en el campo de la física cuántica y ha llevado a avances importantes en tecnologías como la criptografía cuántica y la computación cuántica. Por eso, los científicos que lo realizaron fueron galardonados con el Premio Nobel de Física en 2022.

Lo anterior viene a desmentir a Einstein que afirmaba que algo que ocurre en un lugar no puede influir instantáneamente un evento que ocurre en algún otro lado, pues nada puede ser mayor a la velocidad de la luz y la instantaneidad lo es infinitamente, a lo que yo le replicaría: “No, Albert, la instantaneidad es la instantaneidad y punto, nada tiene que ver con velocidad alguna”. Y arrogantemente concluía el genio que, por lo tanto, la física cuántica es incompleta y se necesita algo más para comprender la verdadera historia del mundo cuántico (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2020/12/dios-no-juega-los-dados.html).

Pues hete aquí que eso fue lo que probaron los tres científicos galardonados con el Nobel en 2022: esa “escalofriante acción a distancia”, para decirlo en palabras del mismo Einstein cuando se negaba a admitir tal posibilidad. Y, de paso, demostraron que la teoría cuántica no requiere más, es completa.

Lo anterior explica la euforia que manifesté en aquella ocasión y que todavía hoy permea hasta la médula mi rudimentaria sensibilidad científica. Y me mantengo en lo dicho, el hallazgo de estos seres de excepción es tan grande como la mismísima teoría de la relatividad del referido Einstein. 

sábado, 23 de marzo de 2024

Expediente siquiátrico

A lo largo de mi vida he acudido al siquiatra no menos de una docena de veces. Las más, de entrada por salida, es decir, consulta, prescripción de medicamentos y el olvido. Otras pocas con no más de tres o cuatro visitas, y una más, de las últimas, con un viejillo que se quedaba dormido en medio de las sesiones o se disculpaba para ir al baño, y al que no le aguanté más de cinco.

Quizá mi escepticismo provenga desde que debuté en estos menesteres hace medio siglo en una terapia grupal con la doctora Adela Jinich y donde permanecí nueve meses, sólo para recibir de ella el día que me despedí un desalentador insulto: “Pero no te desatiendas, porque estás muy jodido”, contraviniendo toda deontología médica y la más elemental sensibilidad, que quedó superada con creces por lo que escribí hace más de tres lustros (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2008/01/beber-la-cicuta.html). Quizá lo que más le dolió a Jinich de mi partida fue la pérdida de la paga, más que el estancamiento de mi salud mental, del que en buena parte era ella responsable después tan largo proceso.

Mejor una entidad ajena me ayudó a salir del bache en el que había caído, pues lo que me llevó a esa terapia fue una serie de tropiezos profesionales en fila que había estado padeciendo: como empleado de Teléfonos de México no duré ni tres meses, para de ahí unirme a un consultor independiente al que no le aguanté ni mes y medio, de donde partí para la Secretaría de Hacienda a calentar el asiento ¡únicamente cuatro semanas!, pues fui elegido por IBM entre varias centenas de candidatos para conformar un grupo de diecinueve becarios que estaríamos en entrenamiento por un semestre, justo cuando yo estaba en plena terapia grupal.

Pues bien, a las dos semanas ya estaba yo harto del ambiente de competencia que se respiraba en el grupo, además de que la empresa ya les había indicado a algunos de sus miembros que eso no era lo suyo y que deberían abandonar su empeño, lo que me llevó a mí a comunicarles a mis compañeros de terapia que renunciaría a la beca, sin esperar de ellos ni de Adela ningún consejo, como de hecho ocurrió.

Sin embargo, cuando le informé al responsable de los becarios que renunciaba pues “eso no era lo mío”, utilizando las mismas palabras que ellos habían usado para “correr” a otros, el coordinador me llamó a solas y me preguntó  que si de nada me había servido el documental de Vince Lombardi (entrenador en jefe de los Green Bay Packers) del “segundo esfuerzo” que nos habían proyectado días antes, que me diera esa oportunidad y realizara ese segundo esfuerzo para hacer carrera en la compañía. En ese momento me di cuenta de que existía la consigna de la empresa para presionar a algunos a que se fueran y para retener a otros y que continuáramos, pero además fui consciente de lo pequeño que era ante las adversidades y, avergonzado, tomé mis cosas y regresé al salón de clases. Permanecí en IBM los siguientes veinte años.

Nunca le agradecí lo suficiente a ese ángel de la guarda lo que hizo por mí, a diferencia del mundo de la siquiatría, capaz de sumirte en un pozo aún más oscuro que en el que ya te encontrabas.

sábado, 16 de marzo de 2024

Paradójico contrasentido

Es curioso, cuando me pongo a comparar los veinte años que pasé en IBM con el mismo tiempo que llevo aquí en León, los primeros me parecen eternos de tan enriquecedores que resultaron, a diferencia de los segundos que, de tan inanes, se me han ido como un suspiro. Serio, me siento tan desarraigado en el Bajío como si hubiera llegado apenas ayer, lo cual habla muy mal de mí, pues creo que he perdido el tiempo miserablemente.

Elena, en cambio, con los dieciséis años de su tienda Zúrich en Plaza Galerías Las Torres ha hecho de ésta una referencia citadina a la que han acudido connotados políticos, funcionarios y estrellas de deportes como el futbol, los clavados y el alpinismo. Vamos, hasta el señor gobernador del estado ha sido un cliente cotidiano suyo. Pero éste es un logro exclusivo de ella en el que yo muy poco he tenido que ver.

Volvamos a lo mío: los logros, broncas y vivencias en esa empresa sin par fueron tan épicos que todavía en la actualidad sueño cada tercera noche con ella, sin exagerar. De nuevo: ¿dónde se fueron estos otros veinte años en León que no haya sido en pergeñar estas estupideces?

Pide al tiempo que vuelva, pero no para recuperar el perdido aquí, sino para remembrar la gloria vivida allá, con sus viajes, pleitos, éxitos, asignaciones internacionales, ignominiosos despidos y demás. Baste decir que los dos años más felices de mi vida transcurrieron en Raleigh, Carolina del Norte, cuando la compañía me transfirió temporalmente allá, donde nació mi adorada Caro y Elena dio muestras de una entereza tal a sus apenas veinticinco años de edad que me impulsó a mí a triunfar clamorosamente ahí.

En fin, ahora sí que simplemente no es lo mismo Los tres mosqueteros que Veinte años después: la vitalidad que se tiene a los 25-45 que el desencanto que se comienza a fraguar a los 54-74.

¡Pusilánime cabrón!

miércoles, 13 de marzo de 2024

Síndrome de Verstappen

De 1957 a 1968 cursé primaria, secundaria y preparatoria en colegios lasallistas de la Ciudad de México, las dos primeras en el Colegio Cristóbal Colón y la última en la Universidad La Salle. Todo mundo sabe el rigor con que la instrucción era llevada a cabo en estos planteles, con exámenes rigurosos todas las semanas y entrega de resultados con puntaje y lugar en unas libretas llamadas boletines todos los viernes.

Modestia aparte, siempre destaqué en estos menesteres y todos los años ocupé un lugar (casi siempre el primero) en el cuadro de honor que se publicaba en un anuario llamado memoria al final del ciclo escolar, pero 1967 (segundo de prepa) fue especialmente sobresaliente para mí, pues de las aproximadamente cuarenta semanas que comprendía el año lectivo, sólo en una, la treintaiuno, ocupé el segundo lugar, todas las demás, primero, primero, primero…

Esa semana del segundo lugar llegó el titular del grupo, el hermano Eduardo Ayala, a repartir los boletines, que para mayor emoción se hacía partiendo de los últimos lugares, es decir, por los reprobados. Huelga decir la algarabía que se desató en el salón de clases cuando, llegando a los punteros, se mencionó mi nombre como ocupante del segundo sitio. Ni siquiera esperaron a que se pronunciara el nombre del ganador semanal, eso poco les importó, lo realmente destacable era que yo hubiera perdido el lugar de honor después de treinta semanas de monopolizarlo. De veras, el gozo era tanto entre mis compañeros como si México hubiera obtenido un importante triunfo en algún Mundial.

Yo estaba tan desconcertado que nada más sentí cómo el rubor y la piel de gallina, ambos, invadían todo mi ser. Afortunadamente el hermano Ayala dejó que los perdedores manifestaran estruendosamente todas sus frustraciones durante pocos minutos, sólo para callarles la boca al final cuando, dirigiéndose a mí, me encomió: “No les haga caso, ese es el mejor reconocimiento que pueden hacerle, y no me cabe duda que pronto volverá usted por sus fueros”. Boca de profeta, a la semana siguiente recuperé el lugar de honor para no volverlo a soltar.

Todo esto viene a cuento por Max Verstappen, el antipático piloto neerlandés de Fórmula Uno que ya se apoltronó como dueño absoluto de la primera posición en casi todas las carreras en que participa, lo cual hace pensar en alguna ventaja competitiva indebida, que me hará celebrar su tardía o temprana próxima derrota como mis compañeros celebraron la mía en aquel remoto día de hace cincuentaisiete años, de otra suerte, este deporte va directo a perder todo el interés y fanática entrega de sus millones de aficionados.

¡Salven a la Fórmula Uno! 

sábado, 9 de marzo de 2024

Otro sueño hecho realidad

Este segundo sueño, la relectura de La Odisea, lo llevé a cabo más que nada para comprobar cómo James Joyce aprovecha magistralmente la estructura de esta epopeya para crear la más grandiosa obra literaria del siglo XX, Ulises.

Porque Ulises no es más que una hilarante parodia de La Odisea, y a diferencia de ésta, que nos habla de los avatares del héroe por todo el mundo conocido hasta entonces durante los diez años que le tomó su regreso a casa, la obra de Joyce nos relata las vivencias de Leopold Bloom a lo largo de un solo día, 16 de junio de 1904, de las ocho de la mañana a las tres de la madrugada del día siguiente (Bloomsday), en una sola ciudad, Dublín, pero padeciendo los mismos avatares del mítico personaje griego. ¡Esplendorosa creatividad! Entre ambas aventuras median más de ¡dos milenios y medio!

Si bien La Odisea se refiere a las vicisitudes de Ulises durante esos diez años, la trama se reduce a treintaitrés días en que los personajes hacen la pormenorización de los hechos durante esa larga década. ¡Otro portento de creatividad! Por cierto, aquí se describe la trágica muerte de Agamenón, que mencioné en un anterior escrito (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2024/02/sueno-hecho-realidad.html).

Señalemos tan sólo que mientras en la obra de Homero Telémaco sale en busca del padre, Stephen Dedalus en la de Joyce sale al encuentro de alguien que sustituya al suyo.

Por otro lado, Leopold Bloom, personaje central de la moderna epopeya de James, detesta la violencia y el nacionalismo irlandés, a diferencia de Ulises, violento por naturaleza y épicamente nacionalista.

Ítem más, la forma en que Bloom confronta al Ciudadano, personaje por demás odioso del Ulises, en el capítulo El Cíclope, donde éste lo hostiliza por su condición de judío, nada tiene que ver con la forma en que Odiseo incita a sus camaradas -y contribuye él mismo- a hendirle en el ojo una estaca bien labrada al Cíclope, que ha abusado de ellos, matando y devorando a varios de sus compañeros.

¡Y qué decir de Ulises que mata a los pretendientes de Penélope a su regreso a Ítaca y Bloom que, a sabiendas, hasta condesciende con Blazes Boylan, amante de su esposa Molly!

El capítulo de Nausícaa, donde Bloom flirtea con una mujer que no deja de mirarlo y que incita a Leopold a masturbarse en la playa donde ha ido a refugiarse, sólo para descubrir al final que se trata de una coja, resulta desternillante. Nada que ver con la soberbia princesa de los feacios, Nausícaa.

Finalmente, los protagonistas de James Joyce confían más en su Stream of Conciousness (flujo de consciencia) que en los dioses de Homero. Joyce no inventó la técnica, pero se aprovechó de los profundos estudios en la materia de Freud y, sobre todo, del pionero en utilizarla, el psicólogo William James, en sus Principios de psicología (1890), donde se refiere a la novela Han cortado los laureles (1888), del francés Édouard Dujardin, precursor de todo esto.

Así que no, nada que ver la epopeya de Homero con la sátira de Joyce, pero conviene estudiar las dos con detenimiento para pasmarse ante el magisterio del ilustrísimo irlandés y la grandeza del no menos ilustre griego.

Dicen que el Ulises es la mejor guía de la ciudad de Dublín jamás publicada.