martes, 30 de junio de 2020

Difícil regreso

Junio se presentaba como el mes ideal para reiniciar operaciones en nuestro negocio después del enclaustramiento de abril y mayo por el Covid-19: el mes empezó en lunes y en él se conmemora al Padre. Es nuestro segundo mejor mes del año, después de diciembre, pues primordialmente vendemos regalos para caballeros: navajas, cuchillos, telescopios, binoculares, relojes, carteras, mochilas, termos, linternas, juegos para asados, microscopios, lupas, llaveros, brújulas, tiendas de campaña, gafas y un largo etcétera; y para ellas, como si mucho de lo antedicho no fuera suficiente, una extensa gama de utensilios de cocina.

En marzo de 2020, el mes inmediatamente anterior al cierre por la pandemia y con los efectos de ésta empezando a sentirse, tuvimos un decrecimiento contra el mismo mes de 2019 del 17.39%. En abril y mayo, los meses de “clausura”, con lo poco que pudimos vender a hurtadillas a través de redes sociales principalmente, el desplome fue brutal: 81.23 y 79.80%, respectivamente. De nuevo, contra sus pares del año pasado.

Hemos sido previsores y ello nos ha permitido sobrevivir, a pesar de que muchos a nuestro alrededor, en la ciudad, en el país y en el mundo se han visto obligados a cerrar, dejando en el desamparo a millones de seres humanos, entre asalariados directos y sus familias. Afortunadamente, nosotros pudimos conservar a la fiel Scarlet, nuestra empleada ya por más de tres años y quien contó con nuestro apoyo incondicional todo el tiempo.

Pues bien, muy a pesar de todo lo anterior, junio decreció “únicamente” el 47.57% contra su igual de 2019, pero esperemos que sea una incipiente señal de recuperación para el resto del año y que no haya una recaída grave, aunque ésta es más latente que nunca. Al año, considerando todo el primer semestre, hemos decrecido 40.29%.


Por cierto, el municipio de León nos está conminando (ordenando) a que seamos responsables y que, como empresarios comprometidos, nos sometamos a una prueba de diagnóstico del SARS-CoV-2, especialmente Scarlet, aunque Elena también ya se apuntó, literalmente. El Gobierno del estado carga con una tercera parte del costo de la prueba, el municipio de León con otra y nosotros con la última. Desgraciadamente hasta en esto intervienen los perores vicios de la burocracia, pues el pago es aceptado sin reparos mediante la transferencia electrónica correspondiente, del cual da acuse de recibo casi de inmediato el gobierno municipal, pero después ya no hay manera de comunicarse con ellos para que obren con inmediatez, ya que en las circunstancias actuales el tiempo apremia. Ni que decir sobre la emisión de la factura del servicio que pagué (con el IVA asociado): no hay nadie que responda.

Mediante este escrito urjo a nuestras autoridades a que actúen con la celeridad que la emergencia amerita.

martes, 23 de junio de 2020

Ricardo Sheffield, una vergüenza

El domingo 8 de diciembre de 2019, Ricardo Sheffield Padilla, procurador federal del consumidor y miembro egregio de la 4T, creó el Colectivo Ciudadano por la Transformación de León, en la ciudad del mismo nombre, y no ha dejado pasar cuanta oportunidad se le presenta durante su proselitismo de fin de semana en el terruño para denostar al dúo dinámico Zamarripa-Álvar Cabeza de Vaca, fiscal general y secretario de seguridad, respectivamente, del estado de Guanajuato y, por supuesto, al mismísimo gobernador de la entidad, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, por los gravísimos problemas de seguridad que enfrenta la totalidad de esta parte del Bajío. Y no es que le falte razón, pues la incompetencia de nuestros gobernantes ha sido manifiesta, pero qué fregados se tiene que andar metiendo en la política interna del estado él, que debería estar dedicado de tiempo completo a la tarea federal que le fue encomendada, incluidos los sábados, como en algún momento prometió el inefable peje que haría todo la administración pública federal.

Pero ya sabemos lo que mueve a Sheffield: volver a ser postulado por Morena como candidato a la gubernatura en 2024, aprovechando, ahora sí, todo el descontento que pudiera existir contra el PAN en la entidad, y para ello López Obrador lo está utilizando como peón. Suficientes pruebas de su animadversión contra Guanajuato –único estado que no ganó durante las presidenciales de hace dos años- ha dado nuestro inepto primer mandatario: el criminal desabasto de combustible al inicio de su administración, que decidió, lleno de rencor, que antes que otros, padeciéramos nosotros principalísimamente, y en fechas recientes, las reiteradas menciones a la criminalidad e inseguridad que se viven en la región, igualito que don Ricardo.


Quién mejor que Sheffield Padilla, alguien tan rencoroso como el peje, para liderar este proyecto. Recordemos que Sheffield fue un anodino alcalde ¡panista! de León (2009-2012). Tan bien lo hizo que dejó el cargo en manos de Bárbara Botello (2012-2015), del PRI, partido que no ganaba la alcaldía desde hacía 24 años. Después de ser diputado federal (2015-2018) por el PAN, quiso ser candidato a la gubernatura del estado por el mismo partido, pero al fallar, brincó como chapulín a Morena -renunciando a 25 años de militancia azul-, que lo acogió amoroso entre sus brazos con la venia de AMLO y, ellos sí, lo nominaron su candidato a la citada gubernatura. Al perder estrepitosamente en un estado pintado completamente de azul, López Obrador le dio de consolación la Procuraduría Federal del Consumidor, donde transcurren sus días sin pena ni gloria, pero eso sí, con mucho Covid y el mismo rencor acumulado de su jefe.

De cualquier manera, él insiste en ser gobernador de Guanajuato y por ello esa cabeza de playa (Colectivo Ciudadano) creada con el beneplácito del Preciso para el 2024, muy a pesar de que Morena ya se haya deslindado de dicha organización, pero todos sabemos cómo se las gastan estos morenos con eso de no mentir, no robar y no traicionar, y en el que el ‘no’ sobra por partida triple, pues lo contrario es lo que se han pasado haciendo toda su vida.

Traición y mentira es lo que principalmente distingue a este par, y robar, ambos lo hacen a su manera: el Presidente, destruyendo instituciones y rodeándose de incompetentes que conducen al precipicio a nuestro país, y el procurador, distrayendo su tiempo en afanes personales y no en las tareas sustantivas propias de su cargo.

Pero que no se confíe Sheffield, ya que una vez que le haya hecho todo el trabajo sucio a López Obrador, éste sería capaz de prodigarse en lo que mejor sabe hacer: traicionar, y decantarse mejor por un prospecto de mayor peso político y más personalidad en el 2024.

Y entonces sí, ¡láaastima Ricardito!

lunes, 15 de junio de 2020

Eterna gratitud

La organización de los primeros maratones internacionales de la Ciudad de México dejaba mucho que desear. Yo corrí los dos primeros, en 1983 y 1984. El segundo resultó especialmente dramático para mí, pues “competí” prácticamente sin haberme preparado para ello, por lo que durante el trayecto, además de correr, troté y caminé durante un buen trecho. Sin embargo, lo que más me afectó fue la tremenda sed que me invadió faltando unos diez kilómetros para terminar. Había agotado todas mis reservas corporales de agua y traía la boca tan seca como un trapo expuesto al sol. Los puestos oficiales de abastecimiento habían agotado por completo sus existencias debido a la pésima planeación, a pesar de que todavía cruzaban enfrente de ellos decenas de corredores.

De repente, cuando caminaba, divisé la salvación a unos metros de mí: una familia colocaba encima de unos huacales de madera grandes garrafas de jugo de naranja, pero cuando me acerqué a suplicar por un poco del líquido, me lo negaron inmisericordemente, pretextando que era para un pariente que no tardaba en pasar por ahí, nada les importó que yo estuviera a punto del colapso. Únicamente les deseé que ojalá nunca tuvieran en su vida una sed como la que a mí me devastaba en aquellos momentos, y seguí adelante. Alcancé a ver cómo se dibujaba en la cara de alguno de ellos la mueca de un inclemente sentimiento de culpa.

Viene a mi memoria cómo años después, el domingo 4 de octubre de 1987, cuando corría el maratón de Berlín, en un puesto de abastecimiento perfectamente surtido y sin detenerme por completo, pues nunca me ha gustado perder el paso para menesteres que sólo lo desconcentran a uno, pepené una botellita en forma de pino de boliche del tamaño del puño de la mano, con una bebida energizante de sabor limón deliciosa, pero por las prisas, se me cayó. Ignoré el percance y continué corriendo. En eso, un chavo del público salió disparado por fuera del trayecto de la competencia como queriendo ganarnos a todos. Pensé: a ese paso este cuate no va a aguantar y se va a detener treinta metros adelante de nosotros. En efecto, ahí fue donde lo encontré, pero no para presumir su hazaña, sino para ofrecerme dos botellitas del vital líquido, pues se percató que yo me había quedado con las ganas un poco antes y se esforzó generosamente por mí. Igualito que en México.

Es increíble cómo estos pequeños detalles lo marcan a uno indeleblemente y de por vida. Con frecuencia invoco la imagen de esta persona y se lo vuelvo a agradecer desde lo más profundo de mi alma.


Imposible también dejar de establecer un parangón con el tiempo que nos está tocando vivir. Como a mí en aquel infausto maratón, nos están prácticamente viendo desfallecer… y nada, la ayuda no llega, ya sea por simple mezquindad o franca estupidez, pero ni de aquí ni de allá fluye la liquidez que nos permita continuar en la brega, a diferencia de países del Primer Mundo, donde se ha inyectado a la economía 10, 20 y hasta 30% de su PIB. Aquí no llegamos ni al 1, preferimos guardar nuestro juguito de naranja para el familiar que quizá ya hasta abandonó la competencia.

No me cabe la menor duda: todo lo anterior representa una profunda diferencia idiosincrásica.

En fin, yo lo único que quería era agradecer oficialmente y por escrito a aquel joven su desinteresada generosidad al tenderme su mano amiga hace más de treinta años, ya que, como dije, nunca lo he hecho más que con el recuerdo.

domingo, 7 de junio de 2020

La pandemia y la "pendemia"

En esta ocasión, cedo la palabra a Mi Mejor Amiga:

Todo empezó la segunda semana de enero de 2020 cuando visitaba a una amiga mía en la Ciudad de México. Encendí mi celular en el cuarto del hotel donde me hospedaba y abrí la página de El Universal, como regularmente hago todos los días desde mi computadora, pero en el terruño, León, Guanajuato. Llamó mi atención no la noticia principal, sino una de las secundarias, que decía más o menos lo siguiente: “Nueva amenaza contra la salud preocupa a los chinos: el coronavirus”. Ahora con ésta, dije para mis adentros, qué bueno que sea tan lejos, exactamente como nos pasó a nosotros con el AH1N1 en 2009, ojalá que los orientales la libren más o menos tan rápido como nosotros en aquella lejana época. Y me olvidé del asunto y fui a comer con mi amiga.

Todo parecía bajo control, y enero y febrero parecían confirmarlo, pues fueron meses normales en el negocio, con ventas aceptables, pero en marzo pareció detonarse la paranoia y, de nuevo, el negocio era el mejor indicador: el peor mes en más de una década. Lo que parecía un fenómeno lejano ocho semanas atrás ¡se convirtió en una pandemia no a nivel regional, sino mundial! Yo trataba de pasar desapercibida en la tienda para que las autoridades no se dieran cuenta y me obligaran a cerrar, y lo conseguí, ya que ni los clientes se paraban por ahí.

Pensé en cerrar y solicité al administrador de la plaza donde se ubica mi changarro la condonación de la renta, pero me dijeron: señora, mientras las autoridades no den orden en contrario, usted debería seguir despachando en su negocio. Claro, ellos no se podían dar el lujo de perder lo que a mí me estaba costando tanto trabajo ingresar. Hasta que no hubo de otra y, finalmente, el lunes 6 de abril de 2020 cerré la tienda, tras haberla vaciado por completo, pues no podía permitir, con el miedo que se estaba desatando entre la ciudadanía, que disturbios y saqueos terminaran con mi patrimonio.

Abril no sólo fue el peor mes de toda la historia de mi amado lugar de trabajo, sino uno de cuantiosas pérdidas económicas y con un panorama desolador para los meses y años por venir. ¿Qué hacer sin esta fuente principal de ingresos? Mis ahorros no son tantos como para aguantar dichos “meses y años por venir”.


Toda la mercancía la tengo en casa, por lo que no ha sido imposible colocar algunos poquísimos productos a través de las “benditas” redes sociales. Con todo, muy seguramente mayo superará a abril como el peor mes de la historia. ¿Cómo aprovechar realmente la tecnología para superar esta devastadora crisis? Pues ahí me tienen investigando cómo llevar un negocio en línea a través de Amazon. Hay dos métodos: el Merchant Fulfillment Network (MFN) y el Fulfillment by Amazon (FBA). Con el primero, una es responsable de mantener su propio inventario y enviar los productos directamente a los clientes. Con el segundo, Amazon se encarga absolutamente de todo: empaque, etiquetado y envío de productos. Una mantiene un inventario con la compañía enviando sus productos a su centro de distribución y ellos los reciben, escanean y almacenan; los hacen disponibles en línea, el cliente los compra, Amazon los prepara, empaca y envía al comprador, así como recauda el pago del cliente y le paga a una cada dos semanas; finalmente, Amazon maneja preguntas, devoluciones y rembolsos.

¡Maravilloso, ¿no es cierto?! Y lo digo porque por esos mismos días se anunciaron pomposamente los créditos hasta por ¡dos millones de pesos! que el Gobierno de Guanajuato ponía a disposición de las MiPyMEs para reactivar la economía en estos aciagos tiempos. Qué mejor manera de aprovechar la crisis para modernizarse de verdad con el FBA de Amazon, también llamado Logística de Amazon, no con un simple MFN. Hice rápidas cuentas y concluí que con dos millones de pesos o lo que me dieran podría mantener un muy aceptable inventario con el gigante de Jeff Bezos.

¡Manos a la obra! El anuncio de las autoridades era irresistible para el programa Mi negocio sigue al que quería inscribirme: tasa preferencial del 5% anual para el crédito, 36 meses para pagar, siete meses de gracia para comenzarlo a hacer y rembolso de los intereses si una es deudora cumplida. ¿Qué más se puede pedir? Desgraciadamente los requisitos “secundarios” era harto difícil satisfacerlos: “…VIII. Información financiera con relación analítica de los dos últimos ejercicios fiscales y parcial (sic), con antigüedad no mayor a noventa días naturales. Tales documentos deberán estar firmados por un contador público, adjuntando una copia de su cédula profesional, así como por la persona solicitante. IX. Otorgar garantía hipotecaria en primer lugar de preferencia, de no ser posible, fianza otorgada por compañía afianzadora, prenda sobre bienes muebles o carta de crédito Stand By, cualquiera de las cuatro con proporción de por lo menos uno a uno sobre el crédito solicitado. X. Escritura pública que acredite la propiedad, así como el certificado de libertad de gravámenes con antigüedad no mayor a cuarenta y cinco días naturales y copia del último recibo del pago del Impuesto Predial al corriente. XI. Avalúo comercial del bien o bienes muebles o inmuebles ofrecidos en garantía con una antigüedad no mayor a 45 días naturales.” Adicionalmente, “Para la persona aval la edad máxima permitida será de 65 años.”

Ligerísimo detalle, pues mi esposo, propietario de la casa que serviría de garantía, él mismo fungiendo como aval, pasa ya de los 70. ¿Quién más querría hacerla de aval mío y permitir, además, que lo investigara el buró de crédito en estos días de incertidumbre? Lo único que le faltó al programa Fondos Guanajuato del Gobierno, organización ex profeso para otorgar los créditos, fue solicitar el acta de defunción del aspirante, a lo que quizá sea a lo único que puedan aspirar dentro de poco.

De repente pareció abrirse un resquicio, ya que en la página correspondiente de los Fondos se habilitó una opción de pre registro. Y terca que soy, ahí me tienen: proporcioné toda la información que se me solicitaba y se me dijo que había sido dada de alta, que pronto recibiría un correo electrónico confirmándomelo, pero ¡tenga para que aprenda!, como diría YSQ: el mentado mensaje, que recibí casi de inmediato, reza así: “Detectamos que al 27 de marzo no estaba en cumplimiento con el Registro Estatal de Contribuyentes (REC) de Gobierno del Estado de Guanajuato. Le informamos que este requisito está marcado en las Reglas de Operación de los programas emergentes ‘Mi Negocio Sigue’ y ‘Mi Nómina Sigue’ y es indispensable para iniciar el trámite de cualquiera de ellos, por lo que te informamos que no puedes aplicar a estos apoyos.

Para Gobierno del Estado es fundamental entregar de manera ordenada, correcta y transparente estos financiamientos. Agradecemos tu comprensión.”

¡Ay, pinche contador, en buena me ha metido! A reclamarle de inmediato, pero nada, con la misma rapidez que los Fondos, me respondió con la constancia de situación fiscal emitida por la secretaría de Finanzas del estado, la cual, a su vez, reza: “Por medio de la presente se hace constar que de acuerdo con la información que obra en poder de la Secretaría de Finanzas, Inversión y Administración, a la fecha de la expedición de la presente Constancia, MI MEJOR AMIGA se encuentra en CUMPLIMIENTO con las obligaciones relacionadas con la inscripción al Registro Estatal de Contribuyentes, la presentación de declaraciones y no se registran créditos fiscales por concepto de contribuciones estatales a su cargo.

Revisión Practicada el día 7 del mes Mayo de 2020 a las 13:28:44 horas”.

Y hazle como quieras, pues, ahora sí, ni para atrás ni para adelante. El Gobierno del Estado contradiciéndose flagrantemente a sí mismo.

Fue un bonito sueño modernizador. En serio, ya me imaginaba yo recibiendo el cúmulo de fondos (estos sí reales) que Amazon estaría transfiriendo a mi cuenta cada quince días por mis ventas en línea, y para ello lo único que necesitaba era capital fresco. ¿De veras no se darán cuenta estos infelices burócratas cómo frenan la productividad y las ansias de superación de los ciudadanos a quienes se deben? Pero esto a ellos -al tener segura la paga cada quincena- les importa un soberano carajo. Como diría la chiquilla, ¡al fin que ni quería!

Así que todos estos días me he dedicado a vender lo poco que puedo a través de mis redes sociales, y ahí la llevo, además de que no desecho por completo el esquema MFN de Amazon, ese en el que yo soy la encargada de llevar mi propio inventario, y aún así utilizar los servicios de mensajería de la misma compañía. Créanme, estoy muy emocionada con la idea, pues se requiere mucho más para que alguien pueda robarme el entusiasmo. No me voy a dejar acobardar por unos servidores públicos afectados por un mal mucho peor que la pandemia que actualmente padecemos y casi su homófona: la “pendemia”, que afecta por igual a las burocracias de los países de todo el orbe, pero que registra sus remotos orígenes en México-Tenochtitlan.

Para terminar, también quiero platicar sobre una actividad alterna a la que he tenido que dedicarme para allegarnos recursos: elaboración de comida casera y su entrega a domicilio, especialmente dentro del fraccionamiento donde residimos, Gran Jardín. Cuando llegué al matrimonio, hace ya más de 30 años, la cocina era prácticamente desconocida para mí, pero con el tiempo la he dominado con un instinto casi natural. Soy capaz de elaborar sofisticados guisos y platillos, pero también postres: pan, tamales, pies, gelatinas, flanes, panqués. En este tenor, he sido capaz no sólo de conquistar a la familia toda y hasta al yerno, sino ahora, en esta coyuntura, hacer las delicias de nuestros vecinos. Es una chinga, ya se imaginarán, pero la invaluable recompensa es que sean los mismos “clientes”, una y otra vez, los que solicitan reiteradamente que cocine para ellos. De nuevo, las redes sociales acudieron en nuestro auxilio, y ha sido labor de toda la familia la entrega y las compras, no así la cocina, donde yo me pinto sola. Perdón por la soberbia, pero si en esta tragedia no se  motiva una a sí misma, quién entonces.

miércoles, 3 de junio de 2020

Chile para los mexicanos...

… ha sido siempre un ejemplo a seguir por su desarrollo económico, político y social, y modelo para América Latina toda… o eso creíamos fervientemente.

Acabo de leer un esplendoroso ensayo del reputado escritor y activista de los derechos humanos chileno Ariel Dorfman, que actualmente reside en los Estados Unidos y es catedrático de la prestigiadísima Universidad de Duke, en Carolina del Norte. El ensayo lleva por título En busca de acuerdos literarios para un nuevo Chile.

A propósito del héroe homónimo de la novela del siglo XIX Martín Rivas, de Blest Gana, Ariel apunta que “A los jóvenes chilenos se les había prometido que si se comportaban como el buenito y bonito Martín Rivas, les lloverían beneficios de toda índole.”, pero que “En vez de ello, sufren una educación discriminatoria y desfinanciada; sus familias reciben una pésima atención médica; sus padres se encuentran horrendamente endeudados, ganando salarios del Tercer Mundo para pagar bienes de consumo con precios del Primer Mundo; y sus abuelos viven miserablemente con planes de pensiones que fueron privatizados por la dictadura. No extraña entonces que la corrupción y el lujo ostentoso de la élite gobernante los enfurezca.”


En cuyo caso, Chile para los mexicanos… sí que ha sido un ejemplo a seguir. Vamos, un ídolo con pies de barro o un Singapur de petatiux. Pero ¿a partir de dónde me perdí de la película chilena? ¿O será acaso que esta nunca fue tan rosa y edulcorada como muchos nos la han querido vender siempre? Para Dorfman todo empezó con el golpe militar de Augusto Pinochet en 1973, que convirtió al país en un conejillo de indias para la aplicación de las ideas de Milton Friedman y sus Chicagoboys, y que prevalecieron en Chile aun después del restablecimiento de la democracia en 1990. “Ahora, 30 años más tarde –señala Dorfman-, es una de las naciones más desiguales del mundo, con una desmedida brecha entre los súper ricos y el resto de la población.” En una oportunidad anterior escribí a vuelapluma sobre este injusto sistema que asola a países como Chile y su émulo México (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2019/12/cien-mil-millones-de-vias-lacteas.html), aunque al nuestro quizá ya no por mucho tiempo más, pues con el imbécil que actualmente nos gobierna… perdón, perdón, “pendejo y petulante” (Héctor Aguilar Camín dixit) (https://www.youtube.com/watch?v=F_d2z8-6Z2E), bien nos iría con que llegásemos a estar tan mal como antes.

Por cierto, en 1986, IBM, como patrocinador del segundo Mundial de futbol en tierras mexicanas, consiguió para el empleado que así lo quiso abonos para presenciar los diez duelos que se disputarían durante el torneo en el estadio Azteca, incluidos cuartos, semis y la gran final, todo, mediante módicos descuentos por nómina. Yo solía llegar con bastante antelación a los partidos, cuando el coloso de Santa Úrsula aún estaba vacío. Una de esas jornadas se me acercó un caballero sudamericano para entablar plática, al que de inmediato identifiqué como chileno por ese acento tan peculiar de los andinos. Oiga, me dijo, qué tremendo abucheo le han propinado al presidente de México en la inauguración, ¿no es cierto? Sí, le respondí orgulloso, yo fui uno de los que más le gritó. Es que no es para menos, añadió mi nuevo “amigo”, con esa tremenda corrupción que ustedes han padecido desde siempre. Y de ahí pa’l real, me la pasé varios minutos despotricando contra toda la colección de ratas sarnosas que había gobernado hasta ese momento nuestro país. El chileno, consternado, no hacía más que asentir a cuanto yo decía, y añadía de su propio peculio lo que seguramente no le constaba, pero había oído decir.

Hasta que me dije a mí mismo: y este cabrón, ¿qué? Así como ustedes con su dictador, le espeté sin más. ¿A quién se refiere usted -fingió demencia-, al general Pinochet? Sí, sí, a ese bruto asesino. Bueno, bueno, es muy fácil opinar cuando no se conoce la historia –me aleccionó-. ¿La historia –pensé para mis adentros- o las trácalas de un sistema que te permiten hacer a ti un viaje intercontinental para disfrutar de una banalidad como el futbol? Debería usted leer –lo aleccioné a mi vez- lo que se escribe fuera de Chile sobre los crímenes de lesa humanidad que se han cometido en su patria y de los que ustedes poco saben por tener copado el tirano todos los medios de comunicación y propaganda. Y poco a poco se fue alejando de mí sin decir palabra, hasta que desapareció por completo.

Ariel Dorfman establece la diferencia entre un libro de buenas costumbres del siglo XIX, Martín Rivas, no restándole los méritos de que este goza indudablemente, y otro más reciente de Carlos Droguett, Patas de Perro (1965) –su obra maestra, según Ariel-, libro cercano a la fábula en el que el héroe, Bobi, nace con patas de perro en vez de extremidades inferiores, y los avatares que este tiene que pasar para defender su autenticidad en contra de todo y de todos: gobierno, iglesia, escuela, ejército y demás instituciones.


Después de pasar lista a toda una pléyade de grandes escritores chilenos –los dos mencionados arriba incluidos-, y todos más bien del tenor de Droguett que de Gana, Dorfman concluye su ensayo:

“Sería una maravilla digna de las mejores novelas si esta doble crisis –de política y de salubridad– terminara creando las condiciones para un matrimonio o por lo menos un romance trabajoso entre Martín Rivas, con sus sueños burgueses moderados, y Bobi, con sus implacables patas de perro, un experimento digno de imaginar, una nueva forma de soñar nuestra identidad, tanto en la literatura como en la realidad, y no sólo en Chile, sino más allá de sus fronteras lejanas.”