jueves, 20 de noviembre de 2008

Sver-Gon Zoso

¿Qué se podía esperar de un futbol con incentivos tan perversos como el mexicano, donde el “súper líder” de la tabla general llega a esa posición con un porcentaje de efectividad del 56.86%, cuando los estándares internacionales marcan entre un 75 y un 80% para merecerla, y cuando el clasificado en décima posición, Santos Laguna (por cierto, actual campeón), aún tiene aspiraciones de refrendar su título, esto es, un equipo más abajo de la media tabla? Lo que vimos frente al débil equipo hondureño: una pésima calidad, una mediocridad galopante y el ridículo consecuente.

Pero sigamos importando modas gringas, en este caso los llamados play-offs, para continuar enriqueciendo a una bola de rufianes mercantilistas que lo único que están consiguiendo es torcerle el pescuezo a la gallina de los huevos de oro. Los estadounidenses y los europeos tienen otros métodos para promover la calidad, el espectáculo y los negocios. Por eso vemos siempre rebosantes sus arenas y estadios deportivos.

Los mexicanos, en cambio, necesitamos acudir a los naturalizados por nuestra falta de promoción masiva y profesional del deporte. Y ojalá fueran naturalizados de clase mundial como los que actúan en Europa, pero no, los “nuestros” son ilustres desconocidos que pasarían inadvertidos incluso en sus países de origen.

¡Qué vergüenza! Clasificados en última posición de un grupo de seis, empatados en puntos con El Salvador y casi eliminados por Jamaica, en una región del mundo donde todavía se practica el futbol con balón cuadrado.

viernes, 7 de noviembre de 2008

San Camilo

Lo que a la izquierda le cuesta mucho trabajo, crear un mártir, la derecha lo consiguió de un plumazo (avionazo).

Conviene no olvidar los gravísimos conflictos de interés en que incurrió Mouriño en un México de miserias, moral y física.

martes, 28 de octubre de 2008

El trámite más inútil

Quiero agradecer al Gobernador Oliva la oportunidad que me ofrece de ganar 100 mil pesos al denunciar su replaqueo como el trámite más inútil en el ámbito estatal, concurso al que hace unas semanas convocó la Secretaría de la Función Pública al hacerse eco servilmente de un comentario con el que intentó ser chistoso el Presidente Calderón.

Por otro lado, si el mismo empeño que emplea el bribón de Oliva para promocionar ilegítima –si no es que hasta ilegalmente- a su partido mediante las tablillas de circulación vehicular lo utilizara para resolver los problemas que laceran al Estado, otro gallo nos cantara, porque sinceramente jamás me había topado con un trámite burocrático que se resolviera con tanta eficiencia y con un despliegue de recursos que ofende: en menos de cinco minutos ya había yo terminado. Infinidad de mesas de atención al público, cada una con su computadora, su burócrata, sin colas y con montañas de placas viejas acumulándose al fondo.

Y todo ello, más los 200 y pico de millones de pesos que costaron las placas, para un trámite absolutamente inútil. Si no, acláreme por favor, qué va a pasar ahora que el PRI (¡Dios nos agarre confesados!) empiece a arrojar del poder a los beatos panistas, comenzando el año próximo con la Presidencia Municipal del mundialmente famoso Vicente Guerrero y siguiendo un par de años después con el Gobierno estatal. Van a querer cambiar las placas, ¡seguro!

Pero además, los autos chocolate, que en Guanajuato suman cientos de miles, quedan al margen de toda modernización y siguen circulando con la patente de corzo que les brindan sus horrendas placas gringas. Vamos, porque si la “genialidad” de Oliva hubiese contemplado un replaqueo que incluyese un chip inteligente y se hubiera obligado a los arbitrarios y convenencieros dueños de chatarra americana a entrar en el mismo aro, hasta gustosos los contribuyentes hubiéramos pagado los nuevos instrumentos de control.

Por cierto, estoy maravillado por la celeridad con la que los leoneses están cumpliendo con el estúpido trámite a una semana escasa de haberse iniciado. Mi mujer, más práctica, me dice: que no te sorprendan, son “gratis”.

jueves, 23 de octubre de 2008

Hildebrando no comete ilícitos, sólo lucra con ellos

Finalmente recibí las 64 fojas útiles del expediente DE-0044/2006 del Órgano Interno de Control en el Servicio Postal Mexicano (Sepomex), hoy Correos de México, específicamente del Área de Quejas, con el resultado de las investigaciones a que diera lugar la denuncia contra Hildebrando y Sepomex que presenté hace 27 meses (junio de 2006) por la extensión ilegal de un contrato entre ambas entidades que hizo la segunda a favor de la primera. Ver la primera plana de Reforma del 11 de junio de 2006 y el número 1546 de Proceso del 18 del mismo mes.

El largo expediente concluye con la recomendación que hace el Área de Quejas al Área de Responsabilidades para que “inicie el procedimiento disciplinario previsto en el artículo 21 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, en contra de los CC. Camerino Gómez Palacios, Ex Encargado de la Administración de la Dirección de Administración y Finanzas, Carlos Vargas Morgado, Ex Director de Asuntos Jurídicos y Seguridad Postal, y Rosa Elvia Candelaria Cruz, Ex Directora de Administración y Finanzas, todos del Servicio Postal Mexicano.”.

Curiosamente, el expediente también asienta la sorprendente conclusión de que “si bien es cierto que hubo presuntas irregularidades administrativas a cargo de los servidores públicos adscritos al Servicio Postal Mexicano en el proceso de rescisión administrativa del contrato No. 01-GC-J9E-SG-SI-42-0-01 suscrito entre el Servicio Postal Mexicano y la empresa Hildebrando, S.A. de C.V., y en la firma del Adendum de fecha dieciséis de junio de dos mil tres, también lo es que dichas irregularidades no son imputables a dicha empresa...”.

En lo dicho, poderosos intereses habrán influido en la decisión de culpar únicamente a unos cuantos chivos expiatorios de poca monta, todos ex empleados del hoy extinto Sepomex, para que la empresa del cuñado de Calderón saliera indemne del proceso. Vamos, ni siquiera pasó a engrosar la lista negra de proveedores del Gobierno Federal.

¡Sorprendente!

miércoles, 1 de octubre de 2008

Génesis

Dios se echó un pedo y la mierda se hizo...

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Rapiña de la banca "gachupino-mexicana"

El viernes 5 de septiembre de 2008 en la tarde, mi esposa giró un cheque contra su cuenta fiscal en Bancomer por 10,934.43 pesos para el pago de la renta de nuestro local comercial. El saldo en ese momento en la cuenta era de 10,675.92 pesos, pero con las ventas por tarjeta de crédito que tuvimos ese fin de semana el saldo superó con mucho el monto de la renta, llegando a 12,974.21.

Nuestro arrendador, por otra parte, procesó el pago vía cámara de compensación a través de Banorte ese mismo fin de semana.

Cuál no sería, pues, nuestra sorpresa al revisar nuestro estado de cuenta por Internet el martes 9 y toparnos con un cargo de 850 pesos más 127.50 de IVA por sobregiro. Por una elemental regla de equidad financiera y ética de negocios los abonos deberían ser procesados antes que los cargos. Por lo menos, eso creía yo.

Pero no. Los abonos por ventas de tarjeta de crédito quedan reflejados en el saldo hasta el día hábil siguiente en que éstas ocurren a las ¡9 de la mañana!, de tal suerte que las ventas a crédito de viernes, sábado y domingo no son abonadas sino hasta bien entrado el lunes. Es decir, el banco jinetea el dinero de sus clientes tres largos días, en tanto que los cargos por cheques vía cámara de compensación los procesa la misma noche del día de su depósito. ¡Maravilloso!

Peor aún, el banco receptor, en este caso Banorte, el único cien por ciento mexicano, según se anuncian, hace a su vez otro cargo por sobregiro de 150 pesos más 22.50 de IVA.

Esto es, los cargos por comisión de estos rateros ascienden a un total de 1,150 pesos, con el absoluto beneplácito de nuestras “autoridades” financieras. Y no es que defienda yo la repugnante cultura mexicana de girar cheques sin fondos, que se acrecienta en ciudades como en la que actualmente resido, pero “comisiones” (ganancias inmorales, les llaman otros) mucho más moderadas resultarían igualmente ejemplares, sobre todo en casos en que de ninguna manera se obra de mala fe, como el nuestro.

¿Habrá alguien que dude todavía de la voracidad de estos inmorales usureros? Yo creo que ni ellos mismos.

viernes, 8 de agosto de 2008

Olimpismo

Cuando contemplo las escenas en viejas películas de las primeras olimpiadas de la era moderna, que incluían carreras de costales entre otras disciplinas igualmente chuscas y enternecedoras, no resta más que preguntarnos dónde quedó ese espíritu olímpico defendido a capa y espada por el romántico Pierre de Coubertin, tan fuertemente denostado por los actuales mercenarios del deporte mundial.

¿Qué tienen en común los soberbios y arrogantes basquetbolistas norteamericanos, con un “valor” de cientos de millones de dólares, o los “superdopados” ciclistas de nuestro tiempo con aquellos ancestrales atletas brincando alegremente dentro de sus sacos? Nada, absolutamente nada, ni siquiera la condición humana, en el más amplio sentido de la palabra.

Cuando supe de la compra que hicieron las televisoras nacionales de “estrellas” individuales del deporte mexicano, no pude sino caer en el lugar común de afirmar que cada quien tiene el patrocinio que se merece. Ya se verá que nuestros atletas no han hecho más que practicar extenuantemente su fracaso.

Regresaremos de nuestra excursión, muy contentos, con la medalla de plata de Paola Espinosa, superada ampliamente por una clavadista china, después de que los anfitriones hayan arrasado con todas las medallas, por encima incluso de Estados Unidos.

Todo esto, claro, el terrorismo mediante.

martes, 22 de julio de 2008

Las miserias de Carlos Slim Helú, el hombre más rico del mundo

¿Se puede hacer algo contra estas ratas que además se disfrazan de filántropos?

Tengo contratados con Telmex los servicios Todo México sin límites, en el hogar, y Negocio sin límites, en mi tienda, servicios por los que pago religiosamente cerca de 3,000 pesos al mes.

Pues bien, en el negocio contraté la línea hace cuatro meses y por cuarta ocasión consecutiva se me ha hecho un cargo adicional de 92 pesos, IVA incluido, por los servicios digitales, mismos que ya incluye el paquete contratado. He tenido que llamar cada vez para que se me haga el reembolso correspondiente y la promesa, no cumplida, de que el problema ha quedado resuelto. No sé si la inepta compañía esté apelando al cansancio o a la distracción del cliente para que éste desista de sus reclamos.

En el hogar están peor las cosas. Por segunda ocasión en menos de un mes me he quedado sin servicio (línea muerta) por dos largos fines de semana. Esta vez la anomalía ya se extendió desde el viernes 18 de julio hasta el momento de escribir esta carta, lunes 21 de julio, sin ser atendido todavía mi reclamo, a pesar de los no menos de 20 reportes al número 050 de quejas.

Para colmo, esto obliga a uno a hacer mayor uso del celular o de las tarjetas telefónicas, que redunda en beneficio adicional de la irresponsable empresa. Con semejantes transas en mi negocio privado, podría yo llegar a ser el hombre más rico de León.

¿Alguna idea sobre lo que puede hacer el entrampado consumidor ante tanta desfachatez del hombre más rico del mundo?

sábado, 26 de abril de 2008

Árbol genealógico de la mitología griega

Cualquiera que lea las obras de los grandes autores de la antigüedad griega, por ejemplo La Ilíada, La Odisea o la Teogonía de Hesíodo, queda confundido en cuanto al orden y la jerarquía de sus deidades. No es sino hasta cuando se leen libros de auténtica divulgación cultural, como el del mexicano Ángel María Garibay, Mitología griega / Dioses y héroes (Colección “Sepan cuántos...”, Editorial Porrúa, S.A.), que queda claro el panorama.

Por lo menos eso pasó conmigo. Fue así como aprendí que el cielo y la Tierra, Urano y Gea, dieron origen a Cronos y Rea, de donde a su vez proceden el dios del mar, Poseidón, cuyo complemento es Démeter, y la deidad griega por antonomasia, Zeus, y su pareja Hera, quienes “procrearon” al dios del fuego, Efesto o Hefesto, cuya amada es Afrodita.

De toda esta cadena proceden también Apolo y Artemisa y Hermes y Atena. Para completar la docena de dioses mayores en que coinciden casi todos los helenistas –curiosamente, los cuatro primeros, Urano, Gea, Cronos y Rea, no lo son-, tenemos a dos dioses aislados, a los que no se asocia en automático ninguna contraparte femenina como a los anteriores. Éstos son Dióniso y Ares.

Algo que me sorprendió fue que queda más claro el rol de cada una de estas deidades (por lo menos eso ocurrió conmigo) cuando se les asocia con sus equivalentes latinos (romanos), a saber, Zeus es Júpiter, Hera es Juno, Pseidón es Neptuno, Démeter es Ceres, Efesto es Vulcano, Afrodita es Venus, Apolo es el único que conserva su nombre, Artemisa es Diana, Hermes es Mercurio, Atena es Minerva, Dióniso es Baco y Ares es Marte.

Existen una infinidad de dioses menores, que por definición, como los mayores, son inmortales, y héroes, resultado de la unión de un(a) dios(a) con un(a) mortal, que sí mueren, como Aquiles, producto de los amores de la diosa Tetis con el mortal Peleo, de los que el mismo Garibay da una relación pormenorizada en su excelente tratado.

lunes, 21 de abril de 2008

Lorena Ochoa

Soneto dedicado a una mexicana sin par, aunque más bien debiera decir abajo de par:

Lorena lo practica desde niña
Y de esta disciplina es la más fuerte
Pues nada lo deja a la buena suerte
Y con ella cualquiera se encariña

Dice el mexicano si fuera tiña
La envidia que provoca hasta la muerte
La forma de golpear la bola inerte
Enjambre de golfistas habría en piña

Tapatía para ejemplo de todos
Aunque sean ellos de malos modos
Ya que da testimonio de excelencia

Los mexicanos gritan extasiados
Ya no nos sentimos tan desgraciados
Con Ochoa tenemos opulencia

lunes, 3 de marzo de 2008

Paladines de la moralidad

Nada más eso nos faltaba, que en el Municipio sede de los poderes estatales, el mismo donde el señor Gobernador sale en procesión religiosa a plena luz y en día hábil, casi casi de rodillas y con sendos espinosos nopales en pecho y espalda, intentaran amordazar y maniatar a los léperos. Panistas hipócritas, que comiencen por su propio secretario de Gobierno Mosqueda, que tan lucido estuvo en una reunión oficial con delegados federales insultando, amenazando y soltando sapos y culebras contra directores de periódicos del Estado.

Es lamentable y risible la propuesta de reforma al Bando de policía y buen Gobierno que presentaron los regidores del PAN del Ayuntamiento de Guanajuato capital, donde se imponen 36 horas de cárcel o el pago de hasta 7 mil 400 pesos de multa a quien haga señas o profiera palabras obscenas, pues “señoritas u otros jóvenes” podrían escucharlas y esto es “muy grave”.

Mojigatos. Debieron haberse preocupado mucho antes, por ejemplo cuando hace 25 años la SEP modificó los planes de estudio de primaria por considerar que el civismo y la ética eran asignaturas superadas, y simplemente las suprimió de sus programas, sólo para reinstaurarlas hace apenas unos días.

Pasar de estas pretensiones iniciales de los regidores panistas a un Estado represor y autoritario contra el que tiene “malos” pensamientos o, simplemente, contra el que piensa distinto media una capa muy delgada. Resulta vergonzoso enterarse cómo el alcalde, también panista por supuesto, Eduardo Romero Hicks, quema incienso y vierte agua bendita sobre esta iniciativa que parece pensada por el mismísimo Torquemada. Que se dé una vuelta don Eduardo por las escuelas privadas de educación media y superior para que vea cómo se expresan muchas de las “señoritas” que él pretende defender.

Parafraseando a los gringos cuando defienden el derecho que cualquier ciudadano tiene de quemar su propia bandera: la mejor razón para no hacerlo es la libertad que se tiene para ello. Bueno, pues aquí aplica lo mismo: que el propio ciudadano se dé cuenta de la repulsión que provoca cuando mienta madres a diestra y siniestra, tal como Mosqueda, esperemos, haya escarmentado.

Lo demás es simple y llanamente intolerancia y totalitarismo.

sábado, 1 de marzo de 2008

Efectividad mexicana en la "Liga de las Estrellas" (LFP)

La rentabilidad de los mexicanos en la Liga de Futbol Profesional de España quedó de manifiesto hoy, sábado 1 de marzo de 2008, cuando el Atlético de Madrid del mexicano Javier Aguirre goleó 4-2 al enrachado Barcelona, que prescindió durante todo el partido de sus luminarias Rafael Márquez y Giovani Dos Santos, paisanos de aquél.

Alguien podría alegar que es fácil ser efectivo cuando no se está en la cancha, como el insustituible Márquez, pero se equivocará rotundamente. Si se comparan los números de Rafa en particular con los del Barça en general, se confirmará que a los culés más les convendría tenerlo en la cancha aunque sólo fuera como amuleto, pues de los 26 juegos jugados hasta ahora por los catalanes, éstos únicamente se han levantado con la victoria en 16, por 4 derrotas y 6 empates, una pobre efectividad del 69% para un equipo de la jerarquía del Barcelona, en tanto que de los 18 partidos en que Márquez ha participado, el equipo ha triunfado en 13 ocasiones, por 4 empates y una sola derrota, para una efectividad del 80%. La diferencia es, pues, palmaria.

Pero si consideramos tan sólo los partidos en los que Rafa ha participado los 90 minutos, sus números mejoran sustancialmente: 11 partidos jugados con 9 triunfos, un empate y una derrota, para una efectividad personal del ¡85%!

Por supuesto que los partidos que Márquez no ha jugado en su totalidad, en los que mayoritariamente ha entrado para sustituir a un compañero, su presencia no ha sido puramente ornamental, siendo el caso más notable el de la jornada 13 contra el Recreativo en que ingresó a la cancha al minuto 54, con el marcador 0-0, y el Barça terminó arrollando 3-0.

En la jornada 18, en partido completo, anotó el gol del triunfo en la victoria de su equipo 2-0 sobre el Mallorca.

Bien por Márquez, Giovani, Aguirre, Guardado y Vela, todos ya con una sólida presencia en el futbol hispano.

viernes, 8 de febrero de 2008

Asalto en el Parque Metropolitano de León, Gto., México

El viernes 8 de febrero a las 6:45 de la mañana, cuando la ciudad de León aún está a oscuras y el frío cala hasta los huesos, un hombre embozado me sorprendió a la entrada del Parque Metropolitano, en Balcones. Yo estaba dispuesto a darle todo el dinero que llevaba conmigo, pero el anónimo individuo me solicitó más.

Hice un esfuerzo y llenándome de valor le exigí una explicación. Él sólo hizo una mueca de indiferencia, levantó indolentemente los hombros y me espetó: “yo únicamente recibo órdenes”. Acto seguido, desenfundó amenazante el arma letal y me planteó la disyuntiva: “me da usted los 180 del abono mensual o no entra, tuvimos un incremento de precios a partir del 1 de febrero”. Pe... pe... pero –le dije yo con la rabia contenida del que se siente injustamente sorprendido- un incremento del veinte por ciento cuando la inflación durante 2007 fue del 3.76, me parece realmente un atraco.

Verdaderamente eso es lo que pienso de las “autoridades” del Parque Metropolitano, y de todos los prestadores de bienes y servicios, públicos y privados, cuando se trata de reflejar el impacto de los costos en sus consumidores: se despachan con la cuchara grande, pero que no se trate de satisfacer las demandas de sus empleados porque entonces sí se guían por el librito y les alegan: “mira, la inflación el año pasado fue de menos del cuatro por ciento; yo te estoy dando un aumento de 4.5, me deberías quedar eternamente agradecido”.

¿No podrían estos “patronos” dar un trato justo y recíproco a sus consumidores y no reflejarles más allá de un cinco por ciento en el incremento de sus precios? Ojalá el director del Parque Metropolitano pudiera darme una respuesta satisfactoria.

domingo, 27 de enero de 2008

Suicidio en la torre

Después de frustrantes siete meses de “trabajo” como mando medio en el peor y más indigno ambiente laboral del mundo, la burocracia mexicana, decidí irme con mis niños y mi esposa a recorrer por tren algunas ciudades de Europa. Al final, decidimos extender el viaje a París, donde ya habíamos estado un par de años antes. El niño, de nueve años de edad, conservaba todavía aquella extraña fascinación que desde un principio le causó la torre Eiffel, y de nuevo, como en la primera ocasión, quería ir casi todos los días aunque sólo fuera a contemplarla.

Mi estado de ánimo no era el mejor del mundo después de las frustrantes experiencias de traición y deslealtad vividas al “servicio del Estado”, pero París había ayudado a paliarlo. Sin embargo, ya en la torre, después de haber caminado las riberas del Sena, sentí un impulso irrefrenable de treparme al pedestal sobre el que se asienta una de las patas de la mole de acero, lo cual conseguí con facilidad ayudado por la conformación rugosa de la peana. En un principio, mis hijos pensaron que bromeaba y que únicamente lo hacía para que me tomaran la foto antes de que la autoridad llegara para someterme al orden. No obstante, a partir de ahí, no representó mayor dificultad para mí comenzar a trepar por el entreverado de la torre. Lo hacía con un impulso ciego y el firme deseo de tomar cierta ventaja sobre quien pretendiera impedírmelo. Mi mujer y mis hijos, habituados ya a los extraños patrones de mi conducta, aunque nunca de la desproporción del que intentaba ahora, empezaron a gritar para que alguien impidiera que continuara mi loca empresa.

A los pocos minutos, un escuadrón de seis bomberos intentaba darme alcance siguiendo la ruta que yo les había trazado, empero la distancia parecía ya insalvable. El bombero que precedía a los otros, aun cuando no lo comprendiera, entendía por sus gestos y sus palabras que trataba de convencerme de que no siguiera, que fuera hacia ellos para que me auxiliaran y no me hiciera daño. Sin embargo, era una decisión tomada por mí desde la noche anterior, cuando en la madrugada me levanté sin hacer ruido y bajé a la recepción del hotel donde pergeñé unas líneas de despedida para los niños y mi mujer. Así como aquél se dirigía a mí en francés, yo le respondía en español, con énfasis y resolución, que no insistiera.

-Entiéndelo –le decía-, es mi determinación, estoy harto de hacerles la vida imposible a los que me rodean, pero sobre todo, estoy harto de hacérmela imposible a mí mismo, y ya son más de cincuenta años intentando salir del foso de la depresión. No es esto algo que me venga de improviso, es una decisión conscientemente tomada por lo vacuo de la existencia. Además, es mi deseo ferviente que todos los curiosos reunidos allá abajo sean testigos de que hago esto por propia voluntad.

Mientras tanto, las taquillas de la torre habían sido cerradas y la policía acordonaba la zona, sin impedir que la gente se aproximara cuanto quisiese.

Una vez que hube alcanzado un fijo en el arco de la torre sobre el que podía sostenerme en pie, me despojé de la chamarra en cuyos bolsillos guardé los escritos dirigidos a mi niña, mi hijo y mi esposa, y la arrojé al vacío. Un grito de pánico se desprendió de la garganta de la multitud, para enseguida dar paso a una risa de júbilo al percatarse que era la prenda la que había caído al suelo. Sin embargo, menos de diez segundos después, me arrojé yo también al vacío. La muchedumbre no pudo evitar el grito desgarrador que salía de sus bocas, en tanto que yo veía claramente acercarse el duro piso a mi cabeza, a la misma velocidad que uno se desploma en la pendiente más inclinada de la montaña rusa. Finalmente, por espacio de un nanosegundo sentí cómo mi cráneo se despedazaba y mis entrañas reventaban.

Las mujeres en la multitud lloraban de histeria por la impresión, en tanto que los varones y los vendedores de baratijas no daban crédito a lo que miraban sus ojos y, todos, parecían devastados.

Una especie de fantasma se desprendió de la masa inerte de huesos, vísceras, sangre y restos y se fue a posar dentro de mí, que, entre la muchedumbre, contemplé atónito el desenlace del episodio del que el destino me hizo partícipe y testigo.

Al día siguiente, miércoles 30 de abril de 2003, refundida en la página 11 de LE FIGARO, fue publicada la siguiente nota anónima Suicide à la tour Eiffel sobre un individuo no menos anónimo: Un homme s’est suicidé hier vers 17 heures en sautant du premier étage de la tour Eiffel , après avoir enjambé le parapet et déjoué les grilles de protection installées sur le monument. Il s’agit du premier suicide commis cette année du haut de ce monument parisien.

Después de todo, qué bueno que no fui yo.

martes, 22 de enero de 2008

Teorema de los números primos

Parece increíble que una expresión matemática tan simple como el cociente x/log x tenga una estrecha relación con algo tan aparentemente aleatorio como los números primos, tan aleatorios que, dicen, estos circunspectos guarismos –auténticos átomos del universo matemático- son utilizados por los complejos algoritmos criptográficos que protegen las transacciones financieras.

Sin embargo, ¿es realmente tan aleatoria la distribución de los números primos como para que un ente tan indefenso como el descrito se atreva a desafiarla? En efecto, a principios del siglo pasado, dos distinguidos científicos en la teoría de números demostraron, cada cual por su lado, que la expresión x/log x tiende a la cantidad “total” de primos cuando x tiende a infinito.

Lo que estos matemáticos probaron en realidad es que la función Li(x) –una “mejor” aproximación que x/log x-, que se define como la integral de 2 a x de dt/log t, tiende al número de primos cuando x tiende a infinito.

Todos estos hechos tientan a un diletante como yo a afirmar que tal vez no haya algo tan lejano del azar como los números primos. Claro, no es algo tan trivial como la determinación de los números pares y los impares, pero quizá exista en algún recóndito lugar del universo la fórmula para el cálculo de los primos, que sólo espera el instante de ser raptada por un intelecto privilegiado, y entonces sí las instituciones financieras se verían en apuros y tendrían que idear nuevos algoritmos para la protección de sus operaciones.

Nuevamente, como en el caso de la identidad entre la unidad y la compleja función exponencial, y en el no menos fascinante de la teoría de la relatividad, no puedo menos que manifestar mi asombro y embeleso ante bellezas intangibles pero innegables.

Felipe Calderón, Presidente de México, tuerce la ley

La animadversión por el espurio nombramiento de Juan Camilo Mouriño Terrazo como “ministro de Interior” (secretario de Gobernación) del Estado mexicano no es xenofobia, es simple y llanamente porque Calderón está violando la ley, lo que no resulta novedoso en su Administración, pues apenas en abril de 2007 denuncié ante la Secretaría de la Función Pública otro nombramiento igual de singular: el de Purifucación Carpinteyro Calderón. Lo hice en los siguientes términos (ver Proceso, 1592, 6 de mayo de 2007):

“El nombramiento de Purificación Carpinteyro Calderón como nueva directora general del Servicio Postal Mexicano (Sepomex), en sustitución del memorable y longevo Gonzalo Alarcón Osorio, estuvo en entredicho durante varios días en virtud del artículo 21 de la ley federal de las entidades paraestatales, fracción I, que a la letra dice que el director general debe “ser ciudadano mexicano por nacimiento que no adquiera otra nacionalidad y estar en pleno goce y ejercicio de sus derechos civiles y políticos”, habida cuenta de que la susodicha Carpinteyro, además de ser mexicana por nacimiento, disfruta de las nacionalidades española, probablemente por ascendencia, y brasileña, como funcionaria que fue de Embratel.

¿Cómo fue que finalmente se le dio la vuelta a este serio impedimento legal? Porque si bien es cierto que se puede renunciar a una nacionalidad adquirida, la ley federal de las entidades paraestatales es clara, y como, jurídicamente, “donde la ley no distingue, no se debe distinguir”, dicha renuncia no borraría este impedimento legal, por más que la ley de nacionalidad lo permitiera. Es decir, la ley específica de las entidades paraestatales tiene prevalencia sobre la ley general de nacionalidad.

Por otro lado, llama la atención el apellido materno de Carpinteyro Calderón, y me pregunto si no estaremos ante un caso de nepotismo presidencial, toda vez que el nombramiento es responsabilidad directa de Felipe Calderón. Desgraciadamente, apenas el 28 de abril hice la pregunta correspondiente a la Presidencia de la República, a Sepomex y a la Secretaría de la Función Pública a través del IFAI y no obtendré una respuesta sino hasta el 29 de mayo, a pesar de la simpleza de la solicitud. También solicité copia del nombramiento.

A ver si alguien se apiada de mí antes y resuelve los serios cuestionamientos que planteo en este escrito.”

Sepomex respondió, mediante la página del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), a mis preguntas sobre nacionalidad y parentesco, afirmando que la señora Carpinteyro Calderón renunció a sus nacionalidades española y brasileña poco antes de su nombramiento y negando cualquier parentesco con el Presidente, y me adjuntó copia del nombramiento firmado por éste.

Insisto: la renuncia no resuelve la ilegalidad planteada en mi escrito, a pesar de que la misma incompetente que tiene detenida mi denuncia contra la compañía (Hildebrando) del cuñado de Calderón afirme lo contrario, sin dar detalles, en un oficio que me dirigió el 29 de agosto de 2007.

Por lo que se refiere al ilegal nombramiento de Mouriño, el hermetismo por parte de las autoridades ha sido casi total, no obstante las pruebas aportadas por el periodista Miguel Ángel Granados Chapa (Reforma, En Bucareli, un secretario ilegal, jueves 17 de enero de 2007).

lunes, 21 de enero de 2008

Inveterada corrupción mexicana

El 8 de junio de 2006 inicié un largo proceso que aún no culmina (creo) y que me ha permitido comprobar, por si alguna falta hiciera, lo muy arraigado que está en el alma nacional ese cáncer social llamado corrupción, y que muy a menudo me lleva a sentir vergüenza de pertenecer a una sociedad como ésta. Tal vez se me pregunte qué he hecho yo por remediar este mal, a lo que respondería que mucho, comenzando por mi conducta personal y por los valores que he sabido inculcar en mis hijos, y siguiendo por las denuncias públicas que por más de 30 años he acostumbrado plantear en los medios de comunicación o ante autoridades públicas y privadas. Pero, sin duda, la que abrí en esa fecha sea quizá la más frustrante.

Todo comenzó a raíz del escándalo que con motivo de las elecciones presidenciales se desató con la acusación que hizo uno de los candidatos de los turbios negocios del cuñado del actual Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa. En un debate público y televisado, Andrés Manuel López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), acusó a Diego Hildebrando Zavala Gómez del Campo, hermano de la hoy primera dama Margarita Zavala, de ilícitos que ascendían a varios millones de pesos. De inmediato asocié a Hildebrando con el nombre de la empresa que ineptamente estuvo desarrollando un sistema informático para el Servicio Postal Mexicano (Sepomex), y me preguntaba qué habría sido de ese sistema y del proceso de rescisión de contrato que dejé arrancado a principios de 2003 cuando, harto de la burocracia, renuncié al organismo postal mexicano.

Denuncié en los medios que la empresa Hildebrando debería estar en la lista negra del Gobierno federal, inhabilitada para desarrollar cualquier tipo de trabajo, toda vez que en Sepomex había incumplido flagrantemente. La denuncia valió la primera plana del diario de circulación nacional Reforma del 11 de junio y la portada del prestigiada revista Proceso una semana después. No paró ahí el asunto, pues por esos mismos días levanté las denuncias formales ante la Secretaría de la Función Pública (SFP) y el Órgano Interno de Control (OIC) de la misma dependencia en Sepomex. Documenté mi inconformidad con pruebas irrefutables, cuando así me lo hubo requerido el OIC, en agosto de ese mismo año (2006).

Mientras esperaba –espero aún- las resoluciones de estas burocráticas y tenebrosas dependencias, confirmé que, en efecto, se dio una ilegal extensión de contrato a la empresa del cuñado del hoy Presidente. Supe esto por boca (pluma) del entonces director general de Sepomex, Gonzalo Alarcón Osorio, que se inconformó con mi denuncia en el siguiente número de Proceso, aunque lo único que consiguió con ello fue atarse bien la soga al cuello. Y digo que espero aún la resolución de los “tribunales” porque la incompetente licenciada que manejaba (¿maneja aún?) el caso en el área de quejas y responsabilidades del OIC, de la que es gerente, lo pasó de la ventanilla de quejas a la de responsabilidades, lo que confirmaría la existencia de conductas punibles, aunque lo graciosísimo del asunto es que ambos puestos se encontraban vacantes. Es decir, la prestidigitadora tinterilla pasó el expediente de su mano derecha a su mano izquierda, y a mí me dan atole con el dedo, vía el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), diciéndome que consulte en Internet las páginas de servidores públicos sancionados y proveedores inhabilitados, mientras ellos continúan con sus arduas y sesudas investigaciones.

Que lo digan mejor con todas su letras: el poder es intocable en este pobre México, y que ellos, sus sirvientes, sigan medrando y arrastrándose por unos mendrugos de pan.

jueves, 17 de enero de 2008

Día de los inocentes

León, Gto., México, jueves 17 de enero de 2008

Sr. Director:

Al leer la primera plana de Reforma del miércoles 16 de enero, en un primer momento pensé que los editores del periódico habían confundido la fecha y la página, pues la noticia de que el español Mouriño llegaba a Gobernación parecía una típica vacilada de las que ustedes suelen incluir en la última página de la primera sección el día de los inocentes.

Aún no salgo de mi atolondramiento. Da la impresión de que los recursos humanos con los que cuenta el Presidente son tan escasos que éste no tuvo más remedio que echar mano de alguien cuyo nombramiento no puede ser más polémico, ahora y en un futuro no tan lejano.

Si en el fut nunca he estado de acuerdo en que se recurra a “extranjeros” habiendo tantísimos mexicanos capaces, imagínese mi indignación en un puesto tan delicado como lo es el de ministro de Interior (dirían los compatriotas de Juan Camilo).

miércoles, 16 de enero de 2008

Beber la cicuta

“... el servidor de los Once (magistrados encargados de la policía de las prisiones y de hacer ejecutar la sentencia de los jueces) entró casi en aquel momento y aproximándose a él, dijo: Sócrates, no tengo que dirigirte la misma reprensión que a los demás que han estado en tu caso. Desde que vengo a advertirles, por orden de los magistrados, que es preciso beber el veneno, se alborotan contra mí y me maldicen; pero respecto a ti, desde que estás aquí, siempre me has parecido el más firme, el más dulce y el mejor de cuantos han estado en prisión; y estoy bien seguro de que en este momento no estás enfadado conmigo y que sólo lo estarás con los que son la causa de tu desgracia, y a quienes tú conoces bien. Ahora, Sócrates, sabes lo que vengo a anunciarte; recibe mi saludo y trata de soportar con resignación lo que es inevitable. Dicho esto, volvió la espalda, y se retiró derramando lágrimas. Sócrates, mirándole, le dijo: Y también yo te saludo, amigo mío, y haré lo que me dices. Ved –nos dijo al mismo tiempo- qué honradez de este hombre; durante el tiempo que he permanecido aquí, me ha venido a ver muchas veces; se conducía como el mejor de los hombres, y en este momento ¡qué de veras me llora! Pero, adelante, Critón, obedezcámosle de buena voluntad, y que me traiga el veneno si está machacado, y si no lo está que él mismo lo machaque.”

Platón / Diálogos (Colección “Sepan cuántos...” Editorial Porrúa, S.A.) Fedón o del alma, p. 430.

Ignoro por qué este pasaje trajo a mi memoria una época en la que mi vida emocional caía inexorablemente en un abismo a mediados de la década de los 70 del siglo pasado. Había pasado de un fracaso profesional a varios más en sucesión, curiosamente después de haberme distinguido como el mejor estudiante de México en mi licenciatura. Cuando le hice notar esta circunstancia a mi madre y la necesidad de la atención de un sicólogo que ayudara a remediar mis males, ella, con naturalidad, me dijo que yo no requería de la atención de ningún sicólogo sino de un siquiatra.

Fue así como me enrolé en una terapia de grupo que dirigía una siquiatra que todavía recuerdo nítidamente. En estos grupos, como es sabido, se vale mentar madres y agredir a quien se le dé a uno la gana. Ahí “departíamos” la damita a la que el amante trataba con la punta del zapato y que todas las mañanas de los lunes a las siete nos deprimía con sus llantos de mujer engañada, un tipo bastante estúpido que hacía desesperar a todo mundo, la edecán de una oficina pública que se sentía obligada a ir a la cama con un subsecretario de Estado que le daba asco y por lo que se había visto obligada a abortar en más de una ocasión, el nieto de un general revolucionario que cachó a su mamá poniéndole el cuerno al padre cuando él era niño, un judío de clase alta que se daba sus “pasones” con la esposa en eróticas sesiones de hartazgo, una siquiatra recién graduada a la que no le quedaba de otra más que autoanalizarse y a la que el esposo engañaba, una lesbiana con muchos pantalones y una sufrida relación, y yo. También teníamos sesión los miércoles a la misma hora, con el aperitivo de la damita volviéndonos a deprimir.

Huelga decir que las más cabronas eran la compañera siquiatra y la lesbiana. Yo lo era también cuando lograba salir de mi “enconchamiento”. El día que el tipo bastante estúpido decidió retirarse del grupo casi nadie lo peló, especialmente las dos que menciono, que lo atacaban frecuentemente. Yo tuve que aguantarme la pena ajena, quizá porque reconocía algo de mi inseguridad en la de él aunque también lo detestara.

Sin embargo, después de nueve meses en el grupo -periodo bastante sintomático pero no escogido por mí a propósito-, reconocí que la ayuda que no pudiera yo mismo proporcionarme nadie más me la daría. Si esto fue algo que la misma terapia me hizo ver, lo desconozco, aunque honestamente lo dudo. No obstante, cuando dije, curándome en salud y sobre todo para que los otros no me atacaran, que no aceptaría chantajes de ninguna índole y que me largaba porque me largaba, lo que más me impresionó al terminar mi perorata fue escuchar a las dos cabronas, sin poder contener el llanto y una después de la otra, increparme por insensible y decirme que no lo tomara como chantaje pero que en verdad lamentaban mi partida.

Se comprenderá que, como Sócrates, haya quedado hondamente conmovido, lo que no impidió que apurara la cicuta de mi marcha.

domingo, 13 de enero de 2008

Harvard's manners

I remember I read once in the local newspaper of Raleigh, N.C., The News & Observer, about somebody who was lost in the Harvard University’s campus looking for the library. After some minutes of fruitless search, he decided to stop his car and asked somebody walking outside:

- Excuse me, would you please tell me where the library is located at?

The astonished pedestrian reacted with surprise and anger to this question:

- Excuse me you, sir, I don’t understand; here, in Harvard, we never end a sentence with a preposition.

- Oh!, I’m very sorry, would you please tell me where the library is located at, son of a bitch?

viernes, 11 de enero de 2008

Relativa facilidad, absoluta belleza

Apenas el verano pasado leí la traducción al español del maravilloso libro de Walter C. Mih The fascinating Life and Theory of Albert Einstein / With a Foreward by Bernard Einstein. Me entusiasmó tanto su simplicidad que lo releí esta semana para intentar transmitir este gozo a mis lectores.

Hace un par de años intenté penetrar la teoría del genio alemán mediante el libro Relativity / The Special and the General Theory, a Popular Exposition by Albert Einstein. Lo leí, también, dos veces, con un intervalo entre ambas de un año. Aunque por desgracia no pude conseguir la versión en español, sinceramente no creo que haya sido el idioma el que me impidió entender cabalmente esta “clara explicación que cualquiera puede entender”, según reza la cubierta del magnífico libro. Es probable que haya entendido la famosa teoría de Einstein en un cincuenta por ciento, aun siendo actuario y habiendo estado muy interesado en la Hipótesis de Riemann durante estos últimos años.

Ocurrió todo lo contrario con el libro de Mih, que finalicé en un par de días la primera vez y me permitió entender completamente la teoría especial de la relatividad de Einstein. Como apunta Mih, “el uso de las condiciones de Einstein basadas en la velocidad constante de la luz para resolver las incógnitas de la ecuación t = Fx’ + Gt’ es genial”. Pero vayamos por partes.

Einstein estaba convencido de que si un pasajero viajase en un vagón de ferrocarril a la velocidad de la luz, cuando su reloj marcase las 12:05, por decir algo, la imagen que la propia luz le proyectaría del reloj de la estación señalaría las 12:00. Lo mismo, pero a la inversa, ocurriría para un observador parado en la estación del ferrocarril. Sin embargo, más tarde Einstein comprobó que el retraso del tiempo en el vagón en movimiento era real.

Einstein parte de las ecuaciones tradicionales de Galileo o Newton:

x = x’+ vt’

t = t’

donde v es la velocidad a la que se desplaza el vagón, x es la coordenada horizontal en la estación y t el tiempo, y x’, t’ las mismas variables en el vagón del tren, de modo que si éste viaja a 100 kilómetros por hora, media hora después estará a una distancia de x = x’ + 100(0.5) = 0 + 50 = 50 kilómetros.

Empero, Einstein propuso el sistema de ecuaciones:

x = Dx’ + Et’

t = Fx’ + Gt’

por consistencia con el principio de que la velocidad de la luz siempre es constante.

Pues bien, mediante artilugios algebraicos sorprendentes aunque muy simples, que no viene a cuento reproducir aquí, Einstein demostró manipulando estas ecuaciones que:

x = (x’ + vt’) / √(1 – v**2/c**2)

t = (t’ + (v/c**2)x’) / √(1 – v**2/c**2)

donde c es la velocidad de la luz; y de aquí, mediante operaciones algebraicas aún más elementales:

t’ = t √(1 – v**2/c**2) (1)

L’ = L √(1 – v**2/c**2) (2)

donde L es la longitud de algún objeto en el vagón, una barra de acero por ejemplo.

Estas dos últimas ecuaciones son sorprendentes y constituyen la sólida base sobre la que descansa la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Incluso de aquí se deriva la que quizá sea la ecuación más famosa en la historia científica de la humanidad:

E = mc**2

Pero como la máxima velocidad que se puede alcanzar en el Universo es precisamente la de la luz, c, lo que en realidad representan las fórmulas (1) y (2) es que el tiempo transcurre más lentamente en el vagón y la longitud de los objetos en él se reduce en relación con la estación del ferrocarril, ya que claramente

(1 – v**2/c**2) es menor que 1

y, consecuentemente,

t’ menor que t

L’ menor que L

De aquí el nombre de teoría de la relatividad: el tiempo transcurre más lentamente en un vehículo en movimiento en relación con un ente estático, y las dimensiones de los objetos en aquél se reducen.

Si alguien no es capaz de emocionarse ante esta belleza del ingenio humano, que refleja fielmente la realidad del Universo, no será capaz de emocionarse ante nada... absolutamente nada.

sábado, 5 de enero de 2008

Ciencia no-ficción

En una ocasión, cuando trabajaba para IBM de México, el calendario trajo un puente laaargo-laaargo que comenzó el martes 14 de septiembre en la noche y terminó el lunes 20 del mismo mes en la mañana. Eran épocas que los grandes clientes aprovechaban para dar mantenimiento a sus monstruosos equipos o bien para la instalación de complicados sistemas. Este último fue el caso de una importante compañía de seguros, líder en su ramo.

Pues bien, el lunes del que hablo llegué temprano a la oficina y había una situación de emergencia bastante seria en dicha compañía, pues los americanos -de otra compañía- que habían venido ex profeso a la ciudad de México a instalar el complejo sistema prácticamente se quedaron paralizados desde el miércoles 15, pues la máquina se detenía abruptamente al arrancar el subsistema bajo el que corría su fementida aplicación. Los departamentos de hardware y software de IBM habían desfilado en su totalidad durante el largo puente sin mayores resultados: la maquinota seguía aplastada.

El representante de ventas de IBM me invitó a “echarle montón” de inmediato al problema haciendo acto de presencia en las instalaciones del cliente. Oye, le dije, pero si ya los departamentos enteros de hardware y software visitaron al cliente y no encontraron nada, lo más seguro es que el problema esté en la aplicación de los gringos y de nada servirá una visita adicional por más “especialista” que sea yo en el subsistema de marras. La situación es tan grave, me respondió, que si no ven siquiera preocupación de nuestra parte puede venir una demanda y hasta una cancelación de nuestro equipo.

Cuando llegamos a la localidad del cliente, los gringos estaban verdaderamente desesperados, amén de nuestros ingenieros de servicio que no hallaban qué hacer. Como el médico que llega a auscultar al paciente sin ser médico, tímidamente les solicité a los americanos que arrancaran su sistema, para lo cual, previamente, tenían que iniciar el subsistema de mi “especialidad”. Fija la mirada de los tres –dos gringos y yo- en la consola de la máquina, me indicaron: mira, aquí es donde se detiene el equipo y... ¡nada!, que el maquinón no les hace caso y sigue adelante como si nada. Me voltearon a ver los dos con ojos de plato y al unísono exclamaron: what did you do! Con toda honestidad les respondí: nothing, I swear! Me cortaron: well, it doesn’t matter, thanks a lot.

No transcurrieron ni dos minutos cuando el representante de ventas bajó de las oficinas del director para indicarme que éste quería platicar conmigo, y entonces tuvo lugar el siguiente diálogo de sordos:

- Mira –me dijo-, yo sé que en IBM se está muy a gusto y que el desarrollo que un ingeniero de sistemas tiene ahí es envidiable desde cualquier punto de vista...

- Yo no hice nada –respondí-, el sistema simplemente arrancó.

- ... sin embargo, el sector financiero tiene muchas prerrogativas que hace de sus empleados un sector privilegiado... –me ignoró.

- Yo no hice nada –insistí con mayor énfasis- ni siquiera los parámetros de definición he revisado.

- ... entre otros, los créditos hipotecarios, los préstamos, un aguinaldo muy por arriba de lo que marca la ley, y demás beneficios no monetarios –continuó con su soliloquio.

- De todas formas –continué yo con el mío-, algún problema debe existir porque las cosas no se arreglan así como así, por arte de magia, por lo que habrá que seguir revisando para ver dónde radica el problema.

- No me respondas ahora –concluyó-, yo sé que es una decisión difícil, sobre todo cuando se está en una organización de excelencia, como la tuya.

- Está bien –concluí por mi parte, estableciendo, por fin, un diálogo-, déjame pensarlo y yo te comunico mi decisión.

- Me daría mucho gusto que fuera afirmativa –finalizó.

Trabajé para IBM otros diez o quince años más.

viernes, 4 de enero de 2008

Cómo "gané" el maratón de Boston

Ya tuve oportunidad de relatar con anterioridad mi participación, en 1985, en el maratón de Nueva York, precedida ésta por las que tuve en las primeras dos versiones del maratón de la ciudad de México, en 1983 y 1984. Pues bien, aunque en el primero de éstos e inicial de mi trayectoria hice un papel decoroso con un tiempo de cuatro horas y un minuto, el segundo constituyó un desastre, no sólo porque lo corrí prácticamente sin ninguna preparación previa, como medianamente lo había hecho con el primero, sino por la humillación de que fui objeto por parte de una gacela que, según yo, constituiría el impulso que necesitaba para cruzar la meta. Me explico.

Años antes había conocido por intermediación de un amigo a una bella corredora chilena, que resultó ser hermana de la famosa baladista Anamía, hermosa también aunque no tanto como aquélla. Para quienes vivieron la época, ya imaginaran el portento de mujer al que me refiero. No la vi más que unas pocas veces en el lago mayor de la segunda sección del bosque de Chapultepec, pues mi amigo, gay, la acaparaba como compañera ideal para el trote.

No se necesita mucha imaginación para comprender lo que una aparición semejante representó para un irresponsable y exhausto “competidor” a mitad de un maratón al que sin mayor reflexión se inscribió: la inspiración más que necesaria para cruzar orgullosamente acompañado la meta. Durante el trayecto no cesaban las aclamaciones que el público nos dirigía: “vamos preciosa, tú puedes”, “qué buena estás, mamacita”, “por ti, me dejaría arrastrar al fin del mundo”, y cosas parecidas, que nosotros correspondíamos con amables sonrisas. Sin embargo, yo, que cuando la vi inicialmente sentí la misma ternura, no aguanté el paso, ella se desesperó y se despidió gentilmente. Cuando la perdí de vista, completamente agotado, empecé a caminar y se puede decir que así llegué a la meta un par de horas después. Mi tiempo: cuatro horas con 45 minutos. Mi estado: deplorable, a punto del colapso. Mi orgullo: devastado. Le pedí a mi familia media hora para recuperarme, ahí tirado a media calle y temiendo, de verdad, sufrir un desvanecimiento.


Quedó tan herido mi ego que después de Nueva York y con un poco más de entrenamiento corrí Berlín en octubre de 1987 en un tiempo de tres horas y cinco minutos, lo que automáticamente me calificó para Boston en abril de 1988, ya con un entrenamiento mucho más formal y una inquebrantable disciplina, que me llevó incluso a tener mi última sesión fuerte de preparación (25 km) en Buenos Aires, donde se celebraba la convención anual de IBM, compañía para la que trabajaba. Corrí del hotel Sheraton al estadio del River y de regreso. Cuando salí, a las cinco de la madrugada, llegaban al hotel todos mis compañeros de trabajo de la farra de la noche anterior.

Regresé a la ciudad de México, hice mi última sesión de repeticiones (un kilómetro a máxima velocidad alrededor de la pista del Centro Deportivo Olímpico Mexicano por 400 metros de trote, diez veces) bajo la escrupulosa mirada de mi entrenador, y volé a Boston. Mi objetivo: tres horas.

El lunes 18 de abril de 1988, Día del Patriota, en el kilómetro 30 marcaba yo un tiempo de dos horas exactas, aproximadamente cuatro minutos por kilómetro, y sin haber detenido mi marcha ni para tomar una sola gota de agua con el objeto de no perder tiempo. Mi euforia era total, aunque en la parte final del trayecto, es sabido, uno disminuye ligeramente su paso. Aun así, al final del recorrido el cronómetro oficial marcaba 2 horas, 53 minutos y 43 segundos.

Es increíble lo que el amor... por uno mismo puede hacer.

Después de Boston, no volví a correr otro maratón.