miércoles, 3 de febrero de 2010

Cuento inédito de Franz Kafka

Lic. Felipe Calderón Hinojosa
Presidente Constitucional de los
Estados Unidos Mexicanos

Señor Presidente:

Justamente el miércoles 3 de febrero de 2010, el periodista Sergio Aguayo Quezada comenta en su columna del diario de circulación nacional Reforma el aberrante caso de la pensión de la que el IMSS me despojó por intermediación del corrupto subdelegado en León, Arturo Soto Carranza.

Y digo que precisamente el 3 de febrero porque, de cualquier manera, pensaba quejarme ese día por el trato indigno y humillante de que fui objeto en las oficinas centrales del IMSS en la ciudad de México el día anterior. Mi calvario empezó en la oficina de la Lic. Adriana Buenrostro, asistente administrativa de Lorenzo Martínez Garza, Director de Administración y Evaluación de Delegaciones, de donde me transfirió a la de Ricardo Díaz, su contraparte en Prestaciones Económicas y Pensiones, de donde éste a su vez me transfirió a la de Primo Ibarra, quien me informó que él nada podía hacer para que se arreglara mi problema.

Ante mi insistencia, Ibarra me transfirió a la Dirección de Incorporación y Recaudación con Diana Heredia, quien ni siquiera se dignó recibirme, sino que envió directo a su secretaria para que me llevara a otra oficina más, donde me dejó encargado con una ancianita que me informó que en un momentito la secretaria de “alguien” se desocuparía para atenderme. Salió la mentada secretaria de “alguien”, con cara de depresión post-puente, únicamente para inquirirme qué se me ofrecía. Perplejo, le expliqué cómo había llegado hasta ahí: señorita, hice un compromiso telefónico desde mi lugar de residencia (León, Gto.) con Adriana Buenrostro para viajar ex profeso a la ciudad de México y exponer, una vez más, mi angustia a las “altas autoridades” del Seguro, y mire usted cómo se han ido deshaciendo de mí. Permítame, respondió, y le pidió a alguien más que me atendiera.

Posteriormente, me pasaron a un despacho donde un señor mascullaba algo entre dientes, no me dirigió la palabra, tomó sus cosas y se fue. Poco después entró Gabriela Arceo, su subalterna, según supe, que finalmente me atendió, tomó el grueso expediente que le ofrecí, firmó de recibido y me informó que en diez días hábiles recibiría yo respuesta, el sentido de la cual no me podía adelantar, pues no estaba para creer a ciegas ni al subdelegado Soto Carranza ni a mí.

Sr. Presidente Calderón, la realidad supera a la fantasía: mis novelas son cuentos infantiles comparadas con lo que ocurre en México. Afortunadamente encontré esta historia verídica y me la apropié; vamos, la plagié y la publico ahora.

Una rápida consulta en Internet permitió que me enterara que entre las personas que me “atendieron” el martes, sin contar tamemes ni secretarias, es decir, entre Adriana Buenrostro, Primo Ibarra, Diana Heredia y Germán Enrique Jiménez tienen un ingreso mensual bruto conjunto de 330,948.74 pesos, pues el de Ricardo Díaz no lo encontré, como tampoco el de Gabriela Arceo, y a mí me despojaron de una pensión de aproximadamente 8 mil pesos mensuales, producto de 30 años de trabajo en la empresa privada, básicamente IBM de México y HP. ¡Indignante, ¿no es cierto?! Primo Ibarra, solito, disfruta de un ingreso de 133,824.34 pesos, más generosas prestaciones. En cambio, la única que se interesó en mi caso, pues me firmó de recibido, es seguramente la que menos percibe.

¿Hasta cuándo el Seguro asumirá realmente su responsabilidad social y dejará de transar con guarderías, pensiones y obscenos contratos de hemodiálisis, entre muchas otras aberraciones?

Atentamente,

Franz Kafka