Por más que mi hija Caro insista en que lo mío es depresión posparto, es decir, que la padezco desde que nací, yo le reviro que hay circunstancias en la vida que le van haciendo a uno insoportable la existencia. Me explico.
Cuando radicábamos en la Ciudad de México, hace exactamente veintiún años, yo era feliz leyendo el Reforma gratuitamente en Internet. Tiempo después lo hicieron de uso restringido en su totalidad y ya no pude seguir disfrutando de su lectura, por lo que, ya en León, no me quedó de otra más que suscribirme al modesto diario local, el cual, parafraseando a Churchill, es el más malo del Bajío excepto todos los demás. Ya se imaginarán.
Sin embargo, me acostumbré a leer El Universal, también gratuitamente, y resultaba de calidad similar a la del Reforma. Por desgracia, hace relativamente poco tiempo, aquél empezó a adoptar también las malas prácticas de éste y comenzó a hacer de acceso restringido algunos artículos de opinión, lo que no representó mayor problema al permitir el acceso libre a algunos otros y a sus noticias todas en general.
En el ínter, entré en crisis con mi periódico local, como quedó de manifiesto en https://blograulgutierrezym.blogspot.com/2024/02/el-periodico-nunca-llego.html. Pero por andar de hocicón en ese escrito, vanagloriándome de que lo podía yo seguir leyendo gratuitamente en su versión digital, que lo hacen cobrable, y no me quedó más remedio que resuscribirme a los tres meses de haberlos mandado al carajo, y desembolsar los casi dos mil pesos anuales de rigor por la suscripción.
Para acabarla de fastidiar, El Universal se volvió ya casi tan voraz como el Reforma y es prácticamente de acceso restringido en su totalidad. ¡Pasquines inmundos!, diría YSQ.
¿Adónde voy con todo esto? A que muy seguramente en un futuro no muy lejano nos tendremos que conformar con nuestro mediocre periódico local de dos mil pesos, pues nos será imposible desembolsar los varios miles que se requerirían para tener acceso a los medios de mayor calidad, o suscribirnos sólo a uno de éstos con el inconveniente de dejar de estar informados de lo que nos afecta más directamente en la comunidad.
¿Y así quieren que uno no se deprima?
En fin, mientras sigamos teniendo acceso gratuito en Internet a publicaciones como El Financiero, Excélsior, Milenio, El Heraldo de México y hasta La Jornada, hay que aprovecharlo, y así crear una opinión propia lo suficientemente sólida.
¡Vivan el acceso libre a la información y la libertad de expresión!
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