Llevo más de sesentaicinco años de ser un lector compulsivo de periódicos (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2023/07/otra-costumbre-inveterada.html). Un día lluvioso de principios de diciembre del año pasado, el diario no llegaba y no llegaba, atribuyéndolo yo a la pertinaz lluvia, pero cuál no va siendo mi sorpresa enterarme, cuando llamé para quejarme, que tenía un adeudo con ellos, pues mi suscripción había vencido desde finales de noviembre y había yo ignorado la visita de mi repartidor con el documento para la renovación, lo cual constituía una flagrante mentira, ya que no me iba yo a privar así nomás de la placentera costumbre que describo mejor que nadie en http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2021/12/en-oportunidades-previas-hable-sobre.html. Me dio mucha rabia que falsamente me tildaran de moroso y, en vista de lo que digo en los dos artículos antedichos, decidí mandar al carajo a algo tan prescindible como mi cotidiano compañero matinal, ¡después de más de veinte años de consecuentarlo diariamente! Además, podía seguir leyéndolo en su versión en línea, casi tan convenientemente como en la impresa, y ahorrarme así los casi de dos mil pesos de la suscripción.
Mi sorpresa fue grande cuando, regresando de visitar a mis suegros en su terruño, me topé con dos ejemplares del mentado diario en la puerta de mi casa, el del martes 30 de enero y el del miércoles 31. Y así me estuvieron cortejando del jueves 1 de febrero al domingo 4, al grado que llegué a pensar que se trataba de una suscripción de cortesía de mi “amigo” Enrique, presidente del consejo de administración, y su hijo Enrique II, director general del referido rotativo, quienes, no pudiendo prescindir de mi acerba crítica, optaban por “comprarme” de manera tan burda.
Pero ¡tenga para que aprenda!, pues me estaban tan sólo tendiendo un garlito para que volviera con ellos de mi propio peculio, ya que el lunes 5 no recibí más nada; vamos, ni los saludos del fantasmal repartidor, responsable directo de este divorcio por conveniencia.
Como verán, no caí en el garlito, aunque, eso sí, ofrezco seguirlos leyendo gratuitamente en su versión digital y ya sin criticarlos tanto por sus proverbiales gazapos.
Como diría mi querido amigo Gonzalo, radicado en Gaithersburg, Maryland, have a nice life!
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