Elena y yo teníamos varios años de no salir del país, tantos que nuestros documentos para hacerlo (pasaporte y visa) estaban más vencidos que la Selección Nacional, por lo que decidimos tomar el control de nuestras vidas y renovarlos. Empezamos por los pasaportes y comenzaron nuestros problemas. Antaño no había más que acudir a la oficina de enlace de la SRE en Plaza Mayor y mediante una módica cuota, adicional al costo del documento, pasar a recogerlo a los pocos días al mismo lugar. Ahora no, pues la elaboración del pasaporte ya no se hace en León, donde incluso uno podía ir personalmente a Plaza Galerías Las Torres, lugar en que los producían, y recogerlo por la tarde del mismo día.
En la actualidad disponen de un teléfono 800 para programar citas. Su sitio en Internet para el mismo fin es un desastre, y aunque hay que armarse de valor con el número 800, ya que generalmente suena ocupado, resulta una opción menos aventurada que iniciar el trámite en línea. Cuando finalmente contestan, le ofrecen a uno la lista de oficinas de enlace para que el interesado seleccione la que más le acomode. Obviamente, León no aparece, por lo que tuvimos que seleccionar San Miguel de Allende, a dos horas 50 minutos de aquí en autobús, previo pago de los derechos para la emisión de los pasaportes. El procedimiento allá no es tan engorroso, sin aglomeraciones y moderadamente rápido, pero hay que acudir personalmente una semana después a recogerlos, ya que los elaboran en Querétaro.
Y luego viene -¡horror de horrores!- el trámite de la visa para entrar a Estados Unidos. El inicio del proceso es absolutamente en línea, incluidos registro, “pago de visa”, notificación de este pago, llenado del formato DS-160 (Department of State – 160 USD) y cita. Ya imaginarán (y sabrán) lo engorroso que resulta el llenado de la famosa forma DS-160, donde los gringos lo confiesan literalmente a uno, previo “pago de visa” (790 pesos) y notificación de éste. Lo entrecomillo porque no es cierto. Una vez que ellos reciben el DS-160, envían un número de confirmación, y el solicitante siente que ya ha finalizado y que tan sólo queda que le notifiquen la fecha de la cita para entrevista, foto y huellas, o ni siquiera eso, y que será uno de los afortunados que no requiera de entrevista, aunque sí de foto y huellas.
¡Qué va! La bronca apenas empieza, pues ahora, con ese número de confirmación, deberá imprimir la forma de pago de la visa (ahora sí) y pasar a una sucursal de Banamex o HSBC (exclusivamente), ya que únicamente se aceptan pagos en efectivo, y desembolsar otros ¡3,360 pesos (160 dólares)!, para lo que dan un plazo de cinco días. Sólo entonces podrá uno proceder a programar una cita, las más cercanas de las cuales son a ¡finales de 2022 o principios de 2023! Vamos, tienen una el 7 de junio de 2023 en Ciudad Juárez. Y mientras tanto, ellos felices jineteando los millones de pesos de tantos inocentes cautivos.
Hasta ahí llegué, ya que ahorita no está
abierto ningún Banamex, así que probablemente la próxima semana ya sólo alcance
fechas para 2024 o 2025.
Debería ser uno tan intrépido como una de las señoras de la limpieza en la plaza donde tenemos nuestro negocio y que hace un par de meses se fue -junto con su hermana- de mojada, sin pasaporte siquiera, mucho menos con visa, y se la están pasando de lo lindo. Hasta fotos le envía a Elena por WhatsApp para provocar su envidia. Por supuesto, ya tienen empleo. ¡Me cae!
Pero qué necesidad, digo yo (y Juan Gabriel), de todo lo anterior, pudiéndose ir uno a mil otros lugares menos hostiles que los Estados Unidos -hoy más que nunca- y que por amistosa reciprocidad no requieren visado alguno. En cambio, los pinches gringos, a quienes no les exigimos nada, nos pagan con este infierno.
Y Elena y yo, que sólo queremos mantener actualizados nuestros documentos, vamos a tener que desembolsar cerca de veinte mil pesos entre pasaportes, visas, taxis, transporte a San Miguel de Allende y unas suculentas comilonas en este lugar.
Por ello lo del placer de viajar a… San Miguel de Allende.
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