Entradas

Mostrando entradas de 2018

Año Nuevo en París

Imagen
En el invierno de 1986 mi hoy ex esposa -aquella con la que ni procreé ni congenié- y yo decidimos pasar el Año Nuevo en París. De nada sirvió, pues a finales de ese mismo año nos divorciamos, por lo que bauticé aquel viaje como el de nuestra luna de hiel. No obstante, dicho viaje lo planeamos, precisamente, para tratar de enderezar entuertos y durante él hacer nuestro mejor esfuerzo por arreglar las cosas y pasarla bien. Así, la fría mañana del primer día de enero de ese año caminábamos despreocupadamente por las Tullerías. Desconfiado como siempre he sido, había dejado en la caja de seguridad del hotel cuanto de valor llevábamos en el viaje. Para contrarrestar el viento helado que partía el alma me puse una gruesa chamarra para el efecto en la que sólo guardé, en la bolsa interna del lado del corazón, una cartera con los pasaportes para nuestra identificación en caso de que fuera necesario utilizarlos, y en el bolsillo del pantalón del lado derecho unos cuantos francos, muy pocos...

Tráfico navideño

El lunes pasado que regresaba yo de un laboratorio clínico en el centro de la ciudad, donde dejé el cálculo en la uretra que le habían extraído a mi mujer semana y media antes para su análisis y ver qué le está provocando esos sedimentos, circulaba yo por su avenida principal y me detuve frente la luz roja de un semáforo detrás de otros autos, cuando de repente sentí un golpe en la parte posterior del mío, no muy duro, afortunadamente. De inmediato miré por el espejo retrovisor y me percaté de que una camioneta pequeña conducida por una joven mujer permanecía defensa con defensa contra mi auto. Mi mirada furibunda contrastaba con los ojos azorados de la damisela que yo alcanzaba a ver por el espejo. Me moví un poco hacia adelante pero sin dejar de ver a la chica, como si esperara yo una disculpa de su parte y no la mirada congelada que ella me devolvía a través del retrovisor. Dudé entre bajarme para reclamarle o no hacer el ridículo increpando a una muchacha que en su loca prisa ...

Elena

Juro que desde antes de que le pasara lo que le pasó quería yo escribir este panegírico de mi esposa Elena, a la que conocí hace casi treinta años en la Ciudad de México. Vivía el tercer año del divorcio de mi primera esposa, con la cual no procreé ni muchísimo menos congenié, pero en ese entonces estaba ya harto de vivir todo lo que no en mis años de soltería y además tenía la oferta de IBM de México para irme a trabajar dos años a Estados Unidos, específicamente a Raleigh, Carolina del Norte, donde se concentraba gran parte del negocio en telecomunicaciones de la compañía. La misión, si yo decidía aceptarla, era a partir de un año después: enero de 1990. Por supuesto, acepté. Transcurría, así, enero de 1989. Para entonces estaba ya aterrorizado ante la sola perspectiva de embarcarme solo en tan peligrosa aventura, de tal forma que cuando uno de nuestros clientes me presentó con una de sus colegas, Elena, y fuimos otro día un grupo de cuatro, ellos incluidos y una amiga de ambos,...

Fernando El Grande

Noticias de Del Paso Cuando Fernando del Paso publicó en 1987 su soberbia novela histórica Noticias del Imperio (editorial Diana) se armó tal revuelo que yo no dudé en comprarla casi de inmediato y la guardé celosamente ¡un cuarto de siglo!, pues recién la leí en 2012. El único pretexto que encuentro por no haberlo hecho antes es que en aquel entonces llevaba todavía una “vida productiva” que me impedía leer con el solaz que lo hago de 20 años a la fecha. No que antes no leyera, pero lo hacía más pausadamente. Se llegó el día, pues, de enfrentar la angustia del siguiente libro a leer y desenterré, literalmente, pues hubo necesidad de desempolvarla, la magna obra de don Fernando, 25 años después de que se publicó y la compré. ¡Qué fascinante! Más que una novela, un auténtico documento histórico de la época del Imperio de Maximiliano y los avatares de Juárez para aniquilarlo (al Imperio y a Maximiliano), con datos duros y fidedignos que Del Paso se permitió investigar en la déc...

De las obscenas comisiones bancarias

El mes pasado (octubre de 2018) Bancomer me hizo un cargo por 475.60 pesos (410 más IVA), pues no mantuve en mi cuenta de cheques un saldo promedio diario de 8 mil pesos durante el periodo. Esto, sin previo aviso, ya que hasta septiembre el requisito era de 4 mil. De inmediato me comuniqué a la oficina del director general del banco, Eduardo Osuna Osuna, y exigí un rembolso por dicha cantidad al no habérmelo advertido BBVA con antelación, y evitar así una engorrosa disputa ante la Condusef. Tomaron nota de mis datos y en un par de días me devolvieron el dinero. Casi al mismo tiempo cancelé mi cuenta, pues no puedo prescindir de 8 mil pesos permanentemente. Me quedé únicamente con mi Libretón de nómina, donde se deposita mensualmente mi pensión. Es tal el cargo de conciencia de estas entidades por tan usureras cuotas que la comisión anual por tarjeta de crédito en la misma institución, 778.36 pesos (671 más IVA), la difieren a “tres meses sin intereses” sin ni siquiera uno solicit...

Decepción (mea culpa)

Resulta imposible no incurrir en argumentos ad hominem tratándose de López Obrador, pero es obvio que su ignorancia, su deficiente formación académica y profesional, su falta de roce internacional al grado de no hablar otro idioma que el propio, el cual con dificultades balbucea, lo han llevado a tomar decisiones, ¡sin ser aún presidente!, como la cancelación del proyecto de Texcoco y la reforma educativa, la “suspensión” de la reforma energética, la dilución del Estado Mayor Presidencial, la reducción de salarios de la alta burocracia, con los riesgos que ello conlleva, la mudanza de las secretarías de estado y el costo exorbitante en recursos materiales y humanos que esto representa, la venta del avión presidencial, más lo que se acumule durante todo un sexenio que se antoja por demás ominoso aun antes de empezar. Era imposible seguir con el antiguo régimen del PRIAN, que no representaba ninguna alternativa decente a este “peligro para México”. Simplemente los niveles de corrupció...

Elogio de una "pederasta"

Siempre fui muy llorón. Mi padre recordaba con embeleso cómo dejé una vez a mi madre en calzones en medio de la calle. Fue en el kindergarden donde “estudiaba” y yo salí berreando y corriendo detrás de ella para que no me dejara en esa casa de tormentos, me le prendí de las enaguas, que no era más que una falda ceñida a la cintura por medio de un elástico, y se la bajé hasta las rodillas. ¡Pobre señora!, ya imagino su desesperación, pues yo a esa edad era incapaz de percatarme de nada ni de guardar maldita la cosa en mi memoria para la posteridad, pero mi padre bien que se desternillaba de la risa cada vez que lo relataba. Mi madre no era muy de manifestar sus sentimientos para con nosotros, mi padre y mis hermanos, en público, vamos, ni siquiera en privado, no porque no los tuviera, sino porque simple y sencillamente no se le daba. De ella heredé esa hosquedad, de la que tanto se quejan los míos hoy en día. En fin, esa proclividad al llanto y la melancolía a esa edad pudiera...

París bien vale una lambada

En mayo de 2003 participé en una trivia de vinos que organizaba un periódico de la capital de la república con motivo del décimo aniversario de su aparición. El concurso estuvo abierto durante dos semanas y media y el ganador sería el que primero hubiera respondido acertadamente todas las preguntas de la trivia. El premio consistía en una visita para dos personas a los viñedos, bodegas y cavas de la compañía vitivinícola de Robert Giraud en Burdeos, Francia. Como yo, auxiliado por Internet, respondí el cuestionario el mismo día de su aparición antes de las doce del día, estaba seguro del triunfo. En efecto, cuando el 30 de junio mi nombre fue anunciado como el del ganador durante una cata en la enoteca Tierra de Vinos que el diario organizó para los veinte participantes que primero respondieron el test, ello no constituyó sinceramente ninguna sorpresa para mí, aunque sí un enorme gusto para mi esposa y un servidor. El viaje por Air France podría ser tomado por el ganador en la fecha ...

Todo un personaje

Imagen
Ya he relatado en ocasiones anteriores cómo las correrías de mi padre en el turismo y en la embajada de los Estados Unidos lo llevaron, y aun diría yo nos llevaron, a conocer y tratar a grandes personalidades, la menor de las cuales no es, por cierto, el mismísimo Secretario de Estado, en su momento, Henry Kissinger. Mi padre era una persona humilde y generosa, pero ello no obstó para que incluso este personaje se haya despedido de él diciéndole: "Señor Gutiérrez, cuando crea que pueda ser de utilidad para usted, no dude en contactarme". Esto no me lo platicó don Nicolás, sino que yo  fui testigo cuando se lo dijo una vez que lo hubimos dejado a buen resguardo después del Partido del Siglo, Italia-Alemania, en el mundial México 70 y, como recordarán, ya con unas cervezas de más Mr. Henry y yo. Y casi lo mismo podría decirse de los astronautas de la Apolo 11, Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Buzz Aldrin, o de la secretaria particular de Jackie Kennedy, o de ...

"¡Nosotros somos sus fans!"

Mis fans, aunque no me refiero precisamente a los chavos de los tecnológicos regionales que participaron el miércoles pasado en el Evento Nacional Estudiantil de Innovación Tecnológica (ENEIT) que se llevó a cabo en el hotel Real de Minas de León, Guanajuato, y al que fui invitado como jurado por un conocido mío. Más bien este encuentro, donde se presentaron a concurso diversos proyectos en distintas áreas del saber tecnológico, hizo patente la ingente brecha generacional que se ha abierto desde que yo tenía la edad de estos jóvenes hasta nuestros días. En aquel entonces (1975) iniciaba mi vida profesional en IBM lidiando con enormes mastodontes computacionales, de toneladas de peso, y que disponían de una memoria real ( random access memory , RAM, hoy en día) de ¡128 kilobytes!, pero que eran suficientes para correr todos los procesos de los grandes bancos de la época. Ya después vinieron máquinas de 256 y 512 kilobytes, y el gran salto, que constituyó todo un acontecimiento, a la pri...

Estoy borracho...

... y escribo este artículo en la víspera de mi aniversario de bodas 29 con la dulce Elena. Comíamos, ella y yo solos en la casa, y le comentaba que poco antes me había sentado frente a la computadora para escribir algo, pero no tenía idea ni qué, aunque después de una botella de merlot (entre los dos, por supuesto), las ideas se aclaran, y lo que antes era apenas un atisbo sobre la futilidad de la existencia, se vuelve, así, un argumento sólido e incontrovertible. Y es que, en efecto, pienso que el solo bochorno de la muerte nos debería llevar a pensar en la futilidad de la vida. Digo esto en base a la tragedia reciente que acaba de sufrir mi esposa con la pérdida dramática de su mejor amiga, o la experimentada por mí mismo en la persona de mi padre y su agonía de casi nueve años, cuadrapléjico y en cama, pero, sobre todo, por el magistral relato que hace Philip Roth de los últimos tiempos en la vida de su padre, aquejado de un tumor “benigno” en el cerebro, que de cualquier manera...

Francés soberbio

Suena a pleonasmo, pero la alternativa, Un francés soberbio , aún peor, podría sonar a excepción. En fin, eso es lo que es Emmanuel Carr ère: un soberbio, y si no, juzguen ustedes cuando el escritor afirma, “temeroso”, que él tampoco cumple con el mandato con el que Jesús invita al joven rico a abandonarlo todo y seguirle. Asevera Carr ère: “Soy rico, talentoso, elogiado, tengo mérito y soy consciente de mi mérito: ¡por todo esto, ay de mí!” ¡Pobre! Insisto, ¡soberbio! Previamente, había afirmado ya que es inteligente. Únicamente le faltó añadir que, para ser perfecto, sólo le resta ser modesto. Ello consta en su aclamado y fascinante libro El Reino (“página” 67%, ubicación 4740 de mi copia electrónica), que, junto con el resto de su obra, le valió el Premio FIL (Feria Internacional del Libro de Guadalajara) de Literatura 2017. El libro es un recuento de experiencias personales del autor y de los primeros años del cristianismo, que se centran, aunque no exclusivamente, en las magnét...

Muerte por encargo

Imagen
No fue fácil encontrar a un sicario. Después de mucho batallar en un mundo para mí ignoto y de contratarlo por medio de interpósita persona, lo tenía finalmente ante mí para ultimar los detalles del encargo.  - Se trata -le dije-, de ejecutar a un hombre que me ha hecho la vida imposible desde hace bastantes años, provocándome malestares y depresiones sin fin. - Para eso estamos, jefe –respondió el matón-, pero si me permite el atrevimiento, yo no hubiera permitido que durante tanto tiempo me hicieran la vida imposible, ¿por qué no se encargó usted personalmente del asunto desde antes o no lo intenta ahora que ha acumulado el suficiente rencor? - No, te equivocas –le respondí casi de inmediato-, no hay rencor, y en cuanto a realizarlo yo por mi propia mano, no puedo, no tengo los cojones necesarios, vamos, soy un cobarde. Además, si fallara, este individuo sería capaz de cobrárselas todas juntas y hacer de mi vida sobre la Tierra un infierno aún mayor por el resto de m...

Consignas

-   La guerra es la paz - La libertad es la esclavitud - La ignorancia es la fuerza Más que consignas del Partido del Gran Hermano en la esplendorosa novela de George Orwell 1984 (1949) parecen las de un siglo XXI ya algo entrado en años. Y si no, con respecto a la primera, cómo juzgar entonces la decisión de Felipe Calderón el 11 de diciembre de 2006 de lanzarse a la guerra contra el narco pensando que con ello traería la paz a un país dividido por la controvertida elección que lo elevó fraudulentamente al Poder, y con tan catastróficos resultados hasta nuestros días. O cómo juzgar la oposición al indulto/amnistía (perdón y olvido) a quién sabe quién que propone López Obrador en este 2018, cuando resulta mucho más conveniente seguir inmersos en dicha guerra para no pensar en minucias como la educación, la salud, la corrupción, la pobreza, la desigualdad o el crecimiento económico. Igualito que en la novela de Orwell, donde una hipotética Londres enclavada en Oceanía se la...