miércoles, 3 de abril de 2024

Amazónica soberbia

En días pasados adquirí en Amazon la versión digital de la obra cumbre de André Gide Los monederos falsos, que resultó un producto de pésima factura: párrafos cortados, comillas que se abren y nunca se cierran (no una, sino decenas de veces), sustitución de palabras por otras o por caracteres ininteligibles. En fin, un fiasco.

Me choca hacerlo, pero aproveché el espacio para comentar la obra no para ello, sino para hacer una acerba crítica del producto que se me entregó. Básicamente les dije que era increíble que una compañía como Amazon produjera ese tipo de basura electrónica, que si no tenían a alguien en control de calidad que leyera previamente la obra y prohibiera su publicación ante tanta errata, que resultaba inaceptable que una empresa tan solvente cobrara por algo así, aunque sólo fueran los cuarentaicinco pesos que desembolsé, que, por cierto, desde un principio me hicieron sospechar de la idoneidad del material.

¡No, hombre, nunca lo debí haber hecho! Me enviaron un correo diciendo que no podían publicar en la plataforma de la compañía lo que les envié, por violar una o varias directrices de una larga lista que incluían. Ya nomás por no dejar, solicité la devolución de mi dinero a través de dicha plataforma, pero se me indicó que no procedía para tal producto, por lo que seleccioné la opción que Amazon ofrece para que un operador de su call center se comunicara conmigo… y me lo devolvieron porque me lo devolvieron, ¡faltaba más!

Bueno, pues apenas ayer, me enviaron un segundo correo “intimidatorio” que a la letra dice: “se eliminará el contenido de la Comunidad que viole nuestras pautas. Por favor considere esto como una primera advertencia. El incumplimiento de nuestras pautas puede conllevar que revoquen sus privilegios de participar en la Comunidad.” (sic)

Todo esto, en el país de la First Amendment, de la libertad de expresión, pues. Tiene razón Trump con su MAGA, pero no por lo de Make America Great Again, sino por lo de Microsoft, Amazon, Google, Apple.

Los terrícolas vivimos bajo su tiranía.

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