sábado, 9 de marzo de 2024

Otro sueño hecho realidad

Este segundo sueño, la relectura de La Odisea, lo llevé a cabo más que nada para comprobar cómo James Joyce aprovecha magistralmente la estructura de esta epopeya para crear la más grandiosa obra literaria del siglo XX, Ulises.

Porque Ulises no es más que una hilarante parodia de La Odisea, y a diferencia de ésta, que nos habla de los avatares del héroe por todo el mundo conocido hasta entonces durante los diez años que le tomó su regreso a casa, la obra de Joyce nos relata las vivencias de Leopold Bloom a lo largo de un solo día, 16 de junio de 1904, de las ocho de la mañana a las tres de la madrugada del día siguiente (Bloomsday), en una sola ciudad, Dublín, pero padeciendo los mismos avatares del mítico personaje griego. ¡Esplendorosa creatividad! Entre ambas aventuras median más de ¡dos milenios y medio!

Si bien La Odisea se refiere a las vicisitudes de Ulises durante esos diez años, la trama se reduce a treintaitrés días en que los personajes hacen la pormenorización de los hechos durante esa larga década. ¡Otro portento de creatividad! Por cierto, aquí se describe la trágica muerte de Agamenón, que mencioné en un anterior escrito (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2024/02/sueno-hecho-realidad.html).

Señalemos tan sólo que mientras en la obra de Homero Telémaco sale en busca del padre, Stephen Dedalus en la de Joyce sale al encuentro de alguien que sustituya al suyo.

Por otro lado, Leopold Bloom, personaje central de la moderna epopeya de James, detesta la violencia y el nacionalismo irlandés, a diferencia de Ulises, violento por naturaleza y épicamente nacionalista.

Ítem más, la forma en que Bloom confronta al Ciudadano, personaje por demás odioso del Ulises, en el capítulo El Cíclope, donde éste lo hostiliza por su condición de judío, nada tiene que ver con la forma en que Odiseo incita a sus camaradas -y contribuye él mismo- a hendirle en el ojo una estaca bien labrada al Cíclope, que ha abusado de ellos, matando y devorando a varios de sus compañeros.

¡Y qué decir de Ulises que mata a los pretendientes de Penélope a su regreso a Ítaca y Bloom que, a sabiendas, hasta condesciende con Blazes Boylan, amante de su esposa Molly!

El capítulo de Nausícaa, donde Bloom flirtea con una mujer que no deja de mirarlo y que incita a Leopold a masturbarse en la playa donde ha ido a refugiarse, sólo para descubrir al final que se trata de una coja, resulta desternillante. Nada que ver con la soberbia princesa de los feacios, Nausícaa.

Finalmente, los protagonistas de James Joyce confían más en su Stream of Conciousness (flujo de consciencia) que en los dioses de Homero. Joyce no inventó la técnica, pero se aprovechó de los profundos estudios en la materia de Freud y, sobre todo, del pionero en utilizarla, el psicólogo William James, en sus Principios de psicología (1890), donde se refiere a la novela Han cortado los laureles (1888), del francés Édouard Dujardin, precursor de todo esto.

Así que no, nada que ver la epopeya de Homero con la sátira de Joyce, pero conviene estudiar las dos con detenimiento para pasmarse ante el magisterio del ilustrísimo irlandés y la grandeza del no menos ilustre griego.

Dicen que el Ulises es la mejor guía de la ciudad de Dublín jamás publicada.

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