Como buen chilango, estoy acostumbrado a la impuntualidad, aunque yo sea puntual. Heredé esta “virtud” (la entrecomillo porque en un país de informales la virtud pareciera ser su contraria y la puntualidad el vicio) de mi señor padre. Las desavenencias más grandes con mis amigos las tuve siempre por este motivo, pero cuando llegué a León hace casi veinte años supe realmente lo que era la informalidad, ante la cual mis paisanos de la Ciudad de México resultan unos dechados de puntualidad, casi ingleses, pues. Pero este parece ser un problema grave de todo Guanajuato, ya que hace poco lanzaron la campaña Yo soy puntual con el fin de superar esta horrenda costumbre, a raíz del plantón de hora y media que les dio el gobernador del estado, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, a los convocados a un evento bajo pleno rayo del sol.
Como era de esperarse, cuando se hizo la presentación formal del programa muchos de los organizadores no llegaron a tiempo y los balconearon feamente en el periódico con fotos que mostraban sus lugares vacíos. Si no fuera tan dramático, sería para desternillarse de risa, pero qué va. El miércoles pasado, por ejemplo, me dieron cita a las 11:20 con el dentista, no a las 11 ni a las 11:30, a las meras 11:20. ¡Guau!, me dije, este doctor sí que ha de estar organizado al minuto.
Ese día llegué al consultorio con los quince minutos de anticipación que acostumbro para todos mis compromisos. Por supuesto no esperaba que se me recibiera en punto de las 11:20 de la mañana y me puse a leer en mi celular el periódico de circulación nacional que acostumbro todos los días. En el ínter pasaron otros dos pacientes sin ninguna explicación del odontólogo ni de su asistente a mi persona sobre algún retraso no planeado. Cuando interpelé a la segunda, me respondió que en máximo quince minutos pasaba yo. Pues bien, terminé de leer mi periódico y 45 minutos después, a las 12:30, ¡hora y diez minutos más tarde del tiempo pactado y a casi hora y media de mi arribo!, me pasaron al consultorio en un estado de crispación tal que me llevó a reclamarle airadamente al galeno su falta de respeto y la pésima organización de su agenda. El susodicho, muy digno, me corrió de su consulta. “¡Salga usted!”, me ordenó, a lo que no me quedó más que espetarle: “¡Es usted un desvergonzado y falto de profesionalismo!”.
Se imaginan una atención médica bajo esas circunstancias. Agradecí que los acontecimientos hayan seguido ese derrotero y me largué de ahí de inmediato.
Uno de los corresponsales de estos artículos es el señor gobernador de Guanajuato, al que solo le diría que va a tener que bregar mucho para hacer del estado un modelo de formalidad.
Yo sí soy puntual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario