A raíz del madrazo que me di el día de mi cumpleaños corriendo en el Parque Metropolitano y que puso en serio peligro la vida de dos de mis piezas dentales, empezaron a aparecer una serie de anuncios en las páginas a las que suelo acceder en Internet ofreciendo todo tipo de protectores bucales. Vamos, ¡hasta correos me enviaron! A nadie le extraña, por otro lado, que si uno emprende la búsqueda de un producto o servicio vía la misma herramienta, de inmediato empiece a recibir publicidad atosigante del bien requerido proveniente de los más disímbolos proveedores, pero de aquí a que se viole la intimidad de mis correos electrónicos enviados a unas cuantas decenas de personas conteniendo artículos donde describo los avatares de mi existencia o, peor aún, se tenga acceso a los archivos personales de mi computadora para averiguar las miserias de mi vida, suena ya más cabrón.
Digo, también podrían haber accedido a mi blog (blograulgutierrezym.blogspot.com), donde también incluyo los artículos enviados al privilegiado grupo de personas arriba mencionado, aunque sinceramente lo veo más difícil, ya que mi sitio es el lugar ideal para cometer el crimen perfecto, pues al no ser consultado por nadie en el mundo, resulta óptimo para esconder el cuerpo del delito. Así que es posible, pero poco probable, que los hostigadores hayan dado conmigo por este medio. Sin embargo, quién quita.
Sea como fuere, lo que resulta de verdad aterrorizante es que se tenga ya forma de saber acerca de lo más íntimo de nuestras personas sin que nadie haya dado permiso para ello, y si no, pregúntenle a GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple). Increíble, el acrónimo ya ni siquiera incluye a Microsoft, compañía a la que seguramente han de considerar obsoleta y fuera de moda, como ocurrió con el Gigante Azul, IBM, en remotos tiempos.
Nunca resultó más actual que hoy el segundo postulado de George Orwell en su profética y sublime novela 1984 (1949): la libertad es la esclavitud. Y no sólo en el caso de GAFA, pues qué me dicen de la tristemente famosa Cambridge Analytica (CA), que hace pocos años protagonizó el gran escándalo por el descubrimiento del manejo poco ético que hacía de la información personal recolectada a lo largo del tiempo de usuarios de Facebook, precisamente, y que CA alegaba que era sólo con propósitos académicos. Pero eso sí, los esclavos de esa red “social” sintiéndose más libres que nunca para decir cuanta pendejada se les ocurra sin saber que están siendo mercadeados en un moderno tianguis de esclavos.
For the sake of completeness, como dicen los gringos, enunciemos los otros dos postulados de Orwell en su portentosa novela. El primero reza: la guerra es la paz, que ni mandado a hacer para el insufrible Felipe Calderón, ¿no es cierto? Y el último, el tercero: la ignorancia es la fuerza, ¿cómo lo ven aplicado al miserable que, todavía, gobierna en Estados Unidos y que ha hecho de otra red, Twitter, algo deleznable y vomitivo? Increíble el poder premonitorio de nuestro verdadero héroe, Orwell, que escribió su novela hace 71 años, cuando yo nacía.
En fin, nada más quería llamar su atención sobre cómo un inocente y confidencial correo electrónico y la posterior publicación del artículo correspondiente en un blog personal desató una oleada comercial ofreciendo productos para el alivio de mi sufrida dentadura, en Internet y en mi correo electrónico.
Puritita nostalgia de tiempos idos.
1 comentario:
Lo mismo me pasa, mi estimado Raúl. Y no se diga, uno como artista digital busca muchas referencias anatómicas. Ya te imaginarás... Suerte con esa recuperación, esperemos que la próxima publicidad provenga de acontecimientos más afortunados.
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