Pinche vieja tan majadera
Mi último deseo antes de morir: terminar el libro que en ese tiempo estuviera leyendo. Nunca antes había leído un libro escrito por alguien -hombre o mujer- que se solazara tanto con la utilización de epítetos y “malas” palabras, así como en procacidades y escenas escabrosas, como lo hace Fernanda Melchor en Temporada de huracanes (Penguin Random House, 2017): de cada tres palabras, cuatro son leperadas o escabrosidades. O como diría el clásico: no, menos, cinco. Pero lo que al principio me pareció un tanto chocante, se fue diluyendo con el paso de las páginas hasta encontrarme sumergido y sin darme cuenta en una fascinante lectura, a pesar de que el estilo no merma a todo lo largo de esta maravillosa novela que incluso me inspiró el epígrafe que antecede. ¡Qué bueno que existan pinches viejas tan cabronas y majaderas, las muy hijas de su puta madre! (Sentencia esta última que parece extraída de la prosa de la sublime Melchor). La connotada académica Sara Sefchovich h...