miércoles, 12 de agosto de 2020

Impunidad

Todo este sainete de Lozoya no va a terminar en nada, como siempre en México, donde únicamente tontos útiles de la ralea de Javier Duarte son tratados “con todo el peso de la ley”, pero cuándo ha caído un pez realmente gordo. ¡Nunca! Y ya lo estamos viendo, con eso de la prescripción de delitos y demás patrañas acabaremos como siempre: con las celdas vacías. Además, como si esta fuera la primera vez que se intenta algo. Para no ir más lejos, recordemos la pléyade de directores generales que han pasado por Pemex: Jorge Díaz Serrano, Rogelio Montemayor Seguy, Raúl Muñoz Leos, Luis Ramírez Corzo, Juan José Suárez Coppel y el susodicho Emilio Lozoya Austin, a cual más con currículos qué indagar. Recordemos que incluso el primero de los mencionados, Díaz Serrano, pasó cinco años a la sombra, aunque debido más a vendettas políticas que a otra cosa.

Y en cuanto al nivel sin precedentes al que podrían llegar hoy en día las investigaciones –como muchos se llenan la bocota al afirmarlo- al estar indiciado el ex presidente Peña Nieto, baste decir que el asesino Luis Echeverría Álvarez estuvo 847 días en prisión domiciliaria, condenado por el juez que analizó el expediente elaborado por la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMSPP) y dejado en libertad por un amparo tramitado por su abogado Juan Velázquez, nunca exonerado. Quedaba la denuncia ante un tribunal internacional, que nunca nadie quiso levantar. Por lo tanto, la noticia del martes 11 de agosto de la supuesta investigación contra el repudiado EPN vende muchos periódicos y sirve de magnífica cortina de humo a López Obrador, pero nada más.

De veras, en este país nunca va a pasar nada que honre el Estado de derecho. Es increíble que otra nación de esta América nuestra, Perú, nos haya puesto el ejemplo con transas similares y con la misma Odebrecht, condenando no a uno, sino a tres ex presidentes: Ollanta Humala, Alejandro Toledo y Alan García, llegando este último al extremo del suicidio para liberarse de la vergüenza, muy al estilo japonés. Por cierto, a propósito de japoneses, qué decir de la condena en el mismo Perú de otro inefable ex presidente, Alberto Fujimori. Me cae, en este pobre y vilipendiado México nunca ocurrirá algo parecido. ¡Jamás!


A propósito de impunidad, qué decir de la reyerta que se traen ese par de hígados: López Obrador y Felipe Calderón. Bien saben ustedes lo que me enerva el Peje, que no es menos que la rabia que me produce el otro, pero en esta ocasión sí que tendría que darle la razón a nuestro inepto presidente.

Felipe de Jesús Calderón Hinojosa tenía en su gobierno a alguien al que amaba tanto como se quiere sólo a un amigo, a un hermano, vamos, a un hijo: Juan Camilo Mouriño Terrazo, mejor conocido como Iván. Cuando fallece éste trágicamente en aquel fatídico avionazo en plena Ciudad de México, Felipillo vuelca toda su ciega confianza en su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Tan ciega, que nunca se enteró de las tropelías que el impresentable policía cometía todos los días desde su encumbrado puesto. Calderón, obviamente, pecó por cualquiera de dos buenas razones: por acción o por omisión, o bien estaba enterado de cuanto su protegido hacía, en cuyo caso es un delincuente, o bien nada sabía, a pesar de que todo mundo lo comentaba, en cuyo caso es un estúpido.

En cualquier país respetable del mundo, Felipe Calderón sería indiciado y estaría probablemente en prisión, como lo está García Luna en Estados Unidos, y su carrera hubiera llegado ya a un vergonzoso final, pero no en México, donde hasta se le permite el descaro de querer formar un nuevo partido, México Libre. Qué mayor prueba de impunidad que ésta.

Si a todo lo anterior le agregamos al incapaz energúmeno que tenemos ahora en la presidencia y lo aderezamos con las severas crisis de salud, seguridad y económica que actualmente padecemos, obtenemos la mezcla perfecta para provocar un estallido social de consecuencias inimaginables en un futuro no muy lejano.

¡Guadalupe Santísima nos ampare!

No hay comentarios: