Ustedes han de pensar que yo me empeño
en encontrar lecturas acordes con mi melancolía, ¡pero no, lo juro! Supe de la
publicación del libro Por la tangente /
De ensayos y ensayistas (Taurus, 2020), de mi admiradísimo Jesús
Silva-Herzog Márquez, y el análisis que en él realiza, a lo largo de medio
centenar de breves ensayos, de lo que otros tantos pensadores han plasmado en
ensayos de su autoría. Eso sí, mi sesgo hizo que me impactara profundamente lo
que el autor escribe acerca del filósofo George Steiner y la afirmación de este
sobre algo que a mí me ha apasionado siempre. Las conclusiones del propio Jesús
son por demás pertinentes. A quienes me han leído cotidianamente en escritos
previos les constará que estoy totalmente de acuerdo con ambos.
Escribe Silva-Herzog sobre Steiner, en
su pequeño ensayo El ensayista como
cartero, lo siguiente:
“Amiga
Muerte”. ¿A dónde apunta, de dónde viene esta inscripción? ¿Cuál es la exigencia
de este misterio? A partir de esa decena de letras, el erudito reflexiona sobre
la vejez y la última libertad, la que supone decidir el fin. El imperio de
nuestros científicos ha sido capaz de prolongar la vida, pero apenas ha
conseguido simular las “repugnantes” miserias de la vejez. “La vista y el oído
se debilitan. La orina chorrea. Las extremidades se vuelven rígidas y duelen.
Las dentaduras se tambalean en bocas malolientes y salivantes. Incluso con la
lamentable seguridad de un bastón o de un andador, las escaleras se convierten
en el enemigo. Las noches se vuelven huecas por la incontinencia y por las
vejigas estériles. Pero las debilidades del cuerpo no son nada comparadas con
la devastación de la mente.” ¿Cómo puede pensarse que ante este cuadro la
muerte sea amenaza? Entregarse a ella parece la única esperanza sensata. ¿Qué
le sugiere aquella pareja de palabras sobre la amistosa muerte? Que en la
elección de la muerte se juega más que nuestra dignidad. Ser persona es ser
libre de vivir y de morir. Amiga muerte: aquel par de palabras es el manantial
del pensamiento.
El sabio entendía de lo que hablaba,
pues murió el pasado 3 de febrero a los 90 años de edad, y lo que Jesús
concluye es impecable.
Deliciosa y enriquecedora
lectura esta que estoy haciendo del solvente Jesús Silva-Herzog Márquez, llena
de sabiduría y rebosante de belleza.
1 comentario:
Te has acercado mucho. No digo varias veces, digo muchas.
En una de esas ocasiones sentí que besaste amorosamente mi frente sudorosa y enterregada. Ya en el hospital (percibiéndome vivo) supuse que no había sido tú sino que más bien había sido un ángel el que humedeció con ternura mi cara o a lo mejor, permíteme especular, siempre eres tú; a veces, cuando sigue uno con vida debe uno identificarte como Ángel pero cuando no pues como muerte.
Gabbónimo.
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