… quizás sólo para PyMEs (pequeñas y
medianas empresas), pero definitivamente no para Mi (micro). La propaganda
suena maravillosa: créditos hasta por dos millones de pesos, con una tasa
preferencial del 5% anual, con un periodo de gracia de siete meses para empezar
a pagar y el rembolso de los intereses si uno es deudor modelo, es decir, si
cumple religiosamente con el pago del crédito. ¡Hasta parece sueño!
Desgraciadamente la letra chiquita no se
publicita con tanto bombo y platillo: además de los requisitos obvios (solicitud,
identificación personal, constancia de situación fiscal, comprobante de
domicilio, autorización para obtener reportes del Buró de Crédito del
solicitante y ¡del aval!), otros resultan francamente difíciles de cumplir:
relación analítica de los últimos ejercicios fiscales firmados por un contador
público, adjuntando copia de su cédula profesional; garantía hipotecaria o
fianza otorgada por compañía afianzadora; escritura pública que acredite la
propiedad, con certificado de libertad de gravámenes y último recibo de pago
del impuesto predial, y avalúo comercial de los bienes ofrecidos en garantía.
Además, el aval no deberá tener más de 65 años de edad.
Cuando terminé de leer los requisitos de
este “humanitario” apoyo quería llorar. ¿Hipotecar mi casa por un miserable
préstamo que tal vez no llegara a rebasar siquiera los 500 mil pesos? Pero,
además, ni podemos, ya que Elena, mi esposa, es la dueña del negocio para el
que querríamos solicitar el crédito, y yo, que fungiría como aval, pues soy el
propietario de nuestra casa, no podría, ya que rebaso con creces los 65 años de
edad requeridos como límite. Habría que buscar otro aval, labor que imagino
extremadamente sencilla durante el remanso de paz que actualmente disfrutamos.
Digo, hay formas. Tenemos más de doce
años atendiendo nuestra local de regalos en Plaza Galerías Las Torres de
nuestro querido León y nunca hemos dejado de pagar la renta y el mantenimiento
del mismo, y nuestro arrendador puede dar fe de ello, pues así lo ha reconocido
públicamente. Cuando, adelantándome, solicité a nuestros proveedores
(Victorinox y Albis, ambos en Puebla) autorización para ponerlos como
referencias en nuestra solicitud de crédito, ambos, al unísono, dieron su
consentimiento inmediato, señalando que no podía ser de otra forma con alguien
que por más de una docena de años ha cumplido fielmente con sus adeudos y al
que nunca, nunca, se le han hecho cargos de intereses moratorios por pagos
extemporáneos. Aun en esta época.
El 6 de mayo cumplimos ya un mes con el
negocio cerrado por la inclemente pandemia del ahora rimbombantemente llamado
SARS-CoV-2, por el pinche coronavirus, pues. Y de nuestro negocio vivimos, sin
exageración, ya que con mi pensión no alcanza, así que le hemos ido carcomiendo
a nuestros magros ahorros. Y no es que me quiera poner a llorar otra vez, ¿verdad?,
pero ¿cómo le estarán haciendo muchos otros que ni a eso llegan siquiera? ¡Qué
angustia, me cae!
El Gobierno llama hipócritamente a su
programa Mi negocio sigue, puritita farsa.
Nosotros nos comprometemos a hacerlo realidad, es más, ya lo estamos intentando
a través de las redes sociales, y la crisis nos está orillando a formalizar el
comercio electrónico. Entre otras cosas, para eso queríamos utilizar el crédito.
Sí, sí, ya sé el manido eslogan: toda crisis representa una oportunidad. ¡Así
sea!
Si con los aberrantes requisitos para la
obtención del crédito creen estar asegurando su recuperación, mejor vayan
tomando asiento, ya que, como dije antes, hay formas menos rebuscadas y más efectivas,
y la famosa y mexicana cultura del no pago es proverbial.
1 comentario:
Es un acierto lo qur dice Don Raul. En estos casos deberian ser créditos donde solo se checara el Buro de crédito para que se viera la calidad moral de los acreditados .
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