lunes, 7 de enero de 2019

El gran imbécil de Palacio

Parafraseando al escritor René Avilés Fabila, más que el gran solitario, quien parece que ocupa el Palacio hoy en día es el gran imbécil, pues son ya innumerables las sinrazones que nos llevan a pensar tal. Me ocuparé de sólo algunas de ellas, las más relevantes a la fecha, quizá.

La primera, que parece haber desatado todas las demás, es la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM, por sus siglas en español, por si AMLO llega a leer esto y no entiende). Apenas esta mañana me desayuné con la noticia de un fraude que se maquinó alrededor de dicha obra por ¡17 mil millones de pesos! No lo dudo ni tantito, pero si ese es el caso, investiga y encarcela, Andrés Manuel, y no te pases el tiempo repitiendo ad nauseam que vas a perdonar a todos. Repito, investiga y encarcela, y concesiona su construcción y operación a agentes privados que sí saben cómo hacerlo, pero no eches por la borda cientos de miles de millones de pesos ya invertidos. El pueblo sabio, pero más que todo pobre, no se merece eso.

Otra. Cómo es posible que seas el único jefe de Estado en oponerte a cuantos firmaron la condena en contra del dictador venezolano Nicolás Maduro, junto con la Declaración del Grupo de Lima, y permanezcas tan campante repitiendo la cantaleta del respeto a gobiernos de otros países. ¿A eso llamas gobierno, a la dictadura de tan repulsivo sátrapa?

Por otro lado, cómo se te ocurre atacar el problema del huachicoleo cerrando los ductos de la refinería de Salamanca que abastecen a León, ambas ciudades en Guanajuato, y que provoca el irritante problema que nos tiene sumidos en la desesperación a todos los ciudadanos. Es como tratar de curar un cáncer aniquilando al paciente o vaciar la tina de agua sucia con todo y niño adentro. Sólo a una mente enferma de Poder se le ocurre semejante aberración. Estás provocando un problema mucho más grave que el que pretendes combatir, pues hoy, por ejemplo, hice cola por más de tres horas en una gasolinera tan sólo para que se nos anunciara a los que todavía esperábamos que el combustible se había agotado cuando aún estábamos lejos de que se nos surtiera. Tuve que pagarle a un particular por un bidón de gasolina magna 30 pesos por litro, lo cual me permitió ir a recoger a mi hija al aeropuerto y percatarme de la existencia de filas de más de un kilómetro y medio de longitud de automovilistas “pacientemente” aguardando a que se les surtiera el combustible.

Peor todavía, el servilismo, por omisión, que has mostrado ante Trump no tiene igual, ya que ha seguido restregándonos que construirá su muro sin que tú te inmutes lo más mínimo,  y ya nos designó como “tercer país seguro” para expulsar a nuestro territorio todos los migrantes que ellos arrojen del suyo, no importando estatus o nacionalidad, como si fuéramos su patio trasero, pues. ¡Y tú, de facto, aceptaste dócilmente!

Finalmente, hasta con el ahorro nacional te estás metiendo, pues a partir del martes 1 de enero de 2019, la tasa impositiva de todas las inversiones financieras en la banca mexicana pasa de 0.45% a 1.04%, ¡un incremento del 131% en dicho tributo!, lo cual te permitirá recaudar varios miles de millones de pesos para satisfacer tus locos programas sociales, cuando de lo que se trataría es de fomentar el ahorro entre tus paisanos, de los que menos lo hacen a nivel mundial, y con tales “incentivos” y una inflación que ronda el 5% anual, los rendimientos bancarios prácticamente pasan a una tasa real negativa.

Compórtate como un auténtico Jefe de Estado, Andrés Manuel, presidente de todos los mexicanos, ya que tus conferencias matutinas con los denuestos e insultos que lanzas a los “conservadores”, tus opositores (así los llamas, dices, porque no son tus enemigos, ¡como si estuvieras todavía en campaña!), y tus pueriles dichos del Chavo, que nunca has abandonado durante toda tu vida política (“lo que diga mi dedito”, “me canso ganso”, et al), le restan dignidad a tu alta investidura, de la que eres el menos propenso a respetar, lo que también queda de manifiesto con tus baños de pueblo que tanto disfrutas cuando vuelas en clase turista.

Voté por ti, aun sabiendo que iba a pasar todo lo que está pasando, y así lo declaré públicamente, pues no era posible tener más de lo que habíamos tenido hasta antes de tu elección. Mi gran esperanza, aclaraba, era que después resurgiéramos como el ave fénix, pero al paso que llevas, no dejarás abierta ninguna posibilidad de que así suceda, por lo que me siento con pleno derecho de exigir que te atemperes.

Hasta para derruir se requiere talento.

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