"Los (inseguros) pasos de López"
Durante su famosa comparecencia en el
programa La Silla Roja, de El Financiero-Bloomberg, López Obrador
defendió mañosa, pero inseguramente, su postura de no haber firmado la
Declaración de Lima condenando al dictador venezolano Nicolás Maduro, y dijo
que durante una de sus conferencias mañaneras alguien le preguntó que por qué
se había abstenido, a lo que él respondió: “A ver, qué dice el artículo 89 de
nuestra Constitución, que habla de las facultades y obligaciones del Presidente
de México, y qué dice su fracción X, pues que el Jefe del Ejecutivo respetará
la autodeterminación de los pueblos y la no intervención. ¡Ahí está! ¿Por qué
habría yo de firmar nada?”.
Al escucharlo, de inmediato me pregunté
que si una elección espuria como la que afianzaría a Maduro en el Poder podría
considerarse como la autodeterminación del pueblo (“bueno”) que justificara la
no intervención de López. De inmediato me respondí que por supuesto que no, que
dicha abstención contravendría el espíritu mismo de nuestra Constitución.
Es vergonzoso que mejor Trump sostenga
una actitud más congruente con la realidad venezolana y se apresure a reconocer
que, al ser el único ente legítimamente constituido, la Asamblea Legislativa
tiene la facultad de desconocer al gobierno de Nicolás Maduro y nombrar a su
líder, Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela mientras convoca a nuevas elecciones.
Pero no pequemos de ingenuos, seguramente éste contó con el aval del Imperio
antes de lanzarse a su aventura. Más oprobioso para Obrador es que su otro
socio comercial en el T-MEC, Canadá, haya ya anticipado también el
reconocimiento de Guaidó. Y aun lo es más el que México, por boca de su
canciller, se empeñe en seguir reconociendo al usurpador Maduro como presidente
legítimo de Venezuela. Todo lo anterior por más que el dictador, como gato boca
arriba, haya anunciado en este preciso momento la ruptura de relaciones
diplomáticas con Estados Unidos, lo que no evitará que los días del sátrapa en
el mando estén contados.
De improviso me vino a la mente el libro
de “nuestro” paisano Jorge Ibargüengoitia, Los pasos de López, que así firma
también el líder fársico indiscutible de la 1T (la Primera Transformación, la
Independencia) en la obra de Jorge, siendo en realidad el señor cura Periñón, y
que, al igual que nuestro absurdo personaje estrella de la 4T, enarbola el
estandarte de la Morena para mejor enfrentar al enemigo en la lucha por la
emancipación nacional. De la misma forma en que el López de la 1T de
Ibargüengoitia es un hombre querido por todos, el nuestro de la 4T de hoy no lo
podía ser menos. Ojalá que su empecinamiento con Maduro no le reste más adeptos
que el affaire del huachicol y el desabasto correspondiente.
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