martes, 29 de marzo de 2022

Por qué lo hago

A raíz de mi último escrito, donde dejo ver cómo me pegó en la línea de flotación el comentario de un amigo (http://blograulgutierrezym.blogspot.com/2022/03/amistad.html), me planteé honestamente la pregunta de a quién podrían interesarle las estupideces que garrapateo. Y la respuesta me la proporcionó Lourdes Casares, periodista de León, no solo con su generoso comentario de solidaridad por el exabrupto de mi conocido, sino aun antes, cuando lo mismo hizo con el escrito previo que ahí menciono. Me dijo Lourdes en aquella ocasión que mi artículo le trajo el recuerdo de cuando su padre, de visita en la Ciudad de México desde Mérida, la llevaba a comer a Les Moustaches, siendo ella estudiante de la UIA, y que le encantaba el filete Veronique. Y todavía más atrás, me relataba las de Caín que estaba pasando su esposo para conseguir la visa americana, como acotación al escrito que entonces “publiqué”. Espero haberle proporcionado con mi penúltimo pergeño algún tip para expeditar el trámite de su marido.

Aunque no fuera más que para esto y para hacer un poco más ligera la vida, se justificaría ya el trazado de estas líneas, o ¿sería preferible que escribiera yo de los asuntos que todo mundo comenta? Soy un convencido de que para estar bien informado no hay que leer el periódico más que una sola vez por semana, y en dicha ocasión, no leer más que a dos o tres columnistas, pues todos escriben ad nauseam sobre los mismos temas, y los diarios no hacen más que presentar la misma información todos los días pero revolcada. La pobreza de sus “ocho columnas” es patética, metida con calzador. Y sin embargo, ahí estamos, a la hora del desayuno, dedicándole un par de horas al día a nuestro periódico “favorito” o el menos malo de todos.

De veras, cuando me meto a comentar sobre política, me siento gárrulo, atrapado por la máxima de mi amigo Germán Dehesa y otros: “ya todo está dicho”. Por ello, mi incredulidad de que alguien tenga algo trascendente que decir todos los días de la semana, sin repetirse o sin resultar inane. Curiosamente, Dehesa lo hacía, pero con una ligereza, gracia y sabiduría sin parangón, que lo volvía el colaborador más leído del periódico.

No es infrecuente que incursione yo en el campo de las ciencias y las artes, y me ponga a opinar sobre temas serios, pero con mucho menor éxito que cuando mi objetivo principal es hacerle la vida leve al lector. Por ello me identifico más con Germán que con los sesudos politólogos y los soberbios todólogos que nos atosigan a diario.

Muchas veces me han preguntado que por qué no escribo un libro, y yo respondo con absoluta honestidad que porque no tengo ni capacidad ni tema ni edad.

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