Procedamos ignorando la afirmación del
señor King y supongamos que provenimos de sólo relaciones “legítimas”. Así, como
todo ser humano en el planeta, tengo, para empezar, 2 padres, pero además ellos
proceden de mis 2 x 2= 4 abuelos, quienes a su vez descienden de mis 2 x 2 x 2
= 8 bisabuelos, que son producto de mis 2 x 2 x 2 x 2 = 16 tatarabuelos, y así
sucesivamente hasta llegar, por decir algo, a la generación 63 arriba de la
mía, es decir, 2**63 = 9,223,372,036,854,775,808 ancestros (sin
parentesco alguno entre ellos) sólo a ese nivel, ya que habría que sumarles mis
antepasados de los 62 niveles subsecuentes para obtener el gran total de
quienes me preceden en mi árbol genealógico hasta 63 generaciones arriba de la
mía, esto es, 18,446,744,073,709,551,614
individuos.
Por otro
lado, si suponemos una duración promedio por generación de 30 años, estamos
hablando de un total 1890 años en 63 generaciones, lo que significa que del año
129 de nuestra era a la actualidad mi árbol genealógico lo componen más de ¡18
trillones de personas! Pero si el número total de habitantes que han poblado la
Tierra durante toda la historia de la humanidad es, según los expertos, de
alrededor de sólo 108 mil millones, esto quiere decir que yo solito tengo en
1890 años ¡170 millones veces más ancestros que habitantes ha tenido el planeta
en toda la historia del género humano!
Como lo
anterior es claramente imposible, todo se explica por las relaciones
incestuosas -alegadas por Mr. King- que se acostumbraban antaño entre primos
hermanos, si no es que hasta entre hermanos, y obviamente entre primos de
segundo, tercero, cuarto y más niveles, con ancestros comunes, por no hablar de
otro tipo de relaciones francamente inaceptables en todo tiempo y lugar. Es
decir, si en la actualidad un matrimonio entre primos hermanos nos parece casi
casi contra natura, antes debió haber sido práctica común o lo sigue siendo en
algunos pueblos y comunidades. Además, quién le garantiza a una persona en la
actualidad que no esté contrayendo nupcias con algún primo, tío o sobrino
lejano sin siquiera ella imaginarlo.
Por lo
que he sabido del señor King, tiene rasgos de carácter bastante odiosos, pero
por lo menos en el caso de los incestos no le falta razón, pues en el de las
violaciones no me atrevo a opinar, aunque quizá no ande tampoco muy errado, y
si no, recordemos al monstruo austriaco Josef Fritzl, que procreó siete
hijos/nietos con su propia hija Elisabeth, a quien mantuvo en cautiverio
durante 24 años, desde 1984 hasta 2008, cuando se descubrió el horrendo crimen,
siendo Josef un ser despreciable de 74 años y Elisabeth una dama de 35, es
decir, su padre, en 1984 de 50, comenzó a abusar de ella desde los 11 años de
edad. Pero esa es otra historia… que tal vez no sea única.
Así pues,
sin la menor sombra de duda, me declaro el producto indirecto de las relaciones
incestuosas (o algo peor) entre mis antepasados. Mucho me temo que el
republicano Steve King tenga razón.
Si se me
permite aquí una breve digresión, quiero encomiar el fascinante método
matemático empleado para probar mi tesis: contradicción o reducción al absurdo,
y que consiste en dar por cierta la aseveración contraria a dicha tesis y de
ahí, mediante razonamientos lógicos, arribar a ese absurdo que corroboraría la
tesis original, como fue claramente el caso, pues para probar que soy producto
de relaciones incestuosas, partimos de afirmar que procedo únicamente de
relaciones “legítimas” y así llegamos a la aberración de que tengo 170 millones
veces más ascendientes que habitantes el planeta en toda la historia de la
humanidad, lo que, por absurdo, corrobora mi origen “espurio”.
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