Cuando uno se pone a pensar que la fortuna de Elon Musk de entre 450 y 500 mil millones de dólares equivale a casi el 30% del PIB de México o que supera con holgura el presupuesto para todo 2025 de su gobierno Federal, no queda más que entrar en una profunda depresión, uno de cuyos síntomas más evidentes es una inaudita flojera, equiparable a la que debe sentir uno de estos individuos, a los que ya no les queda más que soñar con ¡colonizar Marte!
Imagínense nomás, la fortuna de un solo individuo equivale a casi la tercera parte de lo que produce todo un país de 130 millones de habitantes. Entiendo que no se pueden comparar peras con manzanas y que la estabilidad de la riqueza de una nación es mucho mayor que la veleidosa fortuna de un magnate, que puede quedar severamente reducida por la variación súbita de sus activos, pero ahí se las dejo.
Si además, como se piensa, el magnate se convierte en Vicepresidente de facto o, peor aún, Presidente, entonces es un terror inenarrable el que se experimenta. Por ahí se empieza ya a “bromear” que quien realmente tomará posesión el próximo 20 de enero no es Trump, sino Mump, y precisamente en ese orden.
¡Dios nos agarre confesados!
Siempre he pensado que el trauma más grande de los ricos es percatarse de que son mortales, por ello acumulan riqueza con tanta celeridad y querrían que los enterraran con toda ella.
Hablo nada más de puritito ardor, quién me manda ser pobre.
Con esto doy por terminado el año y les deseo de todo corazón que el 2025 sea como el león, que no es como lo pintan.
¡Vaya un abrazo!
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