No recuerdo si así rece exactamente el dicho, pero la idea es la misma: vuelvo de mi “retiro” para seguir jodiendo. No diré que de las 136 personas a las que suelo enviar estos escritos una abrumadora mayoría se haya manifestado por que no me fuera. No, para nada, fueron solo siete, es decir, apenas el cinco por ciento, pero lo hicieron de una manera tan vehemente y conmovedora que no me quedó de otra, y aquí me tienen, de “regreso”.
Elena, mi esposa, me dijo que era un pusilánime, que el haber perdido en el concurso en que participé no era razón suficiente para dejar de escribir las sandeces que acostumbro. Y sí, por qué dramatizar al extremo mi derrota en un certamen literario de medio pelo en una de las rancherías del interior de la República (el imbécil de Palacio ya me estaría prescribiendo Vitacilina para el ardor) y así, sin más, tirar el arpa.
Ya tienes un público garantizado de fieles lectores, continuó la sabia Elena, que no es bueno que tires por la borda, lo que trajo a mi mente otro refrán popular que a la letra dice: Más vale pájaro en mano y siento bonito, ¿o cómo era?
Así que -aunque quizá no con tanta frecuencia- aquí seguiremos departiendo.
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