Hace poco más de tres años me hice “socio” de la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, en León, Guanajuato, con el único propósito de obtener en préstamo su ejemplar de ¡Absalón, Absalón!, la obra cumbre de William Faulkner, que había batallado en conseguir, tanto impresa como electrónicamente. Nunca me han gustado los plazos fatales, y en la lectura, menos, pues eso de disponer de una semana, con dos adicionales de renovación vía Internet, para un libro tan complicado como éste, fue demasiado para mí. Fue tanta la presión y tan escasa mi comprensión de lo que llevaba leído de la obra que opté por devolverla no a medias, sino a sextas, cuando aún no se cumplían las tres semanas de rigor. Y me olvidé de ella y de la biblioteca toda, qué vergüenza.
No obstante, el gusanillo siempre había estado ahí con esta novela, y hace poco me decidí a buscarla en formato PDF para leerla con la aplicación Kindle de mi tableta. Está disponible gratuitamente en este formato en la red bajo el folclórico sello de Libros Tauro, que jamás había oído mentar en mi vida y que presume tener “12,218 textos digitalizados listos para bajar”. El archivo incluye una “nota de la traductora”, a la cual nunca se le identifica. Obviamente, estamos frente a un acto de flagrante piratería de los que tanto abundan en Internet, pero, bueno, ahí dios nos puso y procedí a “agarrarle la pata a la vaca” que Libros Tauro mataba.
En el pecado llevé la penitencia, pues la traducción me pareció pésima y la edición peor aún, con múltiples errores ortográficos, tipográficos y hasta sintácticos, además de que hay que hacer malabares para manejar un formato PDF con Kindle. Sin embargo, conseguí el objetivo que perseguía, que era entender la trama que tan difícil me había resultado con el ejemplar de la biblioteca. Estaba, pues, listo para acometer la odisea de leer la versión oficial, aunque no fuera la de dicha biblioteca, y me di a la tarea de buscar el libro electrónico en Amazon, ¡y lo encontré! La muestra gratuita incluye la larga introducción de 27 páginas y varias de las notas con las que termina, que le añade otras siete, y constituye un esplendoroso y soberbio ensayo sobre Faulkner, sus antepasados, su obra y un análisis crítico de las traducciones al español que en el pasado se han hecho de la novela de Faulkner ¡Absalón, Absalón! El editor y traductor del libro y autor del ensayo, Bernardo Santano Moreno, es muy crítico de estas traducciones, especialmente de la de Miguel Martínez-Lage, de la que dice que mejora significativamente lo que existía (las de Beatriz Florencia Nelson y María Eugenia Díaz), pero reconoce el mérito de los tres y la forma como le allanaron el camino para su interpretación propia del texto de Faulkner.
Por todo lo anterior, deseaba yo poseer el volumen físico de la traducción de Santano, y por ello, en vez de darle click a la versión electrónica, se lo di a la de pasta blanda. A los dos días escasos tenía yo el libro solicitado, pero este no correspondía con la versión electrónica, sino con ¡la versión pirata de Libros Tauro que ya había leído! Me di cuenta por la “nota de la traductora” que aquí sí quedaba identificada plenamente, Beatriz Florencia Nelson, y porque coincidía íntegramente con la de mi copia pirata. Con el mismo pecado volví a llevar más penitencia. (Probablemente esta versión sea también la de la Biblioteca Wigberto Moreno.)
Afortunadamente, podía imputarle yo la confusión a Amazon, pues su ícono de pasta blanda apuntaba a una versión distinta de la de su ícono Kindle, además de que la compañía no pone peros a las devoluciones si lo hace uno dentro de los tiempos y normas establecidos, así que les devolví el volumen impreso y adquirí el electrónico, y me dispongo a “degustar” la que promete ser una lectura maravillosa, de la que ya tuve el sublime aperitivo del ensayo.
¡Salud!
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