Mucho se ha hablado en México -y se seguirá hablando por largo tiempo- de la falta de cultura financiera, no sólo en los sectores más desprotegidos de la sociedad, sino en todos los niveles, y en quienes se supone que están ahí para superarla, como instituciones financieras, autoridades gubernamentales, reguladores y organismos de protección y defensa de usuarios de servicios financieros. En días pasados se hizo patente esta situación. Me explico.
Existe una nobilísima plataforma digital de inversión (cetesdirecto) anunciada al público por la Secretaría de Hacienda hace más de diez años (2010), durante el sexenio de Felipe Calderón, administrada por Nacional Financiera (Nafin) y enfocada principalmente a pequeños inversionistas que quieren obtener el mayor provecho de sus escasos ahorros a tasas que los bancos sólo ofrecen a sus clientes patrimoniales, es decir, ahorradores de grandes capitales. Su nombre es auto explicativo, pues lo que ofrece son tasas de cetes a todos los plazos, así como una amplia gama de bonos manejados por el Gobierno federal. Yo llevo utilizándola casi desde que se anuncio, y es también una excelente opción para inversionistas intermedios, ya que hasta hace poco su límite máximo de ahorro eran los diez millones de pesos, pero para todos alcanza, pues yo empecé probándola con 100 pesos (mínimo permitido) y he ido incrementando mi participación de acuerdo a mis modestas posibilidades, pero siempre a tasa de cetes. Tiene una opción a la vista (liquidez diaria) a tasas muy competitivas, a veces incluso mayores que las de cetes.
Pues bien, en días pasados, para ser precisos el martes 6 de julio alrededor de las dos de la tarde, la plataforma se “cayó” y el servicio no fue restablecido sino hasta el ¡domingo 11!, esto es, cinco días de zozobra para los ahorradores, sin previo aviso y con un deficientísimo mecanismo de comunicación con los inversionistas, por no decir inexistente. Quienes tuvimos necesidad de liquidez durante esos días, nos jodimos, y hazle como quieras.
Para que se vea el perfil promedio de los usuarios de esta plataforma, baste decir que el sistema cuenta en la actualidad con 680,860 ahorradores, que aportan un gran total de 25 mil 951 millones de pesos, es decir, 38 mil 115 pesos por inversionista. Si esto no prueba la bondad y “democracia” del sistema, no sé qué pueda hacerlo.
Sin embargo, no vi que en los medios se hiciera tanta alharaca de nuestras cuitas, como sí se hubiera hecho si alguno de los grandes bancos o proveedores de servicios digitales esenciales hubiera incurrido en tal falta. A mí me auxiliaron dos amigos periodistas en Reforma y El Universal (Jorge Meléndez y Raúl Rodríguez Cortés, respectivamente), en respuesta a un correo que envié a una veintena de ellos, además de que hice del conocimiento de las más altas autoridades de Hacienda, la CNBV y la Condusef, mediante otro correo, esta anomalía y nula consideración por parte de las instituciones gubernamentales.
Por eso pregunto: ¿es esta la cultura financiera que están tratando de transmitir a quien más la necesita? Nooo, pues por eso no avanzamos en esta dirección, como ocurre con muchísimas otras cosas en este país.
Sin embargo, después de más de diez años de usarla, continuaré confiando ciegamente en esta nobilísima herramienta, pues este tipo de fallas únicamente se han presentado de un corto tiempo a la fecha, aunque la semana que termina haya sido terrible. Ojalá que con la actualización de la plataforma que dicen llevaron a cabo, nunca más vuelva a presentarse una situación así.
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