jueves, 27 de agosto de 2009

La mala fe del SAT

A causa de mi suicido, doy cabida en este espacio a la justa indignación de mi viuda, Aurora Elena Zepeda Ángeles:

El 4 de mayo de 2009 presenté la declaración anual del ejercicio fiscal 2008 de mi negocio aprovechando la extensión del plazo que otorgó el Servicio de Administración Tributaria (SAT) debido a la emergencia sanitaria. Casi un mes después, el 1 de junio, recibí una primera notificación del referido organismo requiriendo información adicional, con el mismo pretexto que se había hecho un año antes, lo que ayuda al inicio de la cólera del contribuyente.

El 23 de junio de 2009 volví a meter mis papeles mediante el formato 32. Así transcurrieron otros dos largos meses hasta que el 26 de agosto, ya fuera de todo plazo legal para que el SAT pudiera reclamarme nada, recibí una segunda notificación con un segundo y por demás necio requerimiento, totalmente distinto del primero, solicitando información de lo más variada y absurda. Y todo esto por reclamar la ridícula devolución de 3,809 pesos, no los cientos de millones que el SAT devuelve sin chistar a grandes consorcios como Jumex y Alsea.

Esta segunda notificación, mañosamente, está fechada el 21 de julio de 2009, fecha todavía dentro del plazo legal que tiene el SAT para requerir información adicional. Aquí reside, simple y llanamente, la mala fe del Servicio: en prefechar sus requerimientos, muy a pesar de que están bien conscientes que la única fecha válida es aquélla en que el contribuyente es notificado oficialmente. En su portal de Internet todavía es hora en que no suben esta notificación, por lo que sería estúpido atribuir a la carga de trabajo la dilación en su entrega por parte de sus mensajeros.

Pero que no se le ocurra a uno evadir impuestos porque hasta a la cárcel se puede ir a parar con lujo de violencia. ¿Hasta cuándo, Honorable Congreso de la Unión, dispondremos de un ombudsman fiscal los sufridos contribuyentes que nos proteja de tan vulgares y arbitrarias agresiones?

Mientras tanto, propongo el cambio de nombre del SAT por el de Fiscalía de Administración Tributaria (FAT), en honor de quien a final de cuentas es jefe de Gutiérrez Ortiz Mena y zánganos que le acompañan.

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