sábado, 15 de agosto de 2009

La Familia ¿mexicana?

Con cariño, para el “valiente” Presidente de México Felipe Calderón.

“Asistimos impotentes al dolor de tantas familias que ven a sus hijos acabar miserablemente como víctimas o mandantes de las organizaciones (criminales)... Hoy (estas organizaciones son) una forma de terrorismo que infunde temor, impone sus leyes y trata de convertirse en un componente endémico de la sociedad (...) Los (delincuentes) imponen, mediante la violencia, las armas y los puños, reglas inaceptables: extorsiones que han hecho que nuestras tierras se conviertan cada vez más en áreas objeto de subvenciones y ayudas, sin ninguna capacidad autónoma de desarrollo; comisiones del 20 por ciento y más sobre los trabajos de construcción, que desalentarían al más temerario de los empresarios; tráficos ilícitos para la adquisición y venta de sustancias estupefacientes cuyo uso deja montones de jóvenes marginados y peonadas a disposición de las organizaciones criminales, enfrentamientos entre distintas facciones que se abaten como devastadores azotes sobre las familias de nuestras tierras; ejemplos negativos para toda la franja adolescente de la población, auténticos laboratorios de violencia y del crimen organizado...

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“La desconfianza y recelo del hombre... frente a las instituciones, debido a la secular insuficiencia de una política apropiada para resolver los profundos problemas que (lo) afligen..., especialmente los relativos al trabajo, a la vivienda, a la sanidad y a la enseñanza; la sospecha, no siempre infundada, de complicidad con (el crimen organizado) por parte de unos políticos que, a cambio del apoyo electoral, o incluso debido a objetivos comunes, les aseguran cobertura y favores; el sentimiento generalizado de inseguridad personal y de riesgo permanente, derivados de la insuficiente tutela jurídica de las personas y de los bienes, de la lentitud de la maquinaria judicial, de las ambigüedades de los instrumentos legislativos... lo que determina, a menudo, el recurso a la defensa organizada por clanes o a la aceptación de la protección (criminal); la falta de claridad en el mercado laboral, por la que encontrar una ocupación es más una operación de tipo (criminal)-clientelar que la consecución de un derecho basado en la ley del empleo; la carencia o la insuficiencia, incluso en la acción pastoral, de una verdadera educación social, casi como si se pudiera formar a un cristiano maduro sin formar al hombre y al ciudadano maduro.

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“La (delincuencia) llama ‘familia’ a un clan organizado con fines delictivos, en el que es ley la fidelidad absoluta, se excluye cualquier expresión de autonomía, y se considera traición, y digna de muerte, no sólo la defección, sino también la conversión a la honradez; la (delincuencia) usa todos los medios para extender y consolidar ese tipo de ‘familia’, instrumentalizando incluso los sacramentos. Para el cristiano, formado en la escuela de la Palabra de Dios, por ‘familia’ se entiende únicamente un conjunto de personas unidas entre sí por una comunión de amor, donde el amor es servicio desinteresado y atento, donde el servicio exalta a quien lo ofrece y a quien lo recibe. La (delincuencia) pretende tener su propia religiosidad, logrando engañar a veces, además de a sus fieles, incluso a pastores de almas desprevenidos o ingenuos.

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“No permitir que la función de ‘padrino’ en los sacramentos que lo requieren sea ejercida por personas cuya honradez no sea notoria tanto en su vida privada como pública, así como su madurez cristiana. No admitir a los sacramentos a cualquiera que trate de ejercer presiones indebidas al carecer de la necesaria iniciación sacramental.”


Esta es una descripción puntual de lo que ocurre hoy en México. Sin embargo, constituye una cita in extenso de partes fundamentales de un texto de Don Peppino Diana, sacerdote de la iglesia de San Nicola di Bari, de la comuna (municipio) de Casal di Principe, 25 kilómetros al noroeste de Nápoles, Italia, incluidos en Gomorra, de Roberto Saviano, editorial Debate (2007). Lo único que hice fue sustituir en el texto original Camorra por delincuencia. Don Peppino fue asesinado por esta organización el 19 de marzo de 1994, día de su cumpleaños número 36.

El libro todo de Saviano es una descripción fidedigna de buena parte de la sociedad mexicana. Yo siempre he pensado que los italianos y los mexicanos guardan una íntima relación, quizá hasta de sangre, desde un remoto pasado. Mi tesis es que el verdadero conquistador y colonizador de México-Tenochtitlan fue el italiano Cristóbal Colón y no el español Hernán Cortés.

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