jueves, 21 de agosto de 2025

Fucking idiot Raúl!

El pasado 4 de agosto se cumplieron ¡50 años! de mi ingreso a IBM. De aquella época conservo únicamente un par de amigos, una de las cuales, Patricia Jarquín, viajó especialmente desde la Ciudad de México a León para celebrar tan significativa fecha en compañía de Elena y un servidor. Llegó el domingo 3 a la hora de la comida y, ni tardos ni perezosos, la llevamos a comer al restaurante  italiano Artigiani, y de ahí a que conociera el paraíso donde vivimos, el fraccionamiento Gran Jardín, sus jardines y estanques con patos. Terminamos en casa paladeando un sabroso entremés de quesos y carnes frías, preparado por la antedicha Elena, y otra botella de vino.

Temprano al día siguiente, lunes 4, fecha del aniversario, la pasamos a recoger a su hotel para traerla a desayunar al restaurante a mayor altitud de la ciudad, La Torre 40, dentro de Gran Jardín y precisamente en dicho piso. Ahí disfrutamos de la mejor vista que se tiene de León en toda la ciudad. Todo, cortesía de Caro, nuestra hija, quien nos deparó también la inigualable sorpresa que se aprecia en la fotografía adjunta. Paty fue la única persona cercana que se ofreció a ayudarnos hasta económicamente cuando me vino lo del cáncer hace un par de años. Se lo agradecí desde el corazón, pero afortunadamente no era necesario, pues todo se solucionó con la venta de mi coche, ya que asegurado a mi avanzada edad, sólo en el IMSS, y en aquellos tiempos la institución, para no variar, transitaba por una grave crisis.

Bueno, de La Torre 40 nos la llevamos al Templo Expiatorio, que, a pesar de nuestras descreencias, disfrutamos muchísimo, y terminamos echándonos unas cervezas justo enfrente. Y vámonos al Fórum Cultural, donde admiramos una vez más y Paty por primera esta joya arquitectónica y la imponente escultura de San Sebastián, única en el mundo.

Seguimos con una visita al lugar de mis grandes hazañas, El Palote, donde Patricia quedó embelesada con una vista, desde una banca en la cortina de la presa, de un estanque rebosante de bendita agua, que no agua bendita (¡guácatelas!), y algunas aves migratorias nadando en ella.

La comida conmemorativa del quincuagésimo aniversario tuvo finalmente lugar en el restaurante La Tequila, en Plaza Mayor, con la consabida botella de vino y platillos típicos: mi amiga chiles en nogada y nosotros barbacoa, previo entremés de molotes de plátano macho, rellenos de frijoles y bañados en mole, con queso Cotija y crema, ¡mmm!

Ya de noche, regresamos prestos a Paty a su hotel, pues al día siguiente regresaba a México ¡a las 6 de la madrugada!, en uno de esos servicios Van muy comunes hoy en la ciudad.

Total, no más de 48 horas de una visita exprés que se nos fue en un suspiro. Sin embargo, al día siguiente, cuando Paty me habló para agradecerme nuestra hospitalidad e inquirirme sobre un problema médico de su marido, británico, unos años menor que ella, pero enfermo, y que no gusta más que hablar en su propio idioma y que nunca sale de su casa, se armó el escándalo, ya que el individuo, celoso, le reclamaba a mi amiga que si no le había bastado la visita que me había hecho y quería más, y no cesaba de repetir como tarabilla: “Fucking idiot Raúl!... Fucking idiot Raúl!... Fucking idiot Raúl!...”, hasta que, arrebatándole el teléfono a Patricia, colgó.

Preocupado, un par de días después le marqué a Paty para ver qué onda, pero ésta, tranquila, me dijo que su querubín, como se sabe enfermo, anda muy asustado y nervioso, y que eso lo lleva a actuar así, que no se lo tomara a mal.

Querida Patricia, aunque yo se lo tomara a mal, tú sábete querida y admirada por éste tu fiel amigo de toda la vida,

Fucking idiot Raúl.

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