lunes, 11 de agosto de 2025

Frankenstein

Nuestro desdén por todo lo que no sea gran literatura nos priva del disfrute de obras “menores” extraordinarias. Me acaba de ocurrir con Frankenstein, de Mary W. Shelley, que, prejuicioso como soy, me había negado a leer por tratarse de una inane novela de ciencia ficción. ¡Qué equivocado estaba!

El grupo que Mary formaba con su esposo, el poeta y filósofo romántico Percy Bysshe Shelley, y algunos otros personajes, lanzó el reto para ver quién entre ellos era capaz de escribir el mejor relato de terror. Huelga decir el nombre de la ganadora, cuya crónica ha sobrevivido, literalmente, el paso de los siglos.

El narrador en primera persona de la trama, Robert Walton, prácticamente pasa desapercibido en su correspondencia con su hermana Margaret y su diario, al dar voz durante casi la totalidad de la novela a Víctor Frankenstein y al monstruo sin nombre que éste crea, y al que equívocamente se ha asignado el nombre de su hacedor, dato que, me avergüenza decirlo, yo desconocía, a tal grado llegó mi desdeño por esta soberbia historia.

Walton traba una relación accidental con Víctor durante una travesía marítima en la que aquél se dirige a la aventura y el estudio en los mares del norte y éste anda a la caza del perverso ser que ha creado. Víctor Frankenstein le relata toda su vida a Robert Walton y el momento culminante de la creación del monstruo sin nombre, y dentro de este relato da voz al mismísimo engendro y su difícil y conmovedora historia de desencuentros con el mundo “normal” debido, principalmente, a su extraordinaria fealdad y desproporcionado tamaño.

El adefesio trata de vengar su sino cebándose con la familia y amistades entrañables de Frankenstein, llegando incluso a pedirle a éste que le cree una pareja a su imagen y semejanza que no le rehúya como todo mundo y le haga más llevadera la existencia. Después de muchos ruegos y tras una aceptación inicial de Víctor, éste desiste del empeño y destaza y se deshace de la segunda monstrua en ciernes, con lo que el monstruo  redobla sus esfuerzos por amargarle la vida, acabando con lo que Víctor tiene en mayor aprecio y veneración.

¡Pobre hombre, le salió cara su ambición de andar jugando a ser Dios!

Novela altamente recomendable y aleccionadora para el que quiera entender, sobre todo en tiempos tan aciagos como los que nos está tocando vivir.