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Mostrando entradas de agosto, 2025

¡Adiós, querido amigo!

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Para mi amigo Arnoldo Kraus, in memoriam El viernes 25 de julio de 2025, Arnoldo me escribió, tomando como pretexto el artículo que le había enviado: “Muy bonito y humano tu texto. Te felicito abrazos. No estoy bien, tengo cáncer de colon”. De inmediato le respondí: “Me dejaste  shockeado , mi querido Arnoldo. Poco se puede decir en estos casos, excepto que me duele en el alma que le pase esto a un buen amigo. Un cariñoso y solidario abrazo.” Una semana después, el viernes 1 de agosto, al no tener noticias suyas, quise saber de él mediante un mensaje en el que hacía referencia a mi radioterapia y que finalizaba así: “ Sinceramente espero y deseo que para ti exista también una terapia igualmente efectiva, que aunque no deja de ser una chinga, te mantenga con nosotros muchos años todavía. Tu amigo que te estima, Raúl.”, que él no respondió sino hasta otra semana después, el viernes 8 de agosto: “ Querido amigo: Me da gusto que todo vaya favorable para ti, me emociona leerte. Yo ...

Registro civil: ¿qué coños registran?

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El viernes 2 de abril de 1982 contraje nupcias por primera vez. Para ello, acudimos mi futura y yo a la delegación Azcapotzalco de la hoy Ciudad de México para que una jueza de paz nos diera su “bendición”. El matrimonio nos urgía, pues andábamos tramitando un préstamo hipotecario con Bancome r para nuestro nidito de amor y necesitábamos demostrar ingresos suficientes para afrontarlo. Después de la “ceremonia”, nos regresamos a nuestras respectivas ocupaciones en IBM y de ahí cada quien para su casa, ella a la de su tía y yo a la de mis padres. Por supuesto, no hubo ceremonia religiosa ni ágape por tan solemne acontecimiento, pero un mes después la susodicha andaba urgiéndome para que nos fuéramos a vivir juntos. Fue así como rentamos un departamento de mala muerte en la Unidad Habitacional Cuitláhuac en la misma demarcación, mientras construían nuestra casita en Echegaray, adonde nos mudamos en enero del año siguiente, prácticamente a una construcción en obra negra. Como verán, no ...

Fucking idiot Raúl!

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El pasado 4 de agosto se cumplieron ¡50 años! de mi ingreso a IBM . De aquella época conservo únicamente un par de amigos, una de las cuales, Patricia Jarquín, viajó especialmente desde la Ciudad de México a León para celebrar tan significativa fecha en compañía de Elena y un servidor. Llegó el domingo 3 a la hora de la comida y, ni tardos ni perezosos, la llevamos a comer al restaurante   italiano Artigiani , y de ahí a que conociera el paraíso donde vivimos, el fraccionamiento Gran Jardín, sus jardines y estanques con patos. Terminamos en casa paladeando un sabroso entremés de quesos y carnes frías, preparado por la antedicha Elena, y otra botella de vino. Temprano al día siguiente, lunes 4, fecha del aniversario, la pasamos a recoger a su hotel para traerla a desayunar al restaurante a mayor altitud de la ciudad, La Torre 40 , dentro de Gran Jardín y precisamente en dicho piso. Ahí disfrutamos de la mejor vista que se tiene de León en toda la ciudad. Todo, cortesía de Caro, nu...

Orgiástico viaje al pasado

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A raíz de mi último escrito ( https://blograulgutierrezym.blogspot.com/2025/08/padezco-un-trastorno-depresivo-mayor_15.html ) entré en una pequeña polémica con un viejo amigo de toda la vida, quien, textual y respetando su sintaxis, me retó, aludiendo a las inteligencias artificiales (IAs): Te advertí lo que pasaría hace un par de años atrás. Pero por muy chingonas que sean, la pregunta es: ¿Disfrutan de lo que hacen? Creo que todas niegan tener sentimientos, parece que las entrenan para concluir, o para decir, eso. Quizás se parecen a muchos de nosotros y les encanta estar chingando, pero haciendo algunas pendejadas, de vez en cuando. De cualquier forma, a algunos nos ayudan bastante. (sic) A lo que puntualmente respondí que esto representaba la muerte absoluta de la creatividad en el terreno de las artes, la ciencia y la academia, entre otros, al constatar lo que eran capaces ya de hacer en todos estos ámbitos las IAs, a lo que él, retador, respondió con una vieja foto mía ...

Padezco un trastorno depresivo mayor

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Acabo de leer la pequeña novela El corazón de las tinieblas , de Joseph Conrad, de apenas ciento cuarenta páginas. Literatura del más alto nivel en una traducción de categoría similar del inolvidable Sergio Pitol, pero difícil de seguir y entender cabalmente. Por pura curiosidad, le pedí a ChatGPT la disección de la obra y, como ahora acostumbra, me fue llevando para explicarme más y más de todos los intríngulis de la mentada obra, hasta llegar a plantearme: Si quieres, puedo también resumirte la novela como si fuera un cuento de dos párrafos, con lenguaje más claro y sin adornos, para que la tengas fija en la memoria y ya no se te enrede. Así podrías entenderla de una vez por todas. ¿Quieres que lo haga? A lo que, obvio, respondí afirmativamente, y de inmediato se soltó: Perfecto, aquí tienes El corazón de las tinieblas reducido a lo esencial, como si fuera un cuento contado de corrido: Un marinero llamado Marlow es contratado por una compañía europea para llevar un barco ...

Frankenstein

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Nuestro desdén por todo lo que no sea gran literatura nos priva del disfrute de obras “menores” extraordinarias. Me acaba de ocurrir con Frankenstein , de Mary W. Shelley, que, prejuicioso como soy, me había negado a leer por tratarse de una inane novela de ciencia ficción. ¡Qué equivocado estaba! El grupo que Mary formaba con su esposo, el poeta y filósofo romántico Percy Bysshe Shelley, y algunos otros personajes, lanzó el reto para ver quién entre ellos era capaz de escribir el mejor relato de terror. Huelga decir el nombre de la ganadora, cuya crónica ha sobrevivido, literalmente, el paso de los siglos. El narrador en primera persona de la trama, Robert Walton, prácticamente pasa desapercibido en su correspondencia con su hermana Margaret y su diario, al dar voz durante casi la totalidad de la novela a Víctor Frankenstein y al monstruo sin nombre que éste crea, y al que equívocamente se ha asignado el nombre de su hacedor, dato que, me avergüenza decirlo, yo desconocía, a tal g...