lunes, 27 de diciembre de 2010

En defensa de Proceso

Soy ferviente lector del semanario Proceso desde su aparición en noviembre de 1976, después del criminal golpe a la libertad de expresión que Echeverría le asestó a Excélsior en julio de ese mismo año. Aún conservo su primer número. Durante estos casi 35 años he acudido a la revista en infinidad de ocasiones, no únicamente para hacer valer derechos que me estaban siendo conculcados, sino para denunciar arbitrariedades y poner en evidencia trastopijes de autoridades, instituciones y Gobierno, tan frecuentes unas y otros en este vilipendiado México.

Por lo anterior, me llena de rabia comprobar por enésima ocasión cómo manipula la información la corrupta e inmoral Televisa para propinar un artero golpe a quien debiera, más bien, ser protegida por el invaluable servicio que presta a la comunidad, ya sea informándola o defendiéndola de engendros embrutecedores como la propia televisora. Y todo, para conservar, en contubernio con gobiernos priístas y panistas, privilegios mal habidos a lo largo de décadas.

Del Gobierno federal y de los monopolios empresariales y económicos en México no puede uno esperar más que agresiones. De Proceso, sin embargo, yo podría dar cuenta por experiencia personal de cómo me ha defendido y ayudado en incontables ocasiones en el reclamo de mis derechos, como aquella vez, hace casi dos décadas, en que mi carta en este foro abarcaba casi dos páginas haciendo la denuncia del inhumano y voraz hospital del que mi madre salió prácticamente muerta, o como cuando he puesto en evidencia el pésimo servicio ofrecido por nuestro monopolio telefónico, o la forma en que me auxilió para que la pensión de que había sido despojado arbitrariamente me fuera restituida, o, en fin, como cuando hice la denuncia, no en esta sección sino dentro de un reportaje, de la inmoral Hildebrando, tan querida de los intereses de Calderón.

No puedo apuntar un solo caso, ni de la deleznable televisora ni del Gobierno federal, en que se me haya apoyado tan espontánea y generosamente como lo ha hecho esta querida revista a lo largo de los años.

A ustedes sí, muchas gracias, y no se dejen amedrentar que aquí estamos sus lectores para arremeter contra esos déspotas institucionalizados. Un abrazo solidario.

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