domingo, 25 de noviembre de 2007

Por qué dejé de ser "chiva"

Mi afición por el futbol se dio simultáneamente con mi fanatismo por el Guadalajara, las famosísimas "chivas rayadas", también conocido en aquel entonces como "el campeonísimo" (finales de la década de los 50 y principios de los 60). Qué huella no habrá dejado en mí que todavía en la actualidad mis hijos adolescentes tararean un rap que compusieron en honor de aquel memorable equipo y cuya letra reza solamente: "'Tubo' Gómez, Chaires, Sepúlveda y Villegas; Jasso y Moreno; Díaz, Reyes, Hernández, Ponce y Arellano", todo esto, repito, con cadencia de rap. Mis hijos no habían nacido aún cuando todos estos héroes ya tenían años en el retiro o incluso fallecido alguno de ellos.

El último campeonato en el que me desgañité por las "chivas" fue aquel que conquistaron a mediados de la década de los 90 bajo la dirección técnica de Alberto Guerra. Después de esto, o tal vez antes, el equipo de mis amores había comenzado su declinación moral con la adquisición que de él hizo la "Promotora", cuando portaban orgullosamente sobre su pecho no ya su inconfundible escudo, sino el horrendo logo del monopolio Mexlub, y luego... bueno, luego ya sabemos lo que pasó: el equipo lo adquirió ese bribón insoportable y antipático de Vergara, que hizo del club esa caricatura lastimosa que hoy arrastra sus pasadas glorias en cualquier cancha donde se para. No en balde el famoso caricaturista Marino lo pintaba como una famélica chiva que hacía eso: arrastrar una camiseta que le quedaba grande.

Pero mi afición al futbol no podía terminar tan penosamente. Fue así como de improviso di el chaquetazo, encontrando motivos suficientes, además de los ya enunciados, para tan lamentable traición. Ya en una entrada precedente de este blog dejé asentada la profunda gratitud que guardo hacia mi querida UNAM, que no sólo me formó política y moralmente, sino que me brindó la oportunidad de distinguirme como el mejor estudiante de la generación en México en la carrera de actuaría, gracias a los elevados estándares académicos por los que siempre se ha distinguido nuestra máxima casa de estudios, pésele a quien le pese.

Esta "nueva" afición, que abarca ya casi diez años, me ha proporcionado múltiples satisfacciones, entre ellas, el famoso bicampeonato, un triunfo sobre el Real Madrid en el Santiago Bernabeu y una final de Copa Sudamericana que nos robaron en Buenos Aires frente al Boca Juniors en la mismísima "Bonbonera".

Arriba, pues, los Pumas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante el porque dejaste de ser chiva, yo tambien deje de ser algo, pero para mi fue el ser mexicano.