sábado, 29 de junio de 2024

Magno incendio

El estar metido en el ajo me ha permitido establecer una soberbia analogía con el mal que padezco: el cáncer de próstata es como un gran incendio junto a una fuga de gasolina (testosterona). Lo que hay que conseguir inmediata y simultáneamente es extinguir el fuego (con radioterapia),  evitar el derrame de combustible (con goserelina) y limpiar la gasolina derramada (con bicalutamida).

Ahorita estoy en el exitoso proceso de contener la fuga, es decir, la producción de testosterona mediante ampolletas trimestrales en el vientre de la costosa goserelina, que si no me la proporcionara el IMSS gratuitamente estaría fuera de mis posibilidades económicas; limpiar el “derrame” de testosterona con bicalutamida (una gragea diaria), de costo intermedio y que también me ofrece el bendito IMSS, y, finalmente, ya intenté apagar el fuego, esto es, acabar con los tumores cancerígenos mediante radioterapia, un signo positivo de lo cual son los bajos niveles de antígeno prostático específico (0.14) que poseo en la sangre, desde los elevados niveles de alrededor de 9 en que estaba cuando me detectaron el cáncer.

Algo que me entusiasmó mucho durante mi última visita al urólogo en el Seguro fue la observación de éste de que si mis niveles de antígeno estuvieran ya en el rango de 0.0x o menos, podría ir él pensando en retirarme la bicalutamida; sí, sí, esa que me ha llevado a equipararme con la trans Wendy Guevara.

Y ya saben ustedes -porque lo he repetido innúmeras veces- que no es que sea yo un enamorado de la vida, ni mucho menos, pero estoy viendo esto como una jugada en una casa de apuestas. No imaginan la emoción que me invade cuando voy a recoger los resultados de mis exámenes sanguíneos al laboratorio, y ver cómo pasé de 0.31 a 0.50 (un ligero incremento) y ahora a 0.14 (una “dramática” disminución). Mi esperanza es que el próximo octubre llegue al ansiado 0.0x, previas dos inyecciones en la panza en el IMSS a partir del ya inminente julio, y dar así un fenomenal paso hacia mi cura.

Espero que el triunfo arrollador que ya acaricio me lleve a ver la vida de una manera radicalmente distinta, vamos, menos lúgubre.

Así sea.

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