Hace casi veinte años, mi esposa y yo abrimos una pequeña tienda de regalos y, desde siempre, las ventas a crédito en fin de semana no nos son abonadas hasta el lunes siguiente, es decir, transcurren tres largos días (viernes a lunes) para que veamos reflejadas en nuestro estado de cuenta dichas ventas. Lo mismo ocurre con los días feriados: los saldos no se reflejan sino hasta pasado el día festivo. El colmo es cuando en la Semana Santa no se abona nada desde el miércoles hasta el lunes de Pascua. Entiendo perfectamente que es un dinero que los bancos aún no reciben, pero que de cualquier forma tendrían que enterar a los negocios afiliados tan pronto como les fuera posible, incluso en el momento mismo de la venta, vía una modalidad del tan socorrido SPEI. Venta por la que además cargan una comisión al establecimiento, amén de los intereses y recargos moratorios a los usuarios del crédito.
Pero ¡ah, no!, las ventas a crédito no son abonadas sino hasta el día siguiente, tres días después los fines de semana y ¡hasta cinco días más tarde (miércoles a lunes) los días santos! ¡Santa usura!, diría Batman. Nadie imagina los cientos, si no es que miles, de millones de pesos que los bancos retienen indebidamente a los negocios de todo tipo y tamaño durante los días “muertos”, obteniendo pingües ganancias por tan obsceno jineteo. Para no ir más lejos, alguien con cien pesos en la bolsa puede obtener actualmente por su dinero tasas arriba del once por ciento anual por tan ridícula suma si compra cetes a un día en el portal cetesdirecto.com. Imagínense las decenas de millones de pesos que no obtienen los bancos, sabedores de su negocio, en esos pocos días poniendo a sudar un dinero que no les pertenece en absoluto. Cómo sorprenderse, sabiendo esto, de los majestuosos corporativos de grandes bancos “mexicanos” a lo largo de Paseo de la Reforma en la capital del país.
Si yo fuera diputado, lo primero que haría sería enviar una iniciativa de ley que eliminara estas prácticas abusivas por parte de la banca, y tal vez la enriquecería (mi iniciativa, no la banca) eliminando las confiscatorias comisiones de toda índole con que estos fenicios empobrecen clientes y ahorradores.
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