Ahora que murió Susana Dosamantes, recordé que en 1977, cuando se grababa la telenovela Corazón Salvaje en playas mexicanas, coincidimos en Ixtapa, Zihuatanejo, con el elenco de dicha producción, pues la familia toda -mis padres, hermanos, sobrinos, yerno, nuera y perico- nos hospedábamos en el mismo hotel (Presidente) que ellos. Susana, en particular, aprovechó para hacerse acompañar de su pequeña de cinco años, Paulina, custodiada por una nana.
Una tarde aproveché la oportunidad, junto con otros miembros de la familia, para ir a refrescarme a la alberca del hotel. Mi sorpresa fue mayúscula al coincidir en el mismo lugar con las susodichas: la hermosísima señora Dosamantes, de tiernos 29 años de edad, y la encantadora Paulina, que se divertía de lo lindo en el agua auxiliada por su celosa nana y bajo la mirada atenta de la madre desde una orilla fuera de la piscina, en una silla de playa. Yo rasguñaba apenas los 28 años de edad.
La criatura me pareció tan graciosa -Paulina, claro, aunque la progenitora mucho más- que me atreví a acercármeles, pidiéndole a la asistente que me permitiera tener a la bebé unos instantes entre mis brazos. La nana se aterrorizó y solicitó con los ojos el auxilio de Susana desde tierra firme. Ésta ni se inmutó, y con una rápida “mirada de inteligencia”, como se dice en las novelas traducidas a lengua vernácula, le indicó a la mucama que me cediera a la pequeña, lo que presto hizo con un movimiento firme de brazos.
Embelesado, tomé al angelito entre mis temblorosas manos, le di dos o tres chapuzones de la cintura para abajo, ante su algazara y contagiosas risotadas, y con la complicidad de la madre, que nos miraba sonriente desde su poltrona. Finalmente, la levanté una vez más por los aires y al volverla de nuevo al agua, le planté un sonoro beso en el cachete y la devolví a los ansiosos brazos de su guardiana.
Desde entonces, no hay día que no me vanaglorie de haber tenido entre mis brazos a Paulina Rubio con la complacencia de la madre, por eso creo yo que me dolió tanto la partida, recién hace un par de días, de esta dama de belleza sempiterna.
¡Descanse en paz Susana Dosamantes, siempre ajena a los escándalos en que casi todos, en ese medio, incurren!
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